lunes, 5 de marzo de 2012

VENTRUE


Desde las primeras noches Ventrue, o Veddartha, el primero de los Antediluvianos, siempre
asumió la responsabilidad de los actos de sus hermanos más débiles, al igual que sus descendientes
asumen el liderazgo de los demás clanes en las últimas noches. Creado por Caín a instancias del
que la leyenda ha denominado Enoch, Ynosch o Lamech, Ventrue se convirtió en el primer
consejero de Caín y en su compañero más fiel.
Se sentaba al lado de Caín mientras éste supervisaba el crecimiento del paraíso conocido
como la Primera Ciudad. El conjunto original de casas de barro con hogares de leña abiertos
creció para convertirse en un gran monumento en honor al tremendo potencial de los Vástagos. Sin
el beneficio de la maquinaria moderna, la Primera Ciudad pronto dispuso de torres de mármol que
se elevaban hacia los cielos. El propio palacio de Caín brillaba con reflejos de oro, y la belleza de
su jardín principal nunca ha podido ser igualada.
Los más grandes artesanos de toda la edad antigua crearon obras de arte como nunca ha
vuelto a contemplar el mundo, sencillas pero gloriosas, que reflejaban la esperanza y el anhelo sin
límites de aquellos tiempos. El propio Caín convirtió el jardín en su obra maestra, empleando su
magia y habilidad para recrear su propia visión de la belleza absoluta. Caminar por el jardín era
hacerlo por el paraíso.
Ya desde los primeros tiempos los Ventrue afirman que el liderazgo de los clanes les
correspondió por derecho; según los relatos del clan, Caín ordenó a sus chiquillos que engendraran
la Tercera Generación y eligió específicamente a Ventrue como el primero. De hecho ordenó a
Enoch que Abrazara a Ventrue sólo para arrancar al joven Vástago de la influencia de su sire y
acogerlo bajo su tutela. Siguiendo los relatos del clan Ventrue se convirtió en el consejero y
confidente de Caín, y en el primogénito de la Tercera Generación.
Sin embargo, aunque los Ventrue disponen de algunos de los registros más antiguos de la
historia de la Estirpe, muchos de ellos han sido manipulados deliberadamente, sin duda para
justificar su liderazgo sobre los demás clanes. Resulta cuando menos extraño que Caín eligiera a
Ventrue como confidente pudiendo elegir a uno de sus hijos de la Segunda Generación, o en todo
caso, si el Primer Vampiro necesitaba de un consejero de confianza podría haberlo Abrazado él
mismo.
No son los Ventrue el único clan que remonta su ascendencia hasta Enoch el Sabio, el
Primogénito de Caín. De la misma forma, los Toreador aseguran en sus propios mitos que son el
más antiguo de todos los clanes. En épocas posteriores los linajes que afirmaban descender de
Enoch se consideraban superiores al resto de los clanes.
La visión utópica de la ciudad de Enoch está muy extendida en los relatos de los clanes, pero
a menudo han sido exagerados. Aunque Enoch debió haber sido una ciudad excepcional para los
 
