El
largo período medieval que abarca desde la caída de Roma en el siglo V hasta
las
invasiones
mongolas del siglo XIII está lleno de abundantes lagunas y períodos oscuros. La
civilización
europea se trasladó hacia Oriente, hacia el Imperio Bizantino, mientras que los
reinos
creados
por los invasores germanos (vándalos, francos, visigodos, etc.) surgieron a
partir de los
territorios
del antiguo Imperio Romano de Occidente. Las invasiones no desaparecieron
durante los
siglos
siguientes, y Europa siguió siendo hostigada por los ataques de lombardos y
ávaros, y
posteriormente
árabes y vikingos.
En
medio de este panorama de pequeños y fragmentados reinos y continuos
conflictos, los
Gangrel
rehusaron establecerse en dominios permanentes. Aunque muchos vampiros del clan
caminaron
entre los invasores, cuando éstos se asentaban preferían abandonarlos y
continuar con
sus
viajes nómadas. Después de que el hérulo Odoacro creara su efímero reino sobre
las ruinas de
Roma,
muchos Gangrel que habían seguido a la Matusalén Matasuntha decidieron unirse a
las
expediciones
de los hunos en los Balcanes. Cuando Clodoveo se convirtió en rey de los
francos, los
Gangrel
que habían seguido a su pueblo emigraron hacia el norte para unirse a los
pueblos que allí
habitaban:
jutos, lapones y fineses.
De
este modo transcurrió buena parte de la Alta Edad Media. Los ávaros subyugaron
a los
hunos
y a los eslavos de los Balcanes, guerreando contra el Imperio Bizantino. Cuando
se asentaron
en
Europa Central los Gangrel retomaron sus vagabundeos. Aunque era infrecuente,
muy pocos
Gangrel
formaban dominios permanentes, aunque algunos se asentaron como grandes
terratenientes
rurales,
viajando a lo largo de sus dominios y defendiéndolos con ferocidad.
LAS
ISLAS BRITÁNICAS
En
la lejana Albión los Gangrel no tuvieron una presencia demasiado numerosa.
Durante la
época
antigua varios miembros del clan habían seguido a los invasores celtas del
continente,
buscando
destruir la presencia de los Lhiannan en las islas, lo que provocó numerosas
batallas y
bajas
entre ambos bandos. No es de extrañar que los Gangrel no pudieran presentar un
frente unido
durante
la invasión romana de Britania, ocupados como estaban luchando contra sus
enemigos,
aunque
algunos combatieron junto a los rebeldes britanos del siglo I, como el arvirago
Caradoc o la
reina
Boadicea.
Tras
la invasión romana muchos Gangrel emigraron lejos de la influencia de la
civilización,
y
por ello muchos de ellos se asentaron entre los pictos del norte, en la tierra
que se convertiría en
Escocia,
y muchos escoceses recibieron el Abrazo en las Tierras Altas. Allí los Gangrel
prosiguieron
con su guerra contra los Lhiannan, y finalmente consiguieron imponerse sobre
los
antiguos
vampiros, aunque se dice que al coste de terribles maldiciones. Un linaje
nobiliar escocés,
los
Dunlop, fue fuertemente influido por los Gangrel desde el siglo X, aunque la
sangre vampírica
portaba
una debilidad desconocida que provocaba un lento envejecimiento a pesar de la
inmortalidad
asociada al Abrazo. Los Dunlop eran crueles e implacables y guerrearon contra
los
Lupinos
por el control de las tierras de Escocia, y contra los invasores ingleses,
aunque finalmente
fueron
forzados a prestar vasallaje al Matusalén Mithras, del clan Ventrue, quien
ambicionaba
someter
bajo su dominio todos los feudos vampíricos de Albión.
Existen
leyendas sobre una enigmática figura conocida simplemente como el Escocés, un
misterioso
guerrero Lhiannan de las Tierras Altas, él último miembro de su linaje en
Escocia, que
soportó
durante mucho tiempo los ataques de Lupinos y Gangrel, hasta que finalmente se
unió a la
desaparición
del resto de su línea de sangre.
Irlanda,
la isla Esmeralda, era un lugar de difícil supervivencia para los Gangrel. La
presencia
de los Lupinos y hadas era demasiado fuerte, y no obstante, algunos miembros
del clan
lograron
sobrevivir allí, aunque la mayoría no durante mucho tiempo. Estos Gangrel eran
excepcionalmente
antiguos y también lucharon contra los Lhiannan irlandeses, entre los que se
encontraba
la poderosa figura de la Matusalén Magda, la Bruja de Connacht, que gracias a sus
increíbles
poderes consiguió acabar con todos los que intentaron matarla. La mayoría de
los
Lhiannan,
no obstante, ante la continua presión de sus enemigos, optaron por ocultar su
linaje,
siendo
a menudo confundidos con los Gangrel.
Inglaterra
y Gales ofrecieron mayor seguridad al clan, a pesar del creciente avance de la
civilización.
