Desde
las primeras noches Ventrue, o Veddartha, el primero de los Antediluvianos,
siempre
asumió
la responsabilidad de los actos de sus hermanos más débiles, al igual que sus
descendientes
asumen
el liderazgo de los demás clanes en las últimas noches. Creado por Caín a instancias
del
que
la leyenda ha denominado Enoch, Ynosch o Lamech, Ventrue se convirtió en el
primer
consejero
de Caín y en su compañero más fiel.
Se
sentaba al lado de Caín mientras éste supervisaba el crecimiento del paraíso
conocido
como
la Primera Ciudad. El conjunto original de casas de barro con hogares de leña
abiertos
creció
para convertirse en un gran monumento en honor al tremendo potencial de los
Vástagos. Sin
el
beneficio de la maquinaria moderna, la Primera Ciudad pronto dispuso de torres
de mármol que
se
elevaban hacia los cielos. El propio palacio de Caín brillaba con reflejos de
oro, y la belleza de
su
jardín principal nunca ha podido ser igualada.
Los
más grandes artesanos de toda la edad antigua crearon obras de arte como nunca
ha
vuelto
a contemplar el mundo, sencillas pero gloriosas, que reflejaban la esperanza y
el anhelo sin
límites
de aquellos tiempos. El propio Caín convirtió el jardín en su obra maestra,
empleando su
magia
y habilidad para recrear su propia visión de la belleza absoluta. Caminar por
el jardín era
hacerlo
por el paraíso.
Ya desde los primeros
tiempos los Ventrue afirman que el liderazgo de los clanes les
correspondió por
derecho; según los relatos del clan, Caín ordenó a sus chiquillos que
engendraran
la Tercera Generación
y eligió específicamente a Ventrue como el primero. De hecho ordenó a
Enoch que Abrazara a
Ventrue sólo para arrancar al joven Vástago de la influencia de su sire y
acogerlo bajo su
tutela. Siguiendo los relatos del clan Ventrue se convirtió en el consejero y
confidente de Caín, y
en el primogénito de la Tercera Generación.
Sin embargo, aunque
los Ventrue disponen de algunos de los registros más antiguos de la
historia de la
Estirpe, muchos de ellos han sido manipulados deliberadamente, sin duda para
justificar su
liderazgo sobre los demás clanes. Resulta cuando menos extraño que Caín
eligiera a
Ventrue como
confidente pudiendo elegir a uno de sus hijos de la Segunda Generación, o en
todo
caso, si el Primer
Vampiro necesitaba de un consejero de confianza podría haberlo Abrazado él
mismo.
No son los Ventrue el
único clan que remonta su ascendencia hasta Enoch el Sabio, el
Primogénito de Caín.
De la misma forma, los Toreador aseguran en sus propios mitos que son el
más antiguo de todos
los clanes. En épocas posteriores los linajes que afirmaban descender de
Enoch se consideraban
superiores al resto de los clanes.
La visión utópica de
la ciudad de Enoch está muy extendida en los relatos de los clanes, pero
a menudo han sido
exagerados. Aunque Enoch debió haber sido una ciudad excepcional para los
cánones de su época,
muchas de las maravillas de su leyenda han sido añadidas posteriormente.
Algunos clanes, como
los Nosferatu, incluso poseen mitos que aseguran que la Primera Ciudad
nunca llegó a existir
y que los primeros vampiros vivían en los yermos salvajes. Sin embargo, el
vampirismo parece ser
un fenómeno eminentemente urbano, asociado al surgimiento de las
primeras ciudades.
Algunos eruditos incluso afirman que los vampiros surgieron como respuesta a
las depredaciones que
los hombres lobo y otras bestias realizaban para limitar el crecimiento de la
población humana.
Y
sin embargo, Ventrue comprendió que no todo era como debía ser. Después de que
los
chiquillos
de Caín terminasen de crear al resto de la Tercera Generación, Ventrue creyó
vislumbrar
signos de preocupación en el inmutable rostro de Caín. Ventrue le rogó que le
hablase
de
sus miedos. Al principio no le respondió, pero después el Primer Inmortal
habló, como sumido
en
un trance. Allí, sentado entre los monumentos de la Primera Ciudad, Caín reveló
sus sueños
sobre
el futuro, en los que el horror y la catástrofe asolaban el mundo. Inundaciones
y terremotos,
volcanes
y enfermedades, todos golpearían antes o después.
Ventrue
fue incapaz de creer en estas historias, pero Caín prosiguió su relato. Sus
propios
chiquillos
sobrevivirían, pero los mortales serían devastados por la destrucción. Entonces
buscarían
a alguien a quien culpar, y los hijos de Seth perseguirían a los de Caín,
utilizando el
fuego
y la ira para hacerles huir de sus refugios y destruirlos uno por uno, hasta
que los inmortales
desapareciesen
por completo.