cánones de su época, muchas de las maravillas de su leyenda han sido añadidas posteriormente.
Algunos clanes, como los Nosferatu, incluso poseen mitos que aseguran que la Primera Ciudad
nunca llegó a existir y que los primeros vampiros vivían en los yermos salvajes. Sin embargo, el
vampirismo parece ser un fenómeno eminentemente urbano, asociado al surgimiento de las
primeras ciudades. Algunos eruditos incluso afirman que los vampiros surgieron como respuesta a
las depredaciones que los hombres lobo y otras bestias realizaban para limitar el crecimiento de la
población humana.
Y sin embargo, Ventrue comprendió que no todo era como debía ser. Después de que los
chiquillos de Caín terminasen de crear al resto de la Tercera Generación, Ventrue creyó
vislumbrar signos de preocupación en el inmutable rostro de Caín. Ventrue le rogó que le hablase
de sus miedos. Al principio no le respondió, pero después el Primer Inmortal habló, como sumido
en un trance. Allí, sentado entre los monumentos de la Primera Ciudad, Caín reveló sus sueños
sobre el futuro, en los que el horror y la catástrofe asolaban el mundo. Inundaciones y terremotos,
volcanes y enfermedades, todos golpearían antes o después.
Ventrue fue incapaz de creer en estas historias, pero Caín prosiguió su relato. Sus propios
chiquillos sobrevivirían, pero los mortales serían devastados por la destrucción. Entonces
buscarían a alguien a quien culpar, y los hijos de Seth perseguirían a los de Caín, utilizando el
fuego y la ira para hacerles huir de sus refugios y destruirlos uno por uno, hasta que los inmortales
desapareciesen por completo.
Entonces Caín calló y Ventrue se sentó, confuso, hasta que reunió el valor suficiente como
para hacer su pregunta, una pregunta que temía hacer:” ¿Está ese futuro grabado en piedra, o
podemos hacer algo para cambiarlo?”
Caín contempló todo lo que había creado y respondió sereno: “No lo sé.”
Observando junto a Caín las increíbles vistas de Enoch, Ventrue no podía creer que aquel
horror fuera posible. En toda su existencia no había conocido más que paz y prosperidad, en una
tierra en la que mortales e inmortales convivían sin problemas. Si aquellas palabras no las hubiese
pronunciado Caín, el progenitor de los Ventrue no les habría prestado la más mínima atención.
Dichas por el Padre de Todos, sin embargo, desgarraron su alma hasta tal punto que deseó haber
podido arrancarse los oídos antes que tener que escuchar tales horrores.
Caín prosiguió. Le contó a Ventrue que los Vástagos no eran los únicos seres
sobrenaturales del mundo. Habló de los hombres bestia y de los muertos sin reposo, de los
hechiceros y de las hadas, seres contra los que los vampiros lucharían una interminable y terrible
guerra. Y también dijo que aguardando entre las sombras tras estos seres se encontraban otros
 
mucho más poderosos, y que estos poderes ocultos no podían coexistir. A pesar de su fuerza estos
seres tenían miedo. Miedo los unos de los otros y de fuerzas que eran incapaces de comprender.
Estos seres veían a los vampiros como una amenaza, ya que eran capaces de sobrevivir al
margen de sus guerras. Los Vástagos podían vivir entre los mortales como ellos nunca podrían.
Mientras que los hombres bestia sólo podían limitarse a subyugar a la humanidad, mientras que
los hechiceros debían vivir por siempre aislados de sus congéneres, mientras que los muertos sin
reposo y las criaturas feéricas nunca serían más que criaturas ajenas a los mortales, los Vástagos
formaban parte del mundo mortal del mismo modo que el sol y la luna.
Cuando Ventrue se quedó solo no pudo hace otra cosa que sopesar estas palabras. Cuando
sus bellos amantes acudieron a él, los rechazó. Cuando los artesanos que decoraban su palacio
llegaron para mostrarle sus últimas obras, ordenó que fueran apartados de su presencia. Se sentó
acompañado por la soledad, pensando noche tras noche en las palabras de Caín.
Por fin, tras tres semanas y dos noches, abandonó su palacio con una nueva determinación.
Desde aquella misma noche haría todo lo posible por evitar que esta tragedia tuviese lugar. Si a
pesar de todos sus esfuerzos no lograba evitarlo, trataría por todos los medios de reducir los
daños. Él se ocuparía de que alguna noche mortales e inmortales se despojasen de las cadenas de
los poderes ocultos y fuesen libres por toda la eternidad.
Muchos Ventrue creen firmemente que fuerzas poderosas manipulan el mundo para sus
siniestros fines, y los Antediluvianos sólo son parte de esta conspiración universal. Magos antiguos
y poderosos con siglos de existencia, espíritus de increíble poder que dominan a los hombres lobo y
otras criaturas de inmenso poder también se encuentran entre estas fuerzas. Otras fuentes hablan de
demonios surgidos en el amanecer de la creación, que aguardan su oportunidad para destruir la
creación divina.
Los Ventrue han empleado muchos nombres para describir a estos Amos: Staret, Incarna,
Occultae, Reginae, Ourani, Gigantes, Daevas y otros apelativos, pero desde finales del siglo XVIII
los Ventrue han utilizado el término “Amos Secretos”, y aunque no disponen de pruebas concretas
sobre su existencia, si han reunido numerosos indicios circunstanciales que creen que constituyen
razón suficiente para justificar sus temores. Ante sucesos inexplicables que no pueden comprender,
enseguida comienzan a buscar a los manipuladores detrás del escenario.
Otros Ventrue no creen en la conspiración de los Amos Secretos, considerándola una
artimaña de los antiguos para mantener la disciplina dentro del clan. De la misma forma, los pocos
vampiros ajenos al clan que conocen esta teoría conspirativa la consideran el simple producto de la
paranoia de los siglos o una artimaña más utilizada por los Ventrue para autojustificar el dominio
sobre los demás clanes.