Algunos de los Gangrel ingleses eran anteriores a la invasión romana y
acompañaron a
las
tropas de César para cazar a los Lhiannan en sus santuarios druídicos. Otros
llegaron
posteriormente,
con las sucesivas oleadas de invasores anglos, sajones, jutos y normandos, y
entraron
en conflicto o se aliaron con los poderes locales, como el antiguo Aethelwulf,
que se
convirtió
en el ejecutor y brazo fuerte de Mithras, el príncipe de Londres.
Por
lo que se refiere a los Gangrel galeses, entre ellos se encontraban los
vampiros más
antiguos
del clan en Albión, y eran temidos por su sed de sangre de vampiro. Entre estos
antiguos se
encontraban
Vástagos como Bodhmall o Rhun de Tintagel, que recordaban la época del gobierno
del
mítico rey Arturo, a quien los Gangrel recuerdan como un valeroso caudillo
britano que se
enfrentó
a los sajones y a los rebeldes liderados por su hijo bastardo Mordred. Su
pírrica victoria en
Calman
aplastó la rebelión pero debilitó los últimos restos de la resistencia britana.
Posteriormente
la
figura de Arturo sería magnificada por la historias románticas y caballerescas
del escritor
Chrétien
de Troyes.
LA
PENÍNSULA IBÉRICA
En
la península ibérica los Gangrel no llegaron en grandes contingentes hasta la
invasión
visigoda
del siglo V, y en los años siguientes el clan se extendió sobre todo por la
provincia
Tarraconense
y hacia el sur siguiendo la costa mediterránea, antes de desplazarse hacia el
interior y
el
norte. No obstante ya se encontraban en la zona algunos Gangrel prerromanos,
como el antiguo
Rufus,
Abrazado entre las tribus vasconas y que recorría con frecuencia la cordillera
Pirenaica,
antes
de convertir en su dominio el pequeño principado de Andorra.
Durante
dos siglos los Gangrel merodearon por el reino visigodo, que unificó la
península
ibérica
por primera vez desde el dominio romano, hasta que la invasión musulmana desde
el Norte
de
África en el año 711, trajo con ellos a nuevos miembros del clan. Los Gangrel
que seguían a los
musulmanes
desarrollaron sus propias tradiciones en Al-Ándalus; frente a la gran mayoría
de los
Wa´Sheen,
los Gangrel islámicos, caracterizados por su estilo de vida nómada entre los
pueblos
africanos
y de Oriente Medio, los Gangrel de Al-Ándalus adoptaron los valores islámicos
de la
Yihad,
considerándose sabios guerreros del Islam, e identificándose más con los
valores de su
religión
que con las tradiciones de los Gangrel. Pronto desarrollaron su propia facción
dentro del
clan
y fueron conocidos como los Gangrel de las Taifas, o simplemente los Gangrel
Taifas, en
referencia
a los pequeños reinos en que se dividió el califato de Al-Ándalus tras las
crisis del siglo
XI.
La mayoría de estos Gangrel eran guerreros devotos, que viajaban por los reinos
hispánicos
persiguiendo
a vampiros cristianos de todo tipo, aliándose en ocasiones con otros vampiros
musulmanes.
Entre sus preceptos también se encontraba la renuncia a beber la sangre de los
fieles
del
Islam. Curiosamente, algunos eruditos responsabilizan directamente a estos
Gangrel y a otros
vampiros
islámicos de la propagación de extrañas epidemias que afectaron a los cruzados
cristianos.
Los
Gangrel Taifas sustituyeron la tradicional Asamblea de los Gangrel por un
cónclave
semestral,
y a menudo fueron despreciados y tachados de necios por sus compañeros de clan,
por
haberse
dejado atrapar por las trampas de la civilización. Entre los Gangrel Taifas se
encuentra la
figura
del Matusalén Shabaqo el Nubio, que se convirtió tardíamente a la fe musulmana
y el viajero
Al-Gamiz,
que exploró la península ibérica poco antes de la llegada de los invasores
islámicos.
Muchos
Gangrel Taifas fueron destruidos con el avance de la Reconquista, luchando
hasta el
final
por su fe, mientras que otros optaron por refugiarse en territorio islámico con
la caída del reino
nazarí
de Granada en 1492.
FRANCIA
Carlos,
el hijo mayor del rey Pipino el Franco, se convirtió en rey de los francos en
771.
Durante
su largo reinado extendió enormemente las fronteras de su reino, siendo
coronado
emperador
por el Papa en la Navidad del año 800, el primer emperador de Occidente desde
la caída
de
Roma. Los Gangrel que habitaban entre los pueblos germanos y eslavos de Europa
Central
lucharon
a menudo contra los ejércitos francos, y a la muerte del emperador, varios de
estos
antiguos
se unieron a los saqueadores vikingos para destruir el poder del Imperio
Carolingio. Sin
embargo,
sus esfuerzos fracasaron a largo plazo, a medida que los invasores normandos
negociaban
con
los reyes franceses y obtenían tierras en calidad de vasallos, convirtiéndose
al cristianismo y
finalizando
sus incursiones.
