En 1198 el Papa
Inocencio III convocaba una nueva cruzada para reconquistar Jerusalén.
Hacia 1201 la
expedición, bajo el mando de nobles menores, tomaba forma sin el respaldo
financiero de los
grandes reyes monarcas europeos. Los dirigentes de la expedición trataron de
llegar a un acuerdo
financiero con Venecia para garantizar el transporte marítimo. El dux veneciano
Enrico Dandolo
aceptó, pero en verano del año 1202 el tema de los pagos se convirtió en un
problema. El dux
aceptó condonar parte de la deuda hasta que conquistaran Jerusalén a cambio de
que los cruzados
ayudaran a los venecianos a reconquistar la ciudad de Zara, arrebatada a
Venecia
por el rey de
Hungría.
En octubre de 1202
los cruzados conquistaron y saquearon la ciudad de Zara y allí
recibieron enviados
de Alejo Comneno, hijo del depuesto emperador bizantino Isaac II. Alejo pidió
ayuda a los cruzados
para devolver a su padre al trono de Constantinopla. A cambio pagaría las
deudas contraídas con
los venecianos, apoyaría la cruzada con los ejércitos bizantinos y sometería a
la Iglesia Ortodoxa a
la autoridad del Papa de Roma. Los cruzados y los venecianos aceptaron la
propuesta y la
expedición marchó sobre Constantinopla.
En principio todo fue
según lo esperado por los cruzados. Ante la llegada de los ejércitos
occidentales el
usurpador Alejo III huyó tras una breve lucha e Isaac II fue liberado y
reinstaurado
como emperador,
compartiendo el título con su hijo Alejo IV. Isaac aceptó a regañadientes el
acuerdo firmado con
los cruzados, pero el desastre terminó por desatarse. La Iglesia Ortodoxa no
estaba dispuesta a
someterse a la Iglesia de Roma y el pago prometido a los cruzados se retrasaba
por la escasez de
fondos. Finalmente, en 1204 una sublevación popular derribó a Isaac II y Alejo
IV
del poder, siendo
asesinados, y un nuevo usurpador, Alejo V, subió al trono.
Los cruzados, ante la
hostilidad de los bizantinos y la codicia ante la visión de la ciudad más
rica del
cristianismo, se reunieron y acordaron atacar Constantinopla, olvidándose del
propósito
original de la cruzada.
La ciudad fue tomada en abril del año 1204 y durante tres días ardió mientras
los ejércitos
occidentales la saqueaban. Tesoros acumulados durante siglos se perdieron para
siempre. Los
ejércitos cruzados trataron las obras de arte como basura, destrozando
estatuas,
mosaicos y pinturas y
rompiendo los hermosos iconos bizantinos. Bibliotecas enteras fueron
reducidas a cenizas.
Ningún palacio ni iglesia ni casa fueron respetados. Hombres, mujeres y niños
fueron asesinados,
mutilados y violados. Los conventos fueron convertidos en casas de
prostitución.
La monumental
basílica de Hagia Sophia era la mayor maravilla arquitectónica de
Constantinopla y
fue convertida en una
monumental taberna. Todos los objetos de valor fueron robados o destruidos
y el vino fluyó como
un río. Una prostituta borracha con un caliz sagrado lleno de vino se sentó en
el trono del patriarca
ortodoxo y deleitó a los soldados con canciones obscenas. Una vez terminó el
saqueo, los
dirigentes cruzados nombraron a Balduino de Flandes emperador del nuevo Imperio
Latino.
La Cuarta Cruzada fue
orquestada por los Inconnu de Roma, resentidos por la marcha de
Miguel y sus amantes
en el siglo IV. Creían que si hubieran permanecido en Roma la ciudad podría
haber resistido al
empuje de los bárbaros y los culparon de la caída final de la ciudad. Desde el
siglo
V comenzaron a
conspirar para vengarse y destruir el Sueño de Constantinopla. Fue a través de
sus
manipulaciones que
los vampiros bizantinos permanecieron divididos cuando la ciudad más los
necesitaba. Pero los
sucesos de la Cuarta Cruzada se descontrolaron por completo, con
consecuencias por completo
imprevistas para los antiguos Vástagos. Muchos se arrepintieron y
avergonzaron por sus
acciones, y algunos buscaron enmendarse protegiendo y conservando los
rescoldos del Sueño.