 
Ventrue comenzó a reunir las herramientas que le permitirían combatir a los Amos
Secretos, pero su comportamiento no pasó desapercibido a sus hermanos, que prestaron atención a
sus actos.
El magnífico palacio de Ventrue, en su día un museo para el arte más sublime, un edificio
en el que cada metro cuadrado había sido construido para resultar totalmente impresionante, se
convirtió en una fortaleza. Ventrue reunió allí muchos objetos de gran poder, tanto naturales como
artificiales.
Reliquias como el Tapiz de la Sangre, la Cabeza de la Medusa, las Garras de Fenris, el
Puente de las Hadas y la Niebla de Oromazo se amontonaron en el palacio. Para salvaguardarlos,
Ventrue hizo uso de su enorme ingenio y proyectó un santuario subterráneo que ninguna criatura
podía penetrar. Los Vástagos vieron todo esto y se preocuparon.
Una noche cuando la luna inundó el cielo de plata, cuatro de los hermanos de Ventrue se
aproximaron a su palacio.
“¡Ventrue!” gritó la que ahora es conocida como Brujah, “¿Por qué te has quedado con
todos esos objetos, que deberían pertenecernos a todos, y los has ocultado?”
“Mi querida hermana,” respondió Ventrue, “no hago más que protegerlos de quienes
quieren quitárnoslos. Cuando llegue el momento usaremos estos objetos para volver a crear el
mundo.”
“¡Ventrue!” gritó el que ahora es conocido como Set, “Deberías compartirlos con todos
nosotros para que podamos utilizarlos cuando lo deseemos.”
“Mi querido hermano,” respondió Ventrue, “si así lo hiciese los gastaríamos y los
perderíamos, y no los tendríamos con nosotros cuando más los necesitáramos. Cuando llegue el
momento, usaremos estos objetos para volver a crear el mundo.”
“¡Ventrue!” gritó el que ahora es conocido como Tzimisce, “Pasas todo el tiempo solo con
Caín. ¿Estás intentando volverlo contra nosotros?”
Entonces nuestro sire comprendió el verdadero motivo de la visita de sus hermanos. Los
celos habían comenzado a adueñarse de sus corazones, y Ventrue lo interpretó como una señal de
que los amos habían comenzado a tejer su magia malvada. Puede que si Ventrue hubiera cedido
entonces a los ruegos y súplicas de los cuatro hubiese evitado el holocausto que se avecinaba. Pero
él era Ventrue, el Primero entre la Tercera Generación, y no se rebajaría ante sus hermanos y
hermanas menores.
“Mi querido hermano,” le respondió Ventrue, “hago lo que debo hacer por el bien de todos
nosotros. Cuando llegue el momento, usaremos estos objetos para volver a crear el mundo.”