Distintos
linajes de Gangrel se encontraban asentados en Francia, al norte procedentes de
los
invasores
germanos y escandinavos, y al sur descendientes de francos y visigodos. A
medida que
los
asentamientos urbanos se extendían, pocos Gangrel permanecían durante mucho
tiempo en
territorio
francés. Algunos Gangrel, no obstante, consiguieron adaptarse a la vida en las
ciudades,
siendo
los primeros testimonios fiables de la aparición de los Gangrel Urbanos. Estos
“Gangrel
griegos”
procedían del Imperio Bizantino, donde eran especialmente numerosos.
GERMANIA
Y EL IMPERIO GERMÁNICO
La
situación fragmentaria del Sacro Romano Imperio Germánico, dividido entre
multitud de
pequeños
feudos, ducados y reinos a menudo enfrentados entre sí, se adaptaba
perfectamente a los
Gangrel,
y durante la Edad Media se convirtió en el centro de reunión del clan en
Europa. En
Germania
se decidió en la Gran Asamblea la marcha sobre Roma.
Y
no obstante, a pesar del poder del clan, el territorio germano también era
especialmente
peligroso
para los vampiros, debido a la fuerte presencia de los Lupinos, principalmente
de la tribu
conocida
como los Fenrir, observando y acechando desde sus refugios en los bosques y
especialmente
en la Selva Negra. En compensación, muchos de los antiguos Gangrel germanos
eran
excepcionalmente
viejos, algunos de ellos recordando la época de la Traición. Las leyendas de
los
héroes
escandinavos como la historia de la lucha entre Beowulf y el monstruoso Grendel
o la saga
de
Grettir y los vagr, deben en gran parte su aparición a la presencia de los
Gangrel.
De
Germania surgió también la figura del Altísimo, un Matusalén Gangrel que
influiría en
los
mitos y la religión germana hasta convertir la figura del dios de los muertos
Wodan (Odín), cuya
identidad
asumió personalmente, en el líder del Panteón nórdico. Sin embargo, tras las
invasiones
germánicas
el Altísimo viajaría hasta el lejano norte, desde donde fomentaría la siguiente
oleada de
invasores
a través de los vikingos.
Durante
el siglo XIII, el antiguo Arnulf de los Balcanes estuvo presente en la
decadente
Borgoña,
uno de los ducados del Sacro Romano Imperio, cazando a los hombres lobo de la
zona,
buscando
expulsar la presencia de los Lupinos de los Alpes, con la esperanza de
enfurecerlos lo
suficiente
para que atacasen a sus enemigos vampíricos y destruyesen los asentamientos
humanos
de
la región. Su chiquillo Wulfrick, por otra parte, lo ayudó con la esperanza de
convertir Borgoña
en
un dominio de los Gangrel, apartado de la política de los demás clanes. Arnulf,
no obstante, tenía
poca
paciencia para los juegos de poder, y a menudo se enfrentó con varios de sus
chiquillos que no
comprendían
sus deseos de destruir la civilización.
ITALIA
El
gran número de ciudades en la península italiana no era del agrado del clan Gangrel,
aunque
algunos antiguos se asentaron en los montes Apeninos. Sin embargo, en conjunto,
la
presencia
del clan entre las ruinas del antiguo Imperio Romano era mínima, dejando lugar
a la
influencia
de otros clanes.
EUROPA
ORIENTAL
Los
Balcanes se convirtieron en tierra de paso para numerosas invasiones
procedentes de
Oriente,
y también fueron la principal ruta de migración de los Gangrel. Numerosos
pueblos fueron
influidos
en mayor o menor medida por los vampiros del clan durante sus migraciones:
magiares,
hunos,
serbios, eslavos… y las manadas Gangrel los acompañaron en sus incursiones por
toda
Europa.
En
Europa Oriental se mantuvo la antigua organización de manadas durante más
tiempo que
en
ningún otro lugar. Estas manadas estaban formadas por cuatro o cinco vampiros
Gangrel unidos
por
la supervivencia común, y la vigencia de esta organización se remonta
directamente a los
primeros
tiempos anteriores a la Traición. Otra antigua tradición de los Balcanes era la
práctica
Gangrel
de enterrar a sus chiquillos recién Abrazados en encrucijadas, con la intención
de que se
desenterraran
y buscasen sus primeras presas por sí mismos.
En
Europa Oriental los Gangrel guerrearon con numerosos enemigos. Los hombres lobo
conocidos
como los Señores de la Sombra eran los más antiguos rivales de los vampiros por
el
control
de la zona, pero otros clanes más civilizados como los Tzimisce o los Ventrue
también se
convirtieron
en objetivos de las incursiones de los Gangrel. Sin embargo serían los Tremere,
en sus
orígenes
una Casa de hechiceros mortales, quienes se convertirían en los principales
enemigos del
clan
en los años siguientes. Como magos mortales consiguieron sobrevivir a las
depredaciones de
los
Tzimisce y como vampiros diabolizaron a Saulot y diezmaron el clan Salubri.
