MESOPOTAMIA
Tras
su regreso de Oriente, Ennoia reapareció nuevamente entre la civilización
sumeria,
hacia
el 2200 a.C. Otros Vástagos habían prosperado en la ciudad de Ur, como los
Ventrue y los
Toreador,
pero la mayoría se habían trasladado en busca de otros dominios más prósperos.
Cuando
la
gloria de Sumeria fue restaurada con las invasiones orientales, Ennoia se
instaló en Ur y erigió un
zigurat,
la Montaña Celestial, en honor de Innana, la diosa de la luna, cuya identidad
asumió, como
había
hecho la progenitora Toreador antes que ella. Ur se convirtió en una fortaleza
y refugio para
los
Gangrel
Durante
sus viajes Ennoia había capturado criaturas extrañas y míticas y mediante su
inmenso
poder las había aprisionado en su carne inmortal. Sin embargo, finalmente su
carga se hizo
demasiado
pesada y transmitió la responsabilidad de su cuidado a un chiquillo
especialmente
adiestrado
para tal fin: Enkidu, un hombre del que surgirían varias leyendas mesopotámicas
que
darían
lugar al Noé bíblico. Igual que Noé salvó una pareja de cada bestia y animal de
la
destrucción
del Diluvio, Enkidu custodiaría a las bestias de Ennoia durante toda la
eternidad. Entre
estas
bestias se encontraba un monstruo feroz y destructivo creado por el oscuro dios
Set a partir de
un
animal extinto, pero Ennoia deseaba preservar su vida porque era el último de
su especie.
Los
Gangrel no sólo permanecieron en la ciudad de Ur, sino que también se
extendieron por
las
cercanías del resto de las ciudades de Sumeria. Esta civilización poseía un
extraño lenguaje que
no
estaba relacionado con ninguna otra lengua, lo que ha llevado a muchos eruditos
vampíricos a
pensar
que los primeros sumerios eran descendientes de las tribus que habitaban la
ciudad de
Enoch.
En aquellos primeros tiempos algunos Gangrel trataron de empujar a los mortales
para que
adoptaran
un estilo de vida nómada, lanzando hordas de bestias y saqueadores bárbaros
contra las
ciudades,
pero a largo plazo sus esfuerzos fueron baldíos.
Tiempo
después la ciudad fue atacada por los Seguidores de Set y sus aliados mortales,
entre
los
que se encontraban pueblos semitas de las llanuras de Persia y Siria. La
sangrienta invasión puso
fin
a la última edad dorada de Sumeria, y muchos Gangrel cayeron durante la
destrucción de Ur.
Enkidu
consiguió huir mientras la ciudad ardía, convirtiéndose en un enemigo de los
Seguidores de
Set,
que han continuado dándole caza a través de los siglos, tratando de apoderarse
de la bestia de
su
dios.
Algunos
Gangrel consiguieron sobrevivir y siguieron a los semitas en sus conquistas y
campañas
de destrucción, pero en unos pocos siglos se dieron cuenta de que los mortales
no
abandonarían
las ciudades ni dejarían de cultivar los campos. Muchos abandonaron estos
planes
destructivos
e infructuosos hacia el final de la época babilónica antigua (1595 a.C.) y se
instalaron
entre
las tribus nómadas de las estepas, dispersándose nuevamente.
EGIPTO
El
origen de la presencia de los Gangrel en Egipto no está muy claro, aunque los
testimonios
y
evidencias más antiguos parecen indicar que estuvieron relacionados con Anubis,
el dios chacal, y
desempeñaron
el papel de guardianes de los muertos. Tuvieron algunos contactos con la tribu
de
hombres
lobo de Egipto conocidos como los Caminantes Silenciosos, con los que al
parecer tenían
algunos
lazos. Curiosamente una rama familiar de esta tribu de Lupinos posee lazos con
los gitanos,
por
lo que tal vez la presencia Gangrel en Egipto no sea una mera coincidencia.
El
linaje e identidad del misterioso vampiro que Abrazó al dios-faraón Osiris
constituyen
una
incógnita, aunque algunos eruditos han teorizado que podría haberse tratado de
Ennoia, a juzgar
por
sus habilidades cambiantes durante su batalla final con Set, aunque cuando
menos se trata de
especulaciones
demasiado vagas.
En
cualquier caso, los Gangrel egipcios más antiguos pueden trazar su linaje hasta
el
sacerdocio
de Anubis, y desempeñaron fielmente su cometido de guardianes de las tumbas de
los
seguidores
de Osiris mucho tiempo después de que el dios-faraón fuese asesinado por su
hermano
Set.
