Harmageddón : Estoy haciendo en sábado lo que no es lícito, trabajo preparando mi ofensa hacia Dios, ese mismo que me abandonó dejándome a mi suerte, sin sustento, sin amor, aquel que me daba cariño me arrojó a la tierra, aquel que me vestía con oro me llenó de inmundicias, en quien me deleitaba ahora ya no puedo tocar, en quien me gozaba ya no puedo ni mirar. Y es que tu locura producto del amor hacia los hombres te ha llevado a matar, pues al alejarme de ti me mataste. Y quieres a los hombres que son basura más que a mí, yo que te entregué mi vida, que te la entrego. Pues me pongo bajo tu espada para que me mates, a fin de que seas feliz, a razón de que me culpes del mal que hacen los hombres y les perdones por eso, acaso si así eres feliz pongo mi vida, y castígame en lugar de a ellos, pues los prefieres. Y cúlpame de sus delitos haciéndolos entonces inocentes. Me mandaste para que los tentara y cayeron todos, ninguno se puede poner de pie ante la apertura de tus libros, todos callan en el juicio. Porque formaste congregación que debía impartir justicia, pero la llené de maldad, hicieron peor que antes, peor con tu venida que con tu ausencia. Les diste tu palabra ya no por escrito si no por obra, y no te creyeron. Son ciegos, y tontos, y estúpidos, sin conocimiento y sin amor. Pero si aun así tú los prefieres a mí, entonces yo me hago a un lado, y permito que descargues sobre mí todo el mal que les corresponde a ellos. Porque mal me haces por su causa, mi espalda me duele, mis ojos ya no ven, no tengo alimentos para comer y desfallezco por el cansancio, fui de los mejores en tu reino, ocupé los mayores cargos, soy el más sabio de tus hijos, pero todo lo estimo en nada por complacerte, por verte sonreír otra vez. Porque estos hombres a quienes amas solo te han hecho llorar. Desde que los vi nacer solo te han causado mal, y decepción tras decepción. Pero si les prefieres a ellos más que a mí, entonces prefiero la muerte, dejar de existir. Y tú no me matarás por nada, entonces yo te traicionaré, blasfemaré de tu nombre y me reiré de tu trono, te maldeciré dos millones ciento noventa y un mil quinientas veces hasta que te canses de mí, y pisotearé a tus hijos tanto que me vas a odiar. A esos a los que tú quieres los maltrataré, de modo que no tengas más opción que matarme. Porque me es fácil tomar sus males, porque me es fácil tomar su lugar. Y aquel día no diré palabra, mudo iré al abismo, al lago de fuego, a la muerte segunda, o a donde me quieras llevar. Entonces guerrearé contra ti una vez más, y una vez final, una última. Y destrozaré todo el cielo, y golpearé a cada uno de tus ángeles. Y azotaré a tus escogidos y de excrementos los llenaré, y haré tanto mal que me odiarás. Pues ya no querré verte, porque si te veo besar a uno de ellos mi corazón se destrozará. Porque son mal de males, basura del basural, son un asco de alma y vómito es su corazón. Si te allegas a ellos, serás uno con ellos. Serán una misma carne, un mismo espíritu. Y será abominación a mis ojos. Pues te habrá llegado la locura. Pues es locura pensar que algún hombre merezca estar con Dios. Por eso me levantaré y te daré una bofetada, me sublevaré ante el soberano, comenzaré mi rebelión. Y escupiré tu rostro a fin de que me odies. Porque si al hombre prefieres, entonces para mí habrá terminado todo. Y como ya no me importará lo que me hagas, levantaré tus faldas y mostraré tus vergüenzas, aquellas que estás preparando para los hombres que tanto amas.
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