Lo
que realmente ofendió a los Gangrel fue la captura y experimentación de
vampiros que
llevó
a la creación de las Gárgolas. Los Tremere capturaron a vampiros de los linajes
Gangrel,
Nosferatu
y Tzimisce y mediante sus horrendas magias los convirtieron en horrores sin
mente,
utilizados
como carne de cañón para defenderse de los ataques de otros Vástagos,
principalmente
los
Tzimisce. Cuando los Gangrel descubrieron el origen de la línea de las
Gárgolas, acudieron ante
los
señores Tzimisce y se ofrecieron para ayudarles en la guerra contra los
vampiros hechiceros. La
batalla
entre los Tremere y los vampiros de Europa Oriental duró siglos, con
esporádicos estallidos
de
violencia por ambas partes. Varias Gárgolas fueron destruidas por los Gangrel,
mientras que
otras
fueron rescatadas y liberadas del control de sus amos.
Entre
los Gangrel de los Balcanes destaca la figura del guerrero Arnulf. Aunque
existen
leyendas
de su presencia entre los escitas combatiendo a Alejandro Magno, las fuentes
más fiables
indican
que recibió el Abrazo entre los visigodos en el siglo V. Acompañó a los hunos
en el saqueo
del
Imperio Romano, ayudó a los mongoles a invadir Polonia y Hungría, y ayudó a los
turcos a
saquear
Constantinopla. Arnulf se convirtió en un auténtico y feroz guerrero seguidor
del Camino
de
la Bestia y enemigo de la civilización, deseando el retorno de los antiguos
modos de vida
nómadas,
con las manadas Gangrel viajando por las tierras salvajes en tiempos más
primarios y
antiguos.
Muchos destacados Gangrel de Europa Central y Oriental descendieron del linaje
de
Arnulf,
entre ellos Iolanta de Polonia, Mitru y Morrow de Transilvania o Wulfrick de
Borgoña.
Arnulf
viajó a menudo con los líderes de los pueblos bárbaros, matando a aquellos que
traicionaban
sus tradiciones y se acomodaban con los encantos de la civilización.
Finalmente, la
destrucción
de Arnulf llegaría debido a su empeño por involucrarse directamente en las
invasiones
mortales
eligiendo bando. Tras la caída de Constantinopla a manos de los turcos otomanos
en 1453,
Arnulf
viajó por Europa Oriental acompañando a los invasores, y encontró su fin en
1514 debido a
la
traición de su chiquillo Mitru y a una emboscada del voivoda Vlad Tepes, del
clan Tzimisce.
En
la lejana Rusia, los Gangrel se aliaron con los Nosferatu, servidores de la
hechicera Baba
Yaga,
y a menudo se enfrentaron con los señores Tzimisce y hombres lobo que
reclamaban el
territorio
para sí. Con la desaparición de Baba Yaga en el siglo X y a medida que los
rusos
aceptaban
el cristianismo ortodoxo y la civilización, los Gangrel se retiraron a los
rincones más
aislados
del país. Entre los Gangrel de Rusia destaca la figura de Viktor, teniente y
general de los
ejércitos
de Baba Yaga, un feroz cazador de hombres lobo con un fuerte sentido del honor.
Algunos
rumores
sugieren que en algunos casos los Gangrel rusos llegaron a aliarse con los
Tremere para
derrocar
a los señores Tzimisce.
ESCANDINAVIA:
ODÍN Y LOS EINHERJAR
Hacia
el año 1000 a.C. los antiguos germanos vivían en pequeños grupos familiares,
subsistiendo
en condiciones muy duras y la presión demográfica los obligó a emigrar a otras
tierras,
extendiéndose
por las tierras de Germania, el Báltico y Escandinavia. En varias ocasiones
invadieron
las fronteras del Imperio Romano y fueron las migraciones (o invasiones)
germanas las
que
precipitaron su final.
En
las tierras de Escandinavia, ningún otro poder poseía tanta influencia como la
figura del
Matusalén
Gangrel conocido como el Altísimo. Ya era viejo cuando las tribus germanas
invadieron
Occidente
o cuando los antepasados de los escandinavos emigraron hacia el norte. Entonces
era
conocido
con un nombre distinto y actuaba como hombre sagrado para las tribus germánicas.
Fue
en
gran parte debido a su influencia que el culto del antiguo Wodanaz (Odín), el
dios de los
muertos,
se alzó en supremacía entre la aristocracia frente a los dioses de la
fertilidad y las
cosechas.
El antiguo Wodanaz no era el rey de los dioses, pero gracias al Altísimo y bajo
el nombre
de
Odín llegaría a serlo en la Escandinavia vikinga, honrando a los guerreros
caídos en combate.
Los
Vástagos nórdicos, mayoritariamente del clan Gangrel, tenían leyendas sobre la
creación
del mundo y los vampiros muy diferentes de los occidentales, transmitidas a
través de la
tradición
oral y con un fuerte influjo de los mitos escandinavos. La tradición nórdica,
muy distinta
de
los relatos bíblicos, incluye infinidad de dioses y diosas, así como de
gigantes y monstruos.
Como
los vampiros de Escandinavia o Einherjar no seguían los ritos
cristianos, carecían de
referencias
a Lilith, Caín o el jardín del Edén. En su lugar su herencia de sangre provenía
de Odín y
los
dioses nórdicos, tal y como cuenta Hasteinn Comehígados:
“Escuchad bien, hijos míos, pues estas son las palabras
transmitidas a cada uno de los
einherjar. Desde Canarl a sus huskarls y así a todos
los einherjar ha llegado esta historia.
