Los Capadocios europeos mantuvieron su
alianza con los Ventrue a lo largo de la
Edad Media. A cambio de instalaciones
donde estudiar ayudaron al Clan de los Reyes en
asuntos de investigación y consejo, una
simbiosis que benefició a ambas partes. Algunos
Capadocios alcanzaron altas posiciones
como consejeros, entre ellos Thomas Camdem,
consejero de Mithras, Príncipe Ventrue de
Londres.
Los recursos financieros de los Ventrue
también permitieron a los Capadocios
avanzar en sus estudios, introduciéndose
en el ámbito de la medicina. El Clan de la
Muerte se introdujo en las nacientes
escuelas médicas de Montpellier y Palermo. Las
cortes de los Ventrue permitían a su vez
adquirir contactos y debatir con los eruditos
de otros clanes, por no hablar de la
protección frente a los peligros exteriores.
Sin embargo, la mayor influencia de los
Capadocios europeos se encontraba en la
Iglesia. Debido a que el propio
Cappadocius se había convertido al cristianismo
constituía una elección natural. Durante
las invasiones germánicas muchos Capadocios
tomaron los hábitos y se recluyeron en
monasterios y lugares aislados, lejos del alcance
de otros vampiros. Muchos encontraron un
nicho muy productivo, copiando y
traduciendo libros y manuscritos que
habían sobrevivido a la caída del Imperio Romano.
Cerca de Barcelona se instaló un convento
de monjas Capadocias, y en Praga los
Capadocios infiltraron su influencia
entre los monjes benedictinos.
Los Capadocios procuraban evitar los altos
rangos eclesiásticos y la Iglesia
secular, debido a que su palidez
cadavérica y naturaleza nocturna eran difíciles de
ocultar. Sin embargo, a través de las
abadías y las órdenes monásticas conseguían
influir en las decisiones de los
obispados católicos y ortodoxos. Monjas y Frailes
Capadocios curaban a los mortales
enfermos, observando siempre los efectos de las
enfermedades, las lesiones y la vejez,
que afectaban tanto a los humildes siervos como a
los nobles de alta cuna.
Algunos Capadocios, conocidos como los
Escatologistas de Cappadocius,
señalaban las aspiraciones de su ancestro
como una prueba evidente de su derecho divino.
Estos Escatologistas apoyaron la Herejía
Cainita, que consideraba a los vampiros como
mensajeros de Dios. Creían que entregando
sus cuerpos a sus seguidores realizaban su
propia Eucaristía. A menudo reunían
cultos de mortales a los que convertían en ghouls
para que los sirvieran, y realizaban
milagros mediante el uso de sus poderes vampíricos.
Unos pocos Capadocios fueron Abrazados
entre la nobleza, pero su gran baza en
los asuntos de estado la constituían sus
conocimientos, que los convertían en valiosos
consejeros para otros vampiros e incluso
autoridades mortales. A cambio de protección y
acceso a los depósitos de sabiduría los Capadocios
estaban dispuestos a ofrecer su
consejo. En su búsqueda de conocimiento
muchos de ellos pactaron con los vampiros del
clan Tremere.
Y sin importar lo ocurrido durante la
Fiesta de la Locura, algunos Capadocios,
principalmente los que guardaban resentimiento
contra el ancestro por sus acciones,
continuaron Abrazando sin estrechez de
miras, más allá del interés por la muerte.
Varios poetas recibieron la sangre
Capadocia, así como artesanos, artistas, ingenieros
civiles, así como chambelanes, senescales,
diplomáticos y consejeros.
EL MUNDO ISLÁMICO (LOS QABILAT AL-MAWT)
Aunque muchos Capadocios se retiraron a
Europa y Occidente con el surgimiento
del Islam y el expansionismo de la nueva
fe, muchos permanecieron en Oriente Medio y el
mundo islámico debido a los numerosos
conocimientos para la comprensión de la vida y la
muerte y las nuevas perspectivas de las revelaciones
del Corán. Por otro lado el
contacto entre los pueblos árabes dio
lugar a una revitalización de la ciencia y la
investigación, fundada en las raíces del
antiguo saber griego, persa e indio, que había
sido abandonado en parte tras la caída
del Imperio Romano. El conocimiento recopilado
y almacenado en las instituciones de
enseñanza y las bibliotecas del Islam atrajo
irresistiblemente a los Capadocios,
conocidos colectivamente como Qabilat Al-Mawt (El
Clan de la Muerte). A grandes rasgos los
Capadocios consideraban el Islam como otra
religión que constituía una fuente de
conocimiento. Muy pocos se convirtieron en
verdaderos creyentes, aunque muchos
afirmaron serlo por conveniencia.
El respeto de los musulmanes hacia los
muertos constituía a la vez una gran
ventaja y un gran problema para los
Capadocios. Los cementerios y los edificios anexos
constituyeron excelentes refugios y
lugares de investigación, y las prácticas de utilizar
cadáveres para los experimentos médicos
también constituían un aliciente para los
estudiosos de la muerte. Sin embargo, al
mismo tiempo, muchos pueblos árabes
consideraban los cadáveres inviolables y
la profanación de cuerpos en ocasiones atrajo
sobre los Capadocios las iras de los
mortales y de los vampiros musulmanes.
En Egipto el Matusalén Lázaro descubrió
la verdadera identidad de su sire: el
vidente Sargón de Capadocia, y asimismo
también descubrió el lugar donde había
ocultado el Códice de Sargón. Tras
cuidadosos estudios comenzó a descifrar sus secretos
y el camino hacia la apoteosis y la
divinidad. Pero sus planes no pasaron desapercibidos.
Constancia, la Suma Sacerdotisa de
Erciyes, tuvo varios sueños premonitorios sobre las
intenciones de Lázaro y en el año 1204
viajó a Egipto, donde se enfrentó al Matusalén,
aunque en el proceso el Códice de Sargón
resultó destruido. No obstante, Constancia
recogió los fragmentos del Códice y los
llevó a Erciyes.
Es muy posible que las visiones de
Constancia y los movimientos de Lázaro para
encontrar el Códice de Sargón fuesen
provocados por Cappadocius, que seguía sus
propios planes para conseguir la
divinidad.
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