El Patriarca Miguel
fue destruido durante la caída de Constantinopla, atrapado en sus sueños
de locura. Caius y
varios poderosos Ventrue también perecieron en la destrucción de la ciudad,
aunque algunos
sobrevivieron, conservando su legado. Entre los Ventrue supervivientes asumió
el
liderazgo Anna
Comnena, hija del emperador Alejo I Comnneno, que se desplazó a Nicea, donde
estableció una corte
en el exilio, siguiendo al aristócrata Teodoro Laskaris. Anna Comnena y sus
partidarios
conspiraron durante décadas para destruir el Imperio Latino, construido sobre
las ruinas
de Constantinopla y
controlado por los Lasombra de Venecia. Finalmente, en el año 1261 el
Imperio Bizantino fue
restaurado por los exiliados de Nicea, pero Anna Comnena no asumió el
poder, permitiendo
que la antigua Brujah Natalya tomase el título de Matriarca de Constantinopla.
Desde entonces Anna
nunca abandonó la ciudad y aunque algunos rumores afirman que murió
luchando contra los
turcos otomanos, otras fuentes aseguran que sobrevivió hasta la actualidad.
El gobierno bizantino
perduraría en una larga decadencia, brevemente paralizada por
pequeños destellos de
esplendor hasta que la ciudad de Constantinopla cayó en 1453 ante los turcos
y otros Vástagos se
hicieron con el control. Sin embargo, los Ventrue permanecerían bajo el
dominio otomano,
luchando por permanecer en el poder y finalmente el antiguo Mustafá
conseguiría
convertirse en Príncipe de Estambul, aunque para entonces la gloria bizantina
ya había
pasado.
EL MUNDO ISLÁMICO: EL
REY NIÑO DE EL CAIRO
Aunque algunos
Ventrue como Mithras, Tiamat y su progenie habían habitado en Oriente
Medio durante siglos,
hacia el siglo I d.C. muy pocos miembros del clan permanecían en la zona, y
muchos de ellos
habían emigrado dentro de las fronteras del Imperio Romano. El clan volvió a
aumentar su presencia
con la expansión de Roma, conquistando y absorbiendo provincias como
Siria, Judea, Arabia
y Egipto. En este proceso chocaron con otros clanes y algunos Ventrue fueron
destruidos. Más allá
de las fronteras del Imperio Romano chocaron contra los Assamitas, y las
expediciones de Craso
en el siglo I a.C. y del emperador Trajano en el II d.C. no consiguieron
someter Mesopotamia
ni poner fin al dominio de los Assamitas sobre la región.
Cuando el Imperio
Romano entró en declive, el poder de los Ventrue en Oriente Medio
también cayó. Durante
un tiempo pareció que Bizancio podría mantener las posiciones de la
civilización romana
en Oriente, pero la aparición del Islam puso fin a estas pretensiones. Los
invasores árabes
conquistaron en una serie de rápidas campañas la mayor parte de Persia y
numerosos territorios
bizantinos, entre ellos Siria, Egipto y el Norte de África. Con los invasores
llegaron varios
vampiros que detestaban a los Ventrue por los siglos de dominación romana. A
medida que caían las
ciudades varios antiguos romanos eran cazados uno tras otro, obligándoles a
exiliarse o a
someterse a la ley musulmana. La mayoría prefirieron huir, aunque algunos
permanecieron en el
territorio conquistado, sobre todo en Al-Ándalus y el Norte de África.
Sin embargo, un
pequeño linaje de Ventrue Abrazó el Islam en Arabia. Haciéndose llamar
El Hijazi, estos
Ventrue remontaban su ascendencia a una rama del clan prerromana que se había
originado en Oriente
Medio. Los Ventrue El Hijazi consiguieron ganarse la confianza de los demás
vampiros musulmanes y
unos pocos consiguieron dominios en varias zonas de Arabia. Estos
Ventrue a menudo entraron
en conflicto con sus hermanos de clan que llegaron con los cruzados.