Al principio, en la oscuridad del Vacío, Odin y los
Aesir nacieron de los gigantes (o etones)
y los viejos dioses. Matando a Ymir y haciendo de
Asgard su hogar, los Aesir gobernaron sobre
Valhala, el hogar de los valientes, en la tierra más
allá del reino mortal. Muchas y variadas eran
las criaturas que vivían fuera de Midgard: los alfar,
los dverges, los trolls y los jotuns; de vez en
cuando estos seres trataban o se enfrentaban con los
dioses, y en algunas ocasiones iban a
Midgard, el mundo mortal, para involucrarse en las
obras de los hombres.
Odín el Tuerto, nigromante y señor de la muerte, vino a
Midgard con sus Valkirias para
buscar guerreros valientes. Entre los muertos buscó y
escogió, tomando a los más hábiles y
poderosos para que residieran en el Valhala, donde
disfrutarían y pelearían hasta que el Ragnarök
viniera a reclamar a los dioses e hiciera temblar el
mundo. Con su lanza y las runas Odín caminó
por los campos de los muertos, buscando a los guerreros
que detendrían a los jotuns y forjarían un
nuevo mundo tras el final de Midgard.
En los campos de una terrible batalla Odín encontró a
un guerrero de gran fuerza y
tenacidad. Expulsado de su familia a causa de su furia,
este berserker reunió en torno a él a una
leal banda de huskarls que compartieron sus riquezas y
lucharon junto a él en todo momento. Pero
heridos en la guerra, abatidos por la malvada brujería
y golpes mortales, sus cuerpos muertos
quedaron esparcidos en el campo de batalla, donde la
sangre tiñó de un color rojo hierro la tierra.
Sólo el solitario berseker todavía vivía, y su cuerpo
proscrito se negaba a escuchar la llamada del
cuerno de Heimdall.
Por su vitalidad y habilidad, Odín en persona marcó al
guerrero, descendiendo sobre el
hombre, como un ladrón que busca despojos en el campo
de batalla, y le susurró a su espíritu
agonizante, preguntando su nombre para poder llevar al
guerrero al Valhala.
“Canarl, me
llamo”, dijo entre jadeos el proscrito, “pero me conocen como el Bastardo,
pues mi familia me desheredó. He combatido en muchos
campos de batalla desde entonces, pero
debido a la marca rúnica sobre mi frente estoy
condenado a no morir.”
Odín observó la cabeza del hombre y vio allí la marca y
supo que sus palabras eran ciertas.
Entonces, con la visión de su único ojo Odín leyó los
hilos de su destino y cambió la suerte de
Canarl.
“Mientras tu valor se enfrente a la muerte, harás
frente a los estragos del tiempo. Tu
habilidad es portentosa, pero por mi mano lo será más.
Tu sangre se derramó sobre los campos
tiñéndolos de rojo; te daré mi sangre, y a través de
ella conocerás mi poder. ¡Que cobren fuerza
los tendones de tus piernas! ¡Que cobre fuerza tu mano
para agarrar la lanza! ¡Por la marca
rúnica nunca serás afectado por el paso del tiempo!
¡Por las artes de la guerra tú gobernarás!”
A medida que Odín pronunciaba estas palabras acercó su
lanza a la cara de Canarl, y por
la punta de Gungnir discurrió la brillante sangre roja
del dios. Tres gotas cayeron sobre los labios
de Canarl, y fue golpeado con el arma de batalla; su
cuerpo se retorció y sus pulmones se
ahogaron, y murió aún en vida.
Con los poderosos pronunciamientos del destino y el
poder de la sangre Odín dio a Canarl
la eternidad, pero el destino demandaba una
compensación. El ojo de Odín se asomó de nuevo a
los caminos del futuro y entonó las demandas a las
Nornas: “Con este pacto secreto que has
realizado deberás esconderte y no ser descubierto,
deberás huir de la luz del sol y del fuego.
Ninguna carne contendrá el poder de mantenerte con
vida, ninguna carne podrá envenenarte; sólo
la sangre de los hombres dará calor a tu pecho. Con la
sangre que da la vida a los fuertes se verá
tu poder multiplicado. Has derramado sangre y más
sangre habrás de derramar, y sólo
acercándote a mi sangre tú y tu linaje conoceréis la
grandeza.”
Al final Odín habló por última vez, en esta ocasión
pausadamente, y de forma deliberada,
diciendo, “Pero si eludes los caminos de la guerra, si
aceptas el mando de los Vanir, entonces
estarás al lado de ellos en las Noches Finales;
abandona la lanza y la espada y no conocerás la paz
para tus hermanos aunque encuentres la paz del
Vanaheim. Con las palabras de los Vanir
sobrevivirás de forma tranquila mientras los guerreros
alcanzan la gloria y la muerte en el
Ragnarök.