Las continuas guerras y el carácter nómada de los Gangrel se cobraron numerosas
bajas en la
guerra
contra los Seguidores de Set, enemigos de Osiris y sus aliados, pero los
descendientes de
Ennoia
han conseguido mantener su presencia en Egipto a lo largo de los siglos, a pesar
de los
sucesivos
períodos en los que los Seguidores de Set han conseguido la preeminencia en el
país.
LAS
CIVILIZACIONES CELTAS: LOS LHIANNAN
El
significado de la palabra celta es bastante antiguo, pero parece proceder del
término
griego
“keltoi”, con el que los griegos designaban a todos los pueblos no helénicos
que habitaban al
norte
de los Balcanes, sin mayores distinciones. Distintos estudiosos de las
civilizaciones “celtas”
han
tratado de trazar un conjunto de características que definan una civilización
estrictamente
céltica,
pero todavía no existe una posición común. La opinión más generalizada
considera como
celtas
a los pueblos que surgen de la transición de las civilizaciones de los períodos
Hallsttat y La
Tène,
así como a otras culturas prerromanas influidas directa o indirectamente por
ellas.
La
transición de la civilización de Hallsttat a La Tène tuvo lugar hacia el siglo
V a.C.,
constituyendo
un proceso continuado, desplazando los asentamientos del sur de Europa Central
hacia
el norte, abarcando una franja de amplio territorio desde Champaña hacia
Bohemia, donde se
continuó
la tradición de una cultura de pueblos y granjas fortificados y tumbas
principescas. Entre
los
siglos V y IV a.C. se produjo un notable incremento demográfico, que provocó la
migración de
los
pueblos célticos. Las fuentes históricas narran el avance de los celtas hacia
Italia, invadiendo la
región
de Etruria y saqueando la mismísima Roma en el 319 a.C. como represalia por el
asesinato
de
un jefe galo
Entre
los pueblos prerromanos y celtas se asentó una orgullosa y altiva línea de
sangre de los
Gangrel:
los Lhiannan, descendientes, según las leyendas, de uno de los traidores que
abandonaron
a
Ennoia durante la guerra contra los Ravnos y los Gigantes del Este.
Por
lo que respecta a los propios Lhiannan, las historias sobre sus propios
orígenes son
confusas,
con relatos que hablan de una misteriosa Bruja que derramó su sangre y dio
lugar al clan,
guerras
entre los hijos de la Madre Luna y otros elementos diferentes, que en ocasiones
son muy
similares
a los que aparecen en las historias de Lilith y Ennoia. Sin embargo, a partir
de los
testimonios
de diferentes vampiros, parece que el progenitor o progenitora de los Lhiannan
huyó
hacia
el oeste y una vez allí, pactó con un poderoso espíritu de la naturaleza que
cambió su sangre y
poseyó
su cuerpo. Todos los vampiros descendientes del primer Lhiannan poseían un
fragmento de
este
espíritu, que se debilitaba a medida que nuevos Vástagos del linaje eran
Abrazados, por lo que
los
Lhiannan eran muy cuidadosos con la creación de nuevos vampiros y sólo
Abrazaban muy de
cuando
en cuando. En su mayoría los Lhiannan eran mujeres, aunque algunos hombres
también
fueron
introducidos en la línea de sangre.
Los
Lhiannan se asentaron como druidas y sacerdotes paganos entre los pueblos
prerromanos,
y en su época de mayor auge, durante la Edad del Bronce, la presencia de la
línea de
sangre
se extendía desde las Islas Británicas hasta el Báltico, aunque la mayoría de
ellos se
asentaron
entre los pueblos célticos. Nunca fueron muy numerosos, para evitar el
debilitamiento del
espíritu
que habitaba su sangre, y su pacto los ataba a arboledas y lugares de
significación sagrada,
debilitándose
si los abandonaban. Los Lhiannan eran considerados divinidades o mensajeros de
los
dioses,
y a menudo reunieron enormes cultos de seguidores, de los que recibían
numerosos y
sangrientos
sacrificios, bien atestiguados entre las fuentes romanas. Muchos héroes celtas
lucharon
contra
las feroces hechiceras que se alimentaban de sangre.
Sin
embargo, a largo plazo, el pacto de los Lhiannan con los espíritus constituyó
su
perdición.
Los hombres lobo consideraron su presencia y sus magias una corrupción de sus
propias
costumbres
y cazaron a los Lhiannan siempre que pudieron. Asimismo, cuando otros Gangrel
llegaron
del este y descubrieron a los descendientes de uno de los traidores que habían
abandonado
a
Ennoia, declararon la guerra a los Lhiannan, y gran parte de los conflictos
entre las tribus celtas
tuvieron
lugar debido a la enemistad entre Lhiannan y Gangrel. Con las tribus galas que
invadieron
el
sur de Britania viajaron numerosos Gangrel que saquearon los santuarios
Lhiannan y usurparon
su
liderazgo de los pueblos celtas.