En la ciudad egipcia
de El Cairo los Ventrue consiguieron mantenerse en el poder a lo largo
de la Edad Media.
Antínoo, favorito del emperador Adriano murió en el año 130 mientras viajaba
con su amante por el
Nilo. La mayoría de los historiadores consideran que se trató de una acción de
sacrificio, basada en
el misticismo tradicional de Egipto, que le permitiría bendecir el reinado de
Adriano y alcanzar la
inmortalidad.
El sacrificio de
Antínoo atrajo la atención de un Matusalén Ventrue, posiblemente Antonius
el Galo. Su sire le
instruyó en las labores del gobierno y en las tradiciones de los Vástagos y
cuando
lo consideró
preparado lo llevó hasta la isla de Roda, que se convertiría en su nuevo hogar.
Una vez
que la isla y todas
las rutas comerciales estuvieron bajo el control de Antínoo, su sire se marchó
y lo
dejó en libertad para
que actuara según sus deseos.
El joven Antínoo
adoptó el nombre de Antonius (posiblemente como homenaje a su sire), y
contribuyó a su
propia deificación como dios menor propiciada por el emperador Adriano (sería
adorado como avatar
de Osiris en Egipto y de Dionisos en Grecia). Hasta su incorporación al
Imperio Bizantino
Egipto fue el principal suministrador de grano del Imperio, y Antonius realizó
un
destacado servicio a
los vampiros de Roma, asegurándose de que el suministro de alimentos no
fuera interrumpido.
La aparición del
cristianismo y el declive del paganismo no fueron del agrado de Antonius,
aunque el joven
Ventrue no actuó directamente para frenar la expansión de la religión
cristiana.
Cuando Egipto pasó al
control del Imperio Bizantino en el año 330 d.C. se alió con los Vástagos de
Constantinopla,
ofreciéndoles su ayuda, e incluso llegó a revelar públicamente su naturaleza
para
influir a las masas.
Durante esta época fue conocido entre mortales y Vástagos como el Rey Niño.
Sin embargo, el
avance del cristianismo era imparable y los egipcios expresaron su descontento
contra el dominio
bizantino apoyando a la herejía monofisita, que establecía que Jesucristo sólo
tenía una naturaleza
divina. Aunque Antonius creía que tenía el derecho divino de gobernar, no hizo
nada para detener el
avance de la religión cristiana, y sabiamente pactó con los vampiros
cristianos,
respetando sus
territorios y su autoridad, permitiéndoles disponer de intereses propios. A
mediados
del siglo IV Antonius
centró su dominio en las islas del Nilo y en la administración de Egipto,
permaneciendo
apartado de las persecuciones y conflictos religiosos, intentando orientar la
atención
de los mortales hacia
fines más prácticos y constructivos.
Hacia el año 640 gran
parte de los territorios bizantinos habían caído ante los invasores
árabes y Egipto
representaban una conquista importante en la expansión musulmana. Los egipcios
coptos consideraban a
los bizantinos “opresores” y colaboraron activamente con los árabes,
facilitando su
conquista, aunque hubo algunos focos de resistencia.
Amr ibn al-As,
representante del califa de Medina, planeó inicialmente mantener la capital
egipcia en
Alejandría, pero por orden del califa fundó una nueva capital cerca de Menfis
en la orilla
oriental del Nilo. En
principio esta ciudad fue bautizada como Al Fustat (“La Ciudad de la
Tienda”), donde
estableció una serie de dominios tribales (khittas) entre las distintas
facciones
musulmanas. El
territorio de Antonius y los Ventrue quedó integrado en la nueva ciudad. Ante
la
llegada de los
vampiros musulmanes, Antonius aceptó el Islam para apaciguar a sus nuevos
súbditos y los
antiguos de la secta Ashirra (constituida por los Vástagos que se habían
convertido al
Islam) consideraron
que el gobierno de Antonius sería una barrera eficaz contra la presencia de los
Seguidores de Set.
Antonius pensó lo mismo de ellos.