Odín se alejó de Canarl, recogiendo su lanza y llamando
a sus cuervos. Canarl se levantó
del suelo, y a su izquierda derramó la sangre de sus
heridas sobre la boca de Ivar, su thegn, el cual
se levantó; y a su derecha derramó la sangre de sus
heridas sobre la boca de Odindisa, su mujer, la
cual se levantó; delante de él derramó la sangre de sus
heridas sobre la boca de Eyjolf, su skald, el
cual se levantó. Y se encomendaron a los sacramentos de
la muerte, y construyeron allí una ciudad
en honor a Odín…”
Esta
leyenda nórdica sobre la creación de los vampiros muestra como el Altísimo
introdujo
la
influencia del culto de Odín y su propia influencia en los relatos del origen
de los Vástagos.
Existe
cierta similitud entre los nombres de Caín y Canarl, y del mismo modo que Caín
creó a los
tres
vampiros de la Segunda Generación, Canarl crea a tres Vástagos que desempeñan
papeles muy
semejantes
a los atribuidos a la Segunda Generación.
Es
muy probable que el Altísimo llegara a conocer de un modo u otro las leyendas
bíblicas
sobre
Caín, y de algún modo las manipuló en su beneficio, otorgándose el papel de
creador de toda
la
raza vampírica, del mismo modo que había influido a los cultos germánicos para
otorgar una
posición
dominante a Odín por encima de los demás dioses germánicos y escandinavos.
Los
gigantes, etones o jotunn, que aparecen en multitud de leyendas y mitos
germánicos
como
adversarios de los dioses, aparecen en ciertos relatos como los Gigantes del
Este, y serán ellos
los
desencadenantes de las Noches Finales y del fin del mundo. Muchos Gangrel
consideran que se
refiere
a los vampiros orientales, con quienes el clan guerreó en Oriente en el
principio de los
tiempos.
A
partir de estos mitos, los vampiros nórdicos, sin importar su clan, se
consideraban
descendientes
de Odín, y algunos de ellos incluso llegaron a adoptar el papel de divinidades,
utilizando
sus poderes para adquirir influencia y poder, exigiendo tributos y sacrificios
de sangre. El
propio
Altísimo viajó al norte mientras el Imperio Romano de Occidente se desmoronaba,
siendo
considerado
una reencarnación de Odín por los nórdicos y quizás en su propia mente. Se
instaló en
Uppsala,
en Suecia, tras encarnizadas batallas con los hombres lobo que habitaban la
zona, desde
mediados
del siglo VII hasta el siglo XII, y en aquel lugar levantó su santuario,
dirigiendo su culto
con
una prole de Valkirias y Huscarls convertidos en ghouls y vampiros. Extendió
una serie de
prácticas
religiosas entre los einherjar vampíricos y mortales que incluían la
realización de
sacrificios
y rituales en momentos señalados del año y de la vida cotidiana. Viajó por toda
Escandinavia
durante la edad vikinga, Abrazando a los héroes que atraían su atención. De
hecho,
aún
actualmente la mayoría de los Gangrel de Escandinavia extienden su linaje hasta
el Altísimo.
Bajo
su dominio el Templo de Uppsala comenzó a asemejarse al Valhala, y sus
servidoras y
progenie,
las Valkirias, viajaron por toda Escandinavia buscando la sangre de los héroes.
Algunos
eran
Abrazados, pero la gran mayoría eran convertidos en ghouls para servir al
Matusalén. Estos
héroes
eran agasajados en el templo, participando en festines y bebiendo del Cuerno de
Sangre, un
artefacto
místico, que convertía el hidromiel y la cerveza en la sangre del vampiro que
derramase
una
gota en él. De esta forma el Altísimo y sus servidores del Valhala se mantenían
sin la necesidad
de
grandes rebaños. Numerosos vampiros y no sólo Gangrel acudían ante él para
escuchar su
consejo.
No
se sabe si el Altísimo participó o no en las invasiones germánicas que
precipitaron el
final
del Imperio Romano, pues parece que fue la Matusalén Matasunthta quien dirigió
la Gran
Turba
de manadas Gangrel que se precipitó sobre Occidente. Es posible, no obstante,
que estuviera
presente
entre los germanos que atacaron las fronteras del Imperio Romano ya en el siglo
I. Con
mayor
seguridad fue el Altísimo quien fomentó o por lo menos consintió, la nueva
oleada de
invasores
nórdicos que a partir del siglo VIII cayeron sobre Europa. El asalto al
monasterio de
Lindisfarne
en el año 793 se acostumbra a tomar como el punto de arranque de las
incursiones
normandas.
No obstante, las grandes invasiones no se producirían en gran escala hasta el
año 834,
en
medio de la decadencia del Imperio Carolingio. De todos los invasores que
asaltaron Europa
durante
la Alta Edad Media fueron los vikingos, normandos, machus o russ dejaron una
profunda
impresión
entre los reinos occidentales y adquirieron una imagen apocalíptica y
demonizada.
Sin
embargo, en torno al 800, los normandos no eran desconocidos para la
Cristiandad
occidental.
Ya desde el 700 (misión de san Wilibrordo) se había hecho un intento de
evangelizar
Dinamarca.
Un siglo más tarde, el rey Godofredo construía un muro (el danevirke) para
protegerse
de
los francos conquistadores de Sajonia. Mercaderes frisones, súbditos de los
carolingios, tenían
establecimientos
en torno al lago Mälar...
