En sus viajes algunos audaces Capadocios
llegaron a la India y el Tíbet. Los
vampiros orientales destruyeron a muchos
y su presencia nunca llegó a consolidarse.
Durante el siglo I una cábala de
hechiceros procedentes de una orden de
nigromantes hinduistas conocidos como los
Chakravanti comenzaron a experimentar con
las energías del Inframundo y con la
sangre de los vampiros. Se dice que estos
nigromantes formaban parte de un culto a
la muerte conocido como el Tal´Mahe´Ra, en
el que conocieron a varios Vástagos
interesados por sus estudios y conocimientos. El
resultado de esta impía alianza y de los
experimentos dio lugar a una nueva línea de
sangre: los Nagaraja.
Se desconoce la naturaleza de los
experimentos que llevaron a los nigromantes
mortales a convertirse en vampiros.
Teorías apócrifas postulan que utilizaron sangre
procedente de los vampiros del
Tal´Mahe´Ra, o posiblemente de los Capadocios, pero no
se han encontrado pruebas al respecto.
Otras teorías hablan de espíritus salidos del
infierno que fueron confinados en
cadáveres, pero tampoco se puede realizar una
afirmación absoluta.
El resultado fue un linaje de vampiros
caníbales que dependían tanto de la sangre
como de la carne para sobrevivir y que a
ojos de los hinduistas eran considerados
abominaciones. Los Chakravanti
persiguieron a los doce primeros Nagaraja, pero éstos
consiguieron escapar, encontrando refugio
dentro de la Tal´Mahe´Ra. De no haber sido
por la protección del culto hubieran sido
destruidos completamente. Durante los siglos
siguientes utilizarían sus conocimientos
nigrománticos a favor de la Tal´Mahe´Ra, y
aunque nuevos Nagaraja fueron Abrazados,
las continuas persecuciones y los numerosos
enemigos hicieron que nunca constituyeran
un linaje numeroso.
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