Cuando en el año 661
se produjo una lucha por la sucesión del califa Alí, Egipto se alió con
los Omeyas de Damasco,
sin embargo el califato Omeya fue derribado en el 750. Marwan, el último
califa de la familia,
huyó a Egipto, pero sus rivales Abbasidas, liderados por el brutal Saleh lo
siguieron hasta Al
Fustat. Marwan, desesperado, incendió la ciudad, lo que provocó la muerte de
numerosos Vástagos.
Ante las peticiones de que el culpable les fuera entregado Antonius hizo
desfilar la cabeza de
Marwan por las ruinas de la ciudad antes de que fuera enviada a Bagdad, la
capital Abbasida. Una
vez que la nueva dinastía afianzó su control sobre el Imperio Árabe, el califa
Al-Saffah envió un
gobernador para reconstruir Al Fustat.
Los Califas Abbasidas
desintegraron la administración de Egipto e impusieron elevados
tributos y
restricciones, recurriendo a masacres periódicas para imponer el orden. En el
año 868 el
gobierno egipcio fue
a parar a manos de un oficial turco llamado Ahmed ibn Tulun, un hombre
honorable y
respetuoso que reestructuró el gobierno, fomentando el desarrollo económico y
recuperando las
libertades personales. En el año 870 Ibn Tulun proclamó Egipto como una entidad
independiente aunque
todavía bajo la autoridad nominal del califa de Bagdad. Ibn Tulun creó una
nueva capital al
norte de Al Fustat, que sería conocida como Al-Qatai (Los Guardianes).
Los sucesores de Ibn
Tulun llevaron la inestabilidad a la zona, enfrentándose con la
tendencia
centralizadora de Bagdad. A la muerte del nieto de Ibn Tulun en el 905 los
ejércitos
Abbasidas invadieron
Egipto y destruyeron Al-Qatai, llevando a la región a 30 años de anarquía. En
medio de este caos
Antonius decidió actuar llevando al poder al gobernador Mohammed ibn Toughj
(uno de sus ghouls),
que tomaría el nombre de Al-Ikshid. En 935 en lo que sería conocido como la
Proclamación de Roda
Antonius anunció su soberanía, que fue aceptada por la mayoría de los
Vástagos de la zona y
sería reconocido como Sultán de El Cairo, la nueva ciudad construida sobre
las ruinas de Al
Fustat y Al-Qatai..
En el año 969, los
fatimitas tomaron el poder en Egipto, proclamándose califas
independientes del
gobierno de Bagdad. Bajo su gobierno El Cairo se convirtió en un centro de
educación islámica y
allí se construyó Al-Azhar, la primera universidad del mundo, así como
numerosos palacios,
mezquitas y baños. Aunque el sultán Antonius participó en este próspero
período, la mayoría
de las reformas fueron fomentadas por los Assamitas y los Lasombra.
Doscientos años más
tarde, Egipto cayó bajo el gobierno de Salah al-Din Ayyub (Saladino),
que había ascendido
de forma fugaz en el ejército sirio de Damasco. Saladino fue enviado con su tío
Shirkuh para ayudar a
los califas fatimitas a repeler la invasión de los cruzados, que ya les habían
impuesto un tributo
anual. Tras repeler una invasión de los cruzados, el último califa fatimí murió
en el año 1171, y
Saladino se hizo con el poder. Se proclamó sultán de Egipto y restauró la
autoridad al califa
de Bagdad, reestructurando la burocracia egipcia. El gobierno fue trasladado
desde Roda a una gran
fortaleza conocida como La Ciudadela, perjudicando la influencia de
Antonius, pero siguió
la opinión de su consejero de no oponerse. A la muerte de Saladino en el año
1193 La Ciudadela
había sido terminada y los Nosferatu conocidos como Hajj se asentaron en ella.
En el año 1247 el
último descendiente de Saladino, Turan Shah, fue derribado por los
mamelucos, una casta
militar de esclavos educados en la fe del Islam. La presencia de los cruzados
llevó a aumentar la
presencia de los mamelucos en el gobierno y ante la amenaza de una invasión
por parte del rey
Luis IX de Francia uno de ellos fue nombrado visir de Egipto en ausencia del
sultán. El líder
mameluco Baybars se alzó con el poder, asesinando a Turan Shah a su regreso y a
su
manipuladora madre.