Las
causas de la gran expansión normanda pudieron ser varias. Se ha hablado de
cambios
climáticos
en las dos penínsulas nórdicas; de superpoblación; de odio a los cristianos, de
acuerdo
con
la visión muy ideologizada de los monjes-cronistas; de la existencia de unas
aristocracias
militares
en Jutlandia y Escandinavia que, con escasas perspectivas en estos países,
hubieron de
labrarse
su fortuna en el exterior. Lo que sí parece claro, de acuerdo con las
investigaciones
arqueológicas
(Oseberg fundamentalmente) es que los normandos disponían de un eficaz equipo
militar
y, sobre todo, de rápidas embarcaciones que les permitieron alcanzar desde las
islas del
Atlántico
Norte hasta el mundo bizantino y musulmán.
No
resulta fácil fijar las líneas maestras de la expansión normanda. Se ha hablado
de tres
momentos:
la etapa de la depredación, la del establecimiento de colonias y la de la
creación de
auténticos
Estados. Por lo que se refiere al protagonismo y los campos de actuación se ha
hecho
también
una división ya clásica: noruegos, daneses y suecos.
Los
normandos noruegos fueron los más madrugadores y los que más lejos llegaron en
sus
expediciones.
Al saqueo de algunos monasterios ingleses a fines del siglo VIII siguieron, a
partir
del
809, terribles depredaciones sobre Irlanda en donde llegarían a establecer un
reino que, con
distintas
vicisitudes, se mantendría hasta el año 1000. Sobre el continente y tomando
como bases
algunas
islas costeras y las desembocaduras de los ríos, los noruegos dejaron sentir su
peso sobre
Nantes
(843), las costas astures y galaicas, Lisboa y Sevilla. Las mayores hazañas sin
embargo, las
acometieron
en la ruta vikinga del Oeste ("vestrvegum i vikingu" denominada en
los monumentos
rúnicos
y en la literatura de las sagas) marcada por una diagonal insular: Shetland y
Feroe (a partir
del
825); Islandia (desde el 865) y Groenlandia (hacia el 985) alcanzada por Erik
el Rojo. En los
años
siguientes, su hijo Leif Erikson pondría el pie en el litoral de América del
Norte.
Las
hazañas depredadoras de los daneses se iniciaron de forma sistemática con el
saqueo de
Durstel
en el 834. Las rivalidades entre los sucesores de Carlomagno favorecieron las
operaciones
de
rapiña que las poblaciones del Occidente trataron de evitar pagando pesados
tributos conocidos
como
danegeld. La memoria histórica guardaría el recuerdo del caudillo Hasting que
en el 859 y al
frente
de 62 navíos organizó una gigantesca razzia que alcanzó las costas de
Marruecos, cruzó el
estrecho
de Gibraltar y depredó las Baleares, las bocas del Ródano y parte del litoral
italiano.
Sin
embargo, las correrías danesas tuvieron como objetivos esenciales Francia e
Inglaterra
en
donde acabaron creando importantes establecimientos permanentes.
La
conquista de Inglaterra se inició, de manera coordinada, a partir del 865 en
que un gran
ejército
danés ocupó Anglia Oriental y Northumbria. Meses más tarde le tocó el turno a
Mercia. En
el
872 caían Cambridge y York. La resistencia nacional anglosajona fue encabezada
por el rey de
Wessex
Alfredo el Grande. A su muerte (899) se había alcanzado una cierta estabilidad:
el reino de
Wessex
cubría todo el Suroeste de Inglaterra, mientras que los daneses se situaban en
una zona (el
Danelaw)
en cuyo centro se alzaban las cinco plazas fuertes de Derby, Leicester,
Lincoln,
Notingham
y Stamford. En los años siguientes, los sucesores de Alfredo, Eduardo y Edgardo
reemprendieron
la ofensiva. En el 973, este último se titulaba rey de Inglaterra y jefe de las
Islas y
de
los reyes del mar, lo que suponía el reconocimiento de su autoridad por los
caudillos normandos
del
Danelaw.
La
gran ofensiva danesa sobre Francia se produjo a partir del 878 en que un ejército
rechazado
de Inglaterra por Alfredo cayó sobre el continente. Durante algunos años una
amplia área
fue
objeto de sistemático pillaje. Sin embargo, los invasores fueron detenidos
delante de París por el
duque
Eudes en el 884. El desgaste generalizado condujo a la suscripción de un
acuerdo: el
monarca
carolingio Carlos el Simple otorgó al caudillo danés Rollón (Rolf) convertido
al
Cristianismo
el territorio sobre el canal de la Mancha que recibiría el nombre de Normandía.
El
tratado
de Saint-Clair-sur-Epte era así (911) el primer paso para la estabilización de
los normandos
en
el continente.
Bajo
el nombre de "i austrvegi" las sagas escandinavas conocían la ruta
del Este, el camino
de
los normandos suecos por el espacio ruso. Una cuestión que se entrevera con la
historia de otros
pueblos:
los eslavos, llegando a gobernar entre ellos.