La
lucha fue larga y terrible, y se cobró numerosas víctimas entre ambos bandos,
pero finalmente la
superioridad
numérica de los Gangrel terminó por imponerse. Algunos incluso no dudaron en
acompañar
a las legiones romanas que invadieron la Galia y Britania para destruir a los
Lhiannan.
Sin
embargo, fueron muchos más los que perecieron o huyeron ante el avance de la
civilización
romana.
LAS
CIVILIZACIONES GRIEGAS
Los
cimerios invadieron la península del Peloponeso alrededor del 1200 a.C. y
destruyeron
la
civilización micénica. Muy pocos datos y evidencias arqueológicas han
sobrevivido sobre estos
invasores
procedentes de Europa Oriental. A juzgar por las fuentes vivieron durante un
tiempo al
norte
de Grecia y guerrearon a menudo con los escitas, llevándose a menudo la peor
parte. Parece
que
en algún momento de la Antigüedad los cimerios se dividieron en dos grupos: uno
fue sometido
y
absorbido por los escitas, y se desconoce si emigraron a algún otro lugar,
mientras que el otro
grupo
luchó hasta el final contra los escitas y fueron totalmente exterminados con
casi total certeza.
Los
escitas reemplazaron a los cimerios en el norte de Grecia y entraron en
conflicto con los
antiguos
griegos (de hecho, Escitia fue una de las pocas naciones que no fue sometida
por el
conquistador
Alejandro Magno). Los escitas eran un pueblo nómada, situado principalmente en
las
tierras
en torno al Mar Negro, y eran excelentes jinetes, esclavistas y saqueadores. El
historiador
Herodoto
menciona en sus obras cómo los escitas redujeron una revuelta de esclavos
azotándolos
con
los látigos de sus caballos. Se enfrentaron a Darío el Grande, rey de los
persas, y se
consideraban
a sí mismos descendientes del dios del trueno. A partir del siglo V a.C.,
cuando el
pueblo
escita estaba plenamente desarrollado, comenzaron su expansión desde las
llanuras del este e
invadieron
el territorio de los cimerios. Comerciaron con las colonias griegas del Mar
Negro y con
los
pueblos tracios de Bulgaria, adaptando muchos de los elementos de defensa y
estrategia griegos.
Parece
que la guerra entre cimerios y escitas fue exacerbada por las rencillas entre
tres
poderosos
vampiros, todos chiquillos de un mismo sire del clan Gangrel. Sólo ha
sobrevivido el
nombre
de uno de ellos, Egontha, aunque en las historias tradicionales del clan se les
atribuyen los
nombres
de los fundadores de Escitia: Agathyrsus, Gelonus y Scythes. Parece ser que
Agathyrsus y
Gelonus
tuvieron un conflicto con su sire, por lo que tuvieron que huir hacia el oeste,
llegando hasta
Cimeria
e instalándose allí. Scythes llegó posteriormente y se instaló entre los
escitas, y siendo el
más
capaz de sus hermanos, ayudó a su pueblo a convertirse en una poderosa nación.
Cimeria y
Escitia
libraron varias batallas, pero Escitia las ganó casi todas, en gran parte
debido a que la
presencia
de Agathyrsus y Gelonus ponía nerviosos a los guerreros cimerios, al ver que
los
consejeros
de su rey se comportaban como monstruos sedientos de sangre. Por otra parte,
Scythes
se
mantenía al margen de las batallas, pero era un gran estratega y procuraba
realizar incursiones
diurnas,
cuando sus rivales vampíricos dormían. Al final, los soldados escitas
consiguieron atacar el
refugio
de Agathyrsus y Gelonus y los dejaron en letargo, lo que permitió la conquista
final de
Cimeria.
Scythes continuó gobernando a los escitas durante varios siglos, enfrentándose
a los
jinetes
sármatas, procedentes del río Don, pero desapareciendo mucho antes del auge de
Roma.
CARTAGO
Los
Gangrel no poseyeron una presencia significativa en Cartago, aunque algunos
viajeros
del
clan visitaron la ciudad en ocasiones. Los vastos imperios mediterráneos
carecían de atractivo
para
ellos y muchos consideraban que los planes de los Brujah y Assamitas
cartagineses violaban
las
tradiciones de Caín.
Cuando
estalló la guerra entre Roma y Cartago, los Gangrel actuaron como mensajeros y
augures
para ambos bandos: los antiguos Gangrel alertaban a los cartagineses del
peligro de los
romanos,
pero los Brujah y Assamitas confiaron en la fuerza de sus ejércitos. En Roma,
siglos más
tarde,
otros Gangrel tratarían de advertir a los Vástagos romanos de la amenaza que
suponían las
tribus
bárbaras, pero sin éxito.