El contraataque de los mamelucos permitió derrotar a los cruzados y apresar
al rey Luis IX, que
tras pagar un elevado rescate tuvo que retirarse de Egipto.
El gobierno mameluco
benefició los intereses de Antonius y los Ventrue, pues el gobierno
egipcio fue
trasladado nuevamente a la isla de Roda, llevando al país a un nuevo período de
sofisticación y
prosperidad, con la construcción de nuevas mezquitas y palacios. El sultán
Antonius
manipuló
cuidadosamente la sucesión de los gobernantes mamelucos, aunque paulatinamente
se iba
separando cada vez
más de los asuntos mundanos. En el año 1382 permitió que la nueva dinastía de
los mamelucos
circasianos trasladara de nuevo el gobierno egipcio a La Ciudadela. Algunos
Vástagos consideran
que durante este período Antonius cayó bajo la influencia de los Seguidores de
Set. La progresiva
debilidad de Antonius permitió que en el año 1406 una manada de hombres lobo
asaltara la isla de
Roda, devastando el refugio del sultán y poniendo fin a su existencia.
La muerte de Antonius
fue un mazazo para los Vástagos de El Cairo, acostumbrados a su
liderazgo, y los
vampiros más pragmáticos, entre ellos varios Ventrue del linaje de Antonius,
ofrecieron el
liderazgo a su lugarteniente Muktar Bey, un Caitiff, que conocía mejor que
nadie la
administración de El
Cairo
En los siglos
siguientes la prosperidad de los Ventrue egipcios declinó, y muchos se
exiliaron, fueron
destruidos o corrompidos por los Seguidores de Set. No obstante, con el auge
del
Imperio Otomano en el
siglo XVI los El Hijazzi de Arabia surgieron del anonimato y aliándose con
otros clanes,
principalmente Nosferatu y Gangrel, asumirían el liderazgo de los Ashirra y los
vampiros musulmanes.
EL FIN DE LA EDAD
MEDIA
Casi todos los
Vástagos fueron sorprendidos por el surgimiento de la Inquisición, que
golpeó a los Ventrue
tanto como a otros clanes, o posiblemente más, debido a su notoriedad en la
sociedad mortal. Los
ataques de los cazadores de vampiros se extendieron por toda Europa,
destruyendo numerosos
refugios y objetivos desde el siglo XIII. Mientras se desarrollaba la crisis,
los Ventrue se
encontraban involucrados en lo que sería conocido como la Guerra de los
Príncipes,
y pagaron el precio
acabando en las hogueras inquisitoriales. Los antiguos vampiros sacrificaron a
varios de sus
chiquillos, dejándolos atrás para salvar su existencia.
En respuesta los
supervivientes de estos chiquillos abandonados opusieron resistencia en lo
que sería conocido
como la Revuelta Anarquista, esta amenaza se añadió a los ataques de la
Inquisición, y muchos
antiguos perecieron bajo las garras y colmillos de los jóvenes. Debilitados
por las guerras
internas y contra otros clanes, las filas del clan Ventrue fueron diezmadas.
En Francia, los
Ventrue se vieron enormemente debilitados por el comienzo de la Guerra de
los Cien Años (1337
-1453). La unión entre Enrique II Plantagenet de Inglaterra y Leonor de
Aquitania había
proporcionado territorios franceses a la Corona de Inglaterra, lo que a menudo
provocó roces y
enfrentamientos entre los monarcas de Francia e Inglaterra. Muchos Ventrue y
otros Vástagos
franceses apoyaban la soberanía de Mithras, Príncipe de las Cortes de Avalon,
en
detrimento de la
influencia de la Gran Corte de París, sustentada por una alianza de los clanes
Ventrue y Toreador.
Mithras no se involucró en exceso en este conflicto, más interesado por
estabilizar su
dominio en Inglaterra, pero sus subordinados y algunos Ventrue franceses
estaban
decididos a subyugar
a la Gran Corte de París.