Junto
a los vikingos, bien en expediciones comerciales o de saqueo, viajaron los
Gangrel y
otros
vampiros nórdicos, que en ocasiones formaron sus propias bandas de ghouls y
vampiros y
cayeron
sobre los dominios de los vampiros occidentales. La mayoría de las incursiones
vampíricas
terminaban
en sangrientos conflictos con los Vástagos de Occidente y en muy pocas
ocasiones se
alcanzaban
acuerdos.
Los
dominios de los clanes Lasombra y Ventrue fueron especialmente afectados por
estos
ataques
y por las violentas “Bestias del Norte”, por lo que decidieron contraatacar con
sus propios
medios
para frenar a los invasores. Los Lasombra afrontaron el problema vikingo
mediante la
religión,
y a través de su influencia en la Iglesia a partir del año 876 favorecieron los
esfuerzos de
los
misioneros cristianos para convertir Escandinavia. En Bizancio, vikingos y
mercenarios
nórdicos
fueron reclutados para formar el cuerpo conocido como la Guardia Varega o
Varangiana,
al
servicio del Emperador Bizantino.
Por
su parte los Ventrue utilizaron métodos más directos contra los vikingos,
introduciendo
a
sus agentes entre la aristocracia nórdica, desviando ataques mediante el
soborno y aumentando las
fortificaciones
y la resistencia armada en Occidente. Mediante sus servidores los Ventrue
fomentaron
la expansión del feudalismo hacia Dinamarca y los países nórdicos, creando las
primeras
monarquías unificadas, que quebraron el poder de los jarls nórdicos. En una
apresurada
reunión
en el año 898 los Ventrue trazaron los primeros pasos de un plan para asimilar
a los pueblos
nórdicos,
ofreciendo a los vikingos y a los Vástagos nórdicos la oportunidad de tomar
posiciones de
poder
siempre que defendieran el orden establecido.
El
Altísimo reaccionó a estos esfuerzos con ferocidad, lanzando a sus einherjar y
a los
invasores
vikingos contra las ciudades del norte de Europa, destruyendo Hamburgo y otras
poblaciones,
pero a pesar de estos violentos ataques poco a poco el cristianismo y el
feudalismo
consiguieron
extenderse sobre la sociedad nórdica. Los vikingos guerrearon entre ellos ya no
por
disputas
territoriales o por cuestiones de honor. La religión del Cristo Blanco se
impuso dejando un
reguero
de sangre entre los adeptos de la antigua religión y uno tras otro los cultos
de los einherjar
fueron
cayendo ante el abandono voluntario de los fieles o bajo la espada de los
conversos
cristianizados.
Aunque algunas tradiciones nórdicas se mantendrían bajo la cubierta del
cristianismo
o
en enclaves aislados, a medida que los vikingos se establecían en asentamientos
permanentes y
adoptaban
las costumbres occidentales, la edad de las incursiones llegó a su fin. Los
Gangrel se
negaron
a adaptarse a la civilización feudal y se retiraron a las tierras más salvajes,
acosados en
todos
los frentes por los vampiros cristianos y occidentales, que azuzaban a los
mortales contra ellos
y
que los consideraban monstruos paganos. Incluso la fuerza del Altísimo y de su
culto no pudo
detener
la influencia del cristianismo. Los suecos se convirtieron, de mejor o peor
grado, y
finalmente
estalló una guerra que se resolvió a favor de los cristianos. A principios del
siglo XII un
ejército
de campeones y hombres santos llegaron durante el día para destruir el maldito
Templo de
Uppsala,
y aunque los servidores del Altísimo resistieron, pronto fueron dispersados. El
Templo fue
incendiado
y muchas Valkirias perecieron. Los supervivientes que consiguieron huir fueron
atacados
esa misma noche por los hombres lobo conocidos como Fenrir, que durante muchos
siglos
habían
sido enemigos del Altísimo y profetizaban que su dios lobo devoraría a Odín en
el
Ragnarök.
Las
Valkirias desaparecieron, entrando la mayoría en letargo en los rincones más
apartados
del
norte, mientras que unas pocas entraron en la nueva sociedad de los einherjar,
permaneciendo
alerta
y sin olvidar, en la convicción de que el Altísimo regresaría para guiarlas en
las Noches
Finales.
En cualquier caso la destrucción del Templo de Uppsala y la desaparición del
Altísimo
conmocionó
a los Vástagos nórdicos y significó el fin de las antiguas costumbres. Uppsala
se
convirtió
en un obispado cristiano en el año 1164, y Werter, uno de los chiquillos del
Altísimo, se
convirtió
en el líder nominal de los vampiros suecos, tratando de impedir que Vástagos
extranjeros
se
instalasen en el país.
Muchos
de los últimos einherjar huyeron al Estado Libre de Finlandia, el último
bastión de
las
antiguas costumbres de la edad de los vikingos. Según la leyenda, tras la caída
del Altísimo,
docenas
de einherjar navegaron en sus drakkars hasta la Tierra de los Diez Mil Lagos,
llevando con
ellos
a cientos de mortales. En las profundidades de Finlandia establecieron su nuevo
hogar. Erik
Dientes
Largos, un feroz guerrero Gangrel, se convirtió en su protector, junto con
varias de las
Valkirias
supervivientes de la destrucción de Uppsala.
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