 
Se volvió hacia el que ahora es conocido como Nosferatu, aguardando su pregunta, pero
Nosferatu se limitó a sonreír. Entonces los cuatro se marcharon, pero Ventrue comprendió que las
cosas no volverían a ser como antes. Desde aquella noche Ventrue se preparó para la guerra
contra sus propios hermanos, con la esperanza de que algún día volviesen a ser sus aliados, pero
sabiendo que aquel encuentro había precipitado el final.
Siguiendo las leyendas, Ventrue se habría convertido en el líder de la Tercera Generación y
ayudó a Caín a gobernar sobre Vástagos y mortales de la Primera Ciudad. Muchos relatos hablan de
envidias y celos entre el resto de la Tercera Generación hacia Ventrue y su liderazgo, pero los
enemigos de Ventrue varían de unos a otros, muy posiblemente para justificar la lucha de los
Ventrue contra otros clanes a lo largo del tiempo. El Oscuro (Lasombra) aparece como un individuo
particularmente ambicioso y astuto que no podía soportar ni siquiera la servidumbre teórica hacia
Ventrue. Otros Antediluvianos como el Extranjero (Set), el Misterioso (Tzimisce) y el Vanidoso
(Nosferatu) también se resentían ante el liderazgo de Ventrue, pero otros progenitores de los clanes
respetaban a Ventrue y la decisión de Caín de elevarlo por encima del resto
Cuando llegaron las primeras gotas de lluvia que anunciaban el infausto Diluvio, Caín se
separó de sus chiquillos, y Ventrue fue el último que lo vio. “Padre de Todos,” gimió, “¿no te
quedas con nosotros? Sin ti, no tendremos a nadie que nos guíe. Sin ti nadie resolverá las disputas
y apaciguará las almas enojadas. Sin ti, los Vástagos no podrán hacer más que guerrear entre
ellos. Sin ti, no hay esperanza alguna de derrotar a los Amos.”
El poderoso Caín miró a Ventrue, y por primera vez en incontables años, sonrió. Nunca han
trascendido las palabras exactas que el Primer Inmortal le dijo, pero sí que cuando Ventrue volvió
junto a sus hermanos era el único preparado para dirigir la reconstrucción. Mientras Caín
marchaba las aguas llegaron e inundaron la Primera Ciudad, destruyendo a algunos de los
Vástagos más débiles Abrazados durante su edad de oro.
Cuando finalmente las siniestras aguas se retiraron, los Vástagos decidieron reconstruir su
hogar. Ventrue dirigió a toda la Estirpe, incluyendo a su propio sire, durante la creación de la
Segunda Ciudad. Y aún sabiendo que ésta caería alguna noche, volcó en ella todas sus energías.
Allí escondió los más poderosos artefactos que había rescatado de la Primera Ciudad. Allí enterró
una vasija de arcilla llena con la Sangre de Caín.
Pero los seis Cainitas de la Segunda Generación quisieron apropiarse de la herencia
desaparecida de Caín, sin haberse ganado el respeto ni la lealtad de su progenie. En su
desesperación por librarse de la Segunda Generación, los Antediluvianos acudieron a Ventrue en
busca de consejo. Juntos acabaron con sus sires y se erigieron como gobernantes, tal y como Caín
había sugerido antes de partir.

 
Una vez más los Ventrue aprovechan la ambigüedad de este relato para afirmar que cuando
Caín habló con Ventrue le encomendó el liderazgo de todos los Vástagos y el deber de guiarlos en
las noches siguientes, y el progenitor del clan aceptó esta responsabilidad.
En las leyendas de los Ventrue la rebelión contra la Segunda Generación aparece condonada
y justificada por relatos de crueldad y tiranía e incluso se sugiere que pudo haber ocurrido a
instancias del propio Caín. La barrera entre la Segunda y la Tercera Generación es muy difusa y
algunos eruditos teorizan que en realidad todos estos Vástagos eran chiquillos de Caín, y que lo
único que los diferenciaba fue el bando que eligieron en la lucha entre generaciones. El momento de
la rebelión de Ventrue y sus hermanos no está muy claro, algunos relatos lo sitúan antes de la
Segunda Ciudad y otros después de que fuera construida. Tampoco existe certeza sobre el número
de vampiros de la Segunda Generación, y aunque el número comúnmente aceptado es de tres
(Enoch, Zillah e Irad) en algunos relatos el número es diferente.
Muchos vampiros creen que fue Brujah quien lideró a los Antediluvianos contra sus sires, y
que Ventrue sólo ayudó a sus hermanos después de que acudieran a él. Sin embargo, otros
Antediluvianos aparecen como responsables de haber incitado el conflicto.


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