Otros clanes y países
se unieron a la guerra iniciada por los Ventrue y Toreador. Tremere,
Brujah y Lasombra se
aliaron con ambos bandos y las batallas, luchas e intrigas vampíricas dejaron
numerosos dominios
arruinados. La aparición de la Peste Negra en 1348 aumentó el número de
bajas no sólo entre
los mortales sino también entre los Vástagos. Aunque algunos perecieron debido
a los efectos
inmediatos de la plaga, que también podía afectar a los vampiros, muchos otros
cayeron en letargo
ante la ausencia de presas saludables
En el plano mortal el
conflicto adquirió un aspecto dinástico, cuando el rey Eduardo III de
Inglaterra reivindicó
el trono de Francia, al ser nieto del rey francés Felipe IV el hermoso. Ante la
negativa a aceptar su
soberanía, los ingleses invadieron Francia, alcanzando varias victorias, sobre
todo en la batalla de
Creècy (1346), que condujo a la pérdida de Aquitania. Bajo el reinado de
Carlos V de Francia
el curso de la guerra cambió y los ingleses perdieron la mayor parte de sus
posesiones.
La debilidad de la
corte francesa bajo el reinado de Carlos VI llevó al rey Enrique V de
Inglaterra a aliarse
con Borgoña, alcanzando una gran victoria en la batalla de Azincourt (1415),
que le permitió
imponer el Tratado de Troyes, convirtiéndose en rey de Francia e Inglaterra. A
su
muerte siguió una
auténtica guerra civil, entre los partidarios del rey inglés y los del
pretendiente
francés. En este
contexto resultó decisiva la intervención de Juana de Arco, cuyas victorias
permitieron al Delfín
Carlos de Francia subir al trono como Carlos VII en 1429. A pesar de la
ejecución de Juana de
Arco en 1431 la ruptura de la alianza entre ingleses y borgoñones benefició a
Carlos VII. Los franceses
reconquistaron París, y después Normandía y Aquitania y expulsarían
prácticamente la
presencia inglesa tras la batalla de Castillon (1453).
Los grandes
vencedores de la Guerra de los Cien Años fueron los Toreador, ya que tanto los
Ventrue franceses e
ingleses llevaron el peso y las consecuencias de la guerra. En París la
influencia
del clan Ventrue se
debilitaba cada vez más, pero los ataques de los vampiros anarquistas
aconsejaron a ambos
clanes renovar una vez más sus alianzas para enfrentarse a estos enemigos. La
Gran Corte de París
fue destruida durante un incendio en 1481, y el Príncipe, la Matriarca Toreador
y varios de sus
descendientes perecieron bajo las llamas. Rafael de Corazón, representante
Toreador
de la Camarilla,
acudió a París para hacerse cargo de su gobierno de forma temporal, nombrando
poco después un nuevo
príncipe. Las disputas entre los Vástagos llevarían a una serie de luchas por
el poder que
desembocarían en una sucesión de príncipes débiles hasta que François Villon,
un
legendario antiguo
Toreador convirtió la ciudad en su dominio exclusivo a finales del siglo XVI.
En Inglaterra el
Príncipe Mithras se concentró en los problemas internos de Inglaterra, ante
el resurgimiento de
los anarquistas ingleses, liderados por Robin Leeland y su chiquilla Patricia
de
Bollingbroke, del
clan Brujah. Patricia abandonó Inglaterra poco después de su Abrazo, pero Robin
Leeland continuó la
lucha, apoyando a los herejes Lollardos y la doctrina de John Wycliffe, que
creía en la
corrupción de la Iglesia y la igualdad de todos los cristianos. Los esfuerzos
de Robin
Leeland y los herejes
sufrieron una represión brutal por parte del rey Enrique IV y la Iglesia, que
aprobaron la quema de
herejes. Con el comienzo en 1455 de la Guerra de las Dos Rosas entre las
familias de York y
Lancaster por la sucesión al trono de Inglaterra, varios príncipes ingleses se
rebelaron contra la
autoridad de Mithras, que apoyaba a la casa de York. Como advertencia, Mithras
ejecutó personalmente
al Príncipe Nathaniel del feudo de Carlisle y a varios Vástagos que apoyaban
el bando de
Lancaster.
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