A
medida que el conflicto se alargaba, algunos vampiros cartagineses trataron de
recabar la
ayuda
de los Akunanse, los Gangrel africanos. Sin embargo, escaso fue el apoyo del
clan a la
guerra.
Se dice que un antiguo Gangrel que residía en Cartago, en lugar de marcharse y
abandonar a
los
cartagineses a su suerte, intentó ayudar a los demás clanes para impedir la
derrota final. Sin
embargo,
su idealismo fue su perdición, porque fue traicionado por los propios Vástagos
cartagineses,
que lo sacrificaron para detener a los romanos. Otros Gangrel percibieron lo
que había
pasado
y extendieron historias sobre lo ocurrido, dejando que los vampiros romanos y
cartagineses
lucharan
entre ellos.
ROMA
Como
ya se ha mencionado, algunos Gangrel acompañaron a las legiones romanas en sus
conquistas
e incluso Abrazaron progenie dentro del Imperio Romano. Entre estos Gangrel
destaca la
figura
de Marcus Sextus, Abrazado en Heliópolis (Egipto) en algún momento del siglo I
d.C.
Marcus
Sextus “El Egipcio”, fue aceptado entre la sociedad de los Vástagos de Roma,
que lo
convirtieron
en un peón de sus propios intereses. Finalmente, tras su último viaje a la
Dacia en el
año
475, tuvo noticias de la inminente caída de Roma y decidió abandonar a sus
señores. Huyó
hasta
el sur de África, más allá del desierto del Sahara, donde Abrazó numerosos
chiquillos, siendo
destruido
por el último de ellos, Inyanga, una hechicera zulú.
En
los últimos años de la Roma Imperial un Gangrel de la Galia Abrazó a dos
adoradores
del
dios sirio “Sol Invictus”. Uno de ellos, cuyo nombre se desconoce, fue
destruido bajo la luz del
sol
por un grupo de cazadores de vampiros. El otro, conocido como Constanus,
abrumado por la
muerte
de su compañero y hermano de sangre, decidió convertirse en “protector de los
no muertos”,
asumiendo
la labor de dar caza a los mortales que perseguían a los vampiros, tomando como
justificación
del Libro de Nod, donde un pasaje prohíbe específicamente a los mortales
levantar la
mano
contra los que llevan la marca de Caín. Constanus y su progenie, que recibieron
el nombre de
los
Invicti, asumieron esta tarea, ganándose obviamente numerosos enemigos entre
los cazadores de
brujas.
Paulatinamente los Invicti se convirtieron en un poderoso grupo político entre
los Vástagos,
aceptando
a otros clanes entre sus miembros, aunque los Gangrel continuaron siendo el
linaje
predominante.
Hacia
el año 600 d.C. Constanus y sus principales seguidores fueron sorprendidos por
un
incendio
en el norte de Italia, y al menos siete Vástagos fueron destruidos. Las
investigaciones
sobre
las causas arrojaron varias dudas pero ninguna prueba definitiva sobre si los
causantes habían
sido
mortales o Vástagos enemigos de los Invicti. Sin el liderazgo de Constanus el
poder político de
los
Invicti menguó y el grupo comenzó a dispersarse, y a mediados del siglo VII,
pocos se
acordaban
del significado de la palabra.
Sin
embargo, la presencia de los Gangrel dentro de la civilización romana fue
minoritaria en
el
mejor de los casos, por lo menos hasta la invasión de la Galia. En los años
siguientes muchos
Gangrel
estuvieron involucrados en las invasiones bárbaras, desde los galos hasta los
ostrogodos, y
estuvieron
directamente implicados en el saqueo de Roma y la caída del Imperio Romano de
Occidente.
En el siglo IV llegó de oriente una Matusalén Gangrel conocida como Matasuntha
la
Huna,
que pronto dominó a los Gangrel occidentales y hacia el año 400 convocó una
Gran
Asamblea
del clan, decidiendo invadir Occidente acompañando a las hordas de invasores
bárbaros.
Durante
un cerca de un siglo vándalos, suevos, alanos, francos, hunos, ostrogodos,
visigodos,
hunos,
hérulos y otros pueblos bárbaros entraron en el Imperio Romano saqueando las
distintas
provincias
y consiguiendo acuerdos con las élites locales para asentarse pacíficamente.
Matasuntha
luchó
con otros vampiros bajo las catacumbas de Roma y llevó a su Muerte Final a
numerosos
Vástagos
romanos. Finalmente cayó en letargo a finales del siglo V, bajo las montañas de
los Alpes,
y
los Gangrel se dispersaron nuevamente.
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