Tradicionalmente los vampiros habían
asumido que sus poderes habían sido
otorgados por Dios como parte de la
maldición de Caín. Pero los estudiosos del Libro de
Nod creían que el poder de Caín no
emanaba de Yahvé, sino del amor de Lilith.
Cappadocius sospechaba que la propia
Lilith guardaba los secretos que él perseguía. En
su búsqueda descubriría antiguos textos
que revelaban que la antigua amante de Caín no
era una simple diosa menor, sino una
igual de Yahvé: describían a éste como la mitad de
Dios que reside en la luz y a Lilith como
la mitad de las tinieblas. Juntos, ambas
entidades formaban un Dios completo, más
grande que la suma de ambos.
Ya fuera por su propia iniciativa o
guiado por el propio Cappadocius durante sus
viajes Lázaro descubrió un extraño culto
de mujeres adoradoras de Lilith. Según las
leyendas del culto, la primera mujer de
Adán fue violada por su esposo después de que se
negara a servirle. Tiempo después dio a
luz a su primera hija, Lamia, que crearía un culto
en torno a la figura de su madre.
El nombre de “Lamia” se convirtió en un
título transmitido entre las altas
sacerdotisas de la Madre Oscura Lilita
durante generaciones. Cada Lamia veneró el
recuerdo de la diosa mediante sangrientos
rituales y matanzas. Varias mujeres fueron
escogidas para ser instruidas en los
rituales de la muerte y la guerra. El culto de Lamia
permaneció envuelto en el misterio.
Una noche, Lázaro encontró el templo
clandestino en que Lamia y sus seguidoras
realizaban sus horrendos ritos. Quedó
conmovido por su sabiduría y pasión y decidió
Abrazarla. Saltó sobre ella y la
convirtió en una vampira a la fuerza.
Lamia sufrió terribles visiones mientras
se sumergía en la muerte. La Madre
Oscura habló con una voz tan antigua como
el viento, ordenándole que preparara su
regreso. “Yo soy la Muerte, y tu nuevo
señor será la clave para mi regreso al mundo.
Protégelo y aseguráte de que sus estudios
sean fructíferos.”
Cuando Lamia se convirtió en vampira
Lázaro le dijo que debía unirse a los demás
Capadocios en el estudio y contemplación
de la muerte. La mujer sonrió y susurró en el
oído de su sire. Lázaro tembló ante las
revelaciones de la Madre Oscura y abandonó el
templo, huyendo de su propia chiquilla.
Lamia acudió al encuentro de los
Capadocios y Japheth la inició en los misterios de
la muerte. Lamia y sus chiquillas
compartían la sed de conocimientos de Cappadocius,
pero preferían encontrar revelaciones en
la experiencia en lugar de en antiguos
documentos y escritos. También compartían
su reverencia y fascinación por la muerte
pero preferían regocijarse en ella en
lugar de analizarla fríamente. Consideraban que el
vampirismo era un regalo de la Madre
Oscura y se adaptaron a sus nuevas naturalezas
depredadoras, que no eran tan diferentes
de sus antiguas tendencias. También
aprendieron las artes nigrománticas de
los Capadocios, pero las enfocaron en el estudio
de la enfermedad, de modo que las plagas
acompañaron a Lamia y sus descendientes allá
donde iban.
El culto de Lamia había siempre otorgado
importancia al arte de la guerra, de
forma que el culto pasó a constituirse en
una fuerza armada para los Capadocios, lo
que explica en parte que por fin éstos
consiguieran instalarse en Egipto. Otras se
convirtieron en guardaespaldas de los
antiguos Capadocios, acompañándolos en sus
viajes.
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