martes, 6 de marzo de 2012

LAS LAMIAS


Tradicionalmente los vampiros habían asumido que sus poderes habían sido
otorgados por Dios como parte de la maldición de Caín. Pero los estudiosos del Libro de
Nod creían que el poder de Caín no emanaba de Yahvé, sino del amor de Lilith.
Cappadocius sospechaba que la propia Lilith guardaba los secretos que él perseguía. En
su búsqueda descubriría antiguos textos que revelaban que la antigua amante de Caín no
era una simple diosa menor, sino una igual de Yahvé: describían a éste como la mitad de
Dios que reside en la luz y a Lilith como la mitad de las tinieblas. Juntos, ambas
entidades formaban un Dios completo, más grande que la suma de ambos.
Ya fuera por su propia iniciativa o guiado por el propio Cappadocius durante sus
viajes Lázaro descubrió un extraño culto de mujeres adoradoras de Lilith. Según las
leyendas del culto, la primera mujer de Adán fue violada por su esposo después de que se
negara a servirle. Tiempo después dio a luz a su primera hija, Lamia, que crearía un culto
en torno a la figura de su madre.
El nombre de “Lamia” se convirtió en un título transmitido entre las altas
sacerdotisas de la Madre Oscura Lilita durante generaciones. Cada Lamia veneró el
recuerdo de la diosa mediante sangrientos rituales y matanzas. Varias mujeres fueron
escogidas para ser instruidas en los rituales de la muerte y la guerra. El culto de Lamia
permaneció envuelto en el misterio.

 
Una noche, Lázaro encontró el templo clandestino en que Lamia y sus seguidoras
realizaban sus horrendos ritos. Quedó conmovido por su sabiduría y pasión y decidió
Abrazarla. Saltó sobre ella y la convirtió en una vampira a la fuerza.
Lamia sufrió terribles visiones mientras se sumergía en la muerte. La Madre
Oscura habló con una voz tan antigua como el viento, ordenándole que preparara su
regreso. “Yo soy la Muerte, y tu nuevo señor será la clave para mi regreso al mundo.
Protégelo y aseguráte de que sus estudios sean fructíferos.”
Cuando Lamia se convirtió en vampira Lázaro le dijo que debía unirse a los demás
Capadocios en el estudio y contemplación de la muerte. La mujer sonrió y susurró en el
oído de su sire. Lázaro tembló ante las revelaciones de la Madre Oscura y abandonó el
templo, huyendo de su propia chiquilla.
Lamia acudió al encuentro de los Capadocios y Japheth la inició en los misterios de
la muerte. Lamia y sus chiquillas compartían la sed de conocimientos de Cappadocius,
pero preferían encontrar revelaciones en la experiencia en lugar de en antiguos
documentos y escritos. También compartían su reverencia y fascinación por la muerte
pero preferían regocijarse en ella en lugar de analizarla fríamente. Consideraban que el
vampirismo era un regalo de la Madre Oscura y se adaptaron a sus nuevas naturalezas
depredadoras, que no eran tan diferentes de sus antiguas tendencias. También
aprendieron las artes nigrománticas de los Capadocios, pero las enfocaron en el estudio
de la enfermedad, de modo que las plagas acompañaron a Lamia y sus descendientes allá
donde iban.
El culto de Lamia había siempre otorgado importancia al arte de la guerra, de
forma que el culto pasó a constituirse en una fuerza armada para los Capadocios, lo
que explica en parte que por fin éstos consiguieran instalarse en Egipto. Otras se
convirtieron en guardaespaldas de los antiguos Capadocios, acompañándolos en sus
viajes.



No hay comentarios:

Publicar un comentario