Entonces
Caín calló y Ventrue se sentó, confuso, hasta que reunió el valor suficiente
como
para
hacer su pregunta, una pregunta que temía hacer:” ¿Está ese futuro grabado en
piedra, o
podemos
hacer algo para cambiarlo?”
Caín
contempló todo lo que había creado y respondió sereno: “No lo sé.”
Observando
junto a Caín las increíbles vistas de Enoch, Ventrue no podía creer que aquel
horror
fuera posible. En toda su existencia no había conocido más que paz y
prosperidad, en una
tierra
en la que mortales e inmortales convivían sin problemas. Si aquellas palabras
no las hubiese
pronunciado
Caín, el progenitor de los Ventrue no les habría prestado la más mínima
atención.
Dichas
por el Padre de Todos, sin embargo, desgarraron su alma hasta tal punto que
deseó haber
podido
arrancarse los oídos antes que tener que escuchar tales horrores.
Caín
prosiguió. Le contó a Ventrue que los Vástagos no eran los únicos seres
sobrenaturales
del mundo. Habló de los hombres bestia y de los muertos sin reposo, de los
hechiceros
y de las hadas, seres contra los que los vampiros lucharían una interminable y
terrible
guerra.
Y también dijo que aguardando entre las sombras tras estos seres se encontraban
otros
mucho
más poderosos, y que estos poderes ocultos no podían coexistir. A pesar de su
fuerza estos
seres
tenían miedo. Miedo los unos de los otros y de fuerzas que eran incapaces de comprender.
Estos
seres veían a los vampiros como una amenaza, ya que eran capaces de sobrevivir
al
margen
de sus guerras. Los Vástagos podían vivir entre los mortales como ellos nunca
podrían.
Mientras
que los hombres bestia sólo podían limitarse a subyugar a la humanidad,
mientras que
los
hechiceros debían vivir por siempre aislados de sus congéneres, mientras que
los muertos sin
reposo
y las criaturas feéricas nunca serían más que criaturas ajenas a los mortales,
los Vástagos
formaban
parte del mundo mortal del mismo modo que el sol y la luna.
Cuando
Ventrue se quedó solo no pudo hace otra cosa que sopesar estas palabras. Cuando
sus
bellos amantes acudieron a él, los rechazó. Cuando los artesanos que decoraban
su palacio
llegaron
para mostrarle sus últimas obras, ordenó que fueran apartados de su presencia.
Se sentó
acompañado
por la soledad, pensando noche tras noche en las palabras de Caín.
Por
fin, tras tres semanas y dos noches, abandonó su palacio con una nueva
determinación.
Desde
aquella misma noche haría todo lo posible por evitar que esta tragedia tuviese
lugar. Si a
pesar
de todos sus esfuerzos no lograba evitarlo, trataría por todos los medios de
reducir los
daños.
Él se ocuparía de que alguna noche mortales e inmortales se despojasen de las
cadenas de
los
poderes ocultos y fuesen libres por toda la eternidad.
Muchos Ventrue creen
firmemente que fuerzas poderosas manipulan el mundo para sus
siniestros fines, y
los Antediluvianos sólo son parte de esta conspiración universal. Magos
antiguos
y poderosos con
siglos de existencia, espíritus de increíble poder que dominan a los hombres
lobo y
otras criaturas de
inmenso poder también se encuentran entre estas fuerzas. Otras fuentes hablan
de
demonios surgidos en
el amanecer de la creación, que aguardan su oportunidad para destruir la
creación divina.
Los Ventrue han
empleado muchos nombres para describir a estos Amos: Staret, Incarna,
Occultae, Reginae,
Ourani, Gigantes, Daevas y otros apelativos, pero desde finales del siglo XVIII
los Ventrue han
utilizado el término “Amos Secretos”, y aunque no disponen de pruebas concretas
sobre su existencia,
si han reunido numerosos indicios circunstanciales que creen que constituyen
razón suficiente para
justificar sus temores. Ante sucesos inexplicables que no pueden comprender,
enseguida comienzan a
buscar a los manipuladores detrás del escenario.
Otros Ventrue no
creen en la conspiración de los Amos Secretos, considerándola una
artimaña de los
antiguos para mantener la disciplina dentro del clan. De la misma forma, los
pocos
vampiros ajenos al
clan que conocen esta teoría conspirativa la consideran el simple producto de
la
paranoia de los
siglos o una artimaña más utilizada por los Ventrue para autojustificar el
dominio
sobre los demás
clanes.
Ventrue
comenzó a reunir las herramientas que le permitirían combatir a los Amos
Secretos,
pero su comportamiento no pasó desapercibido a sus hermanos, que prestaron
atención a
sus
actos.
El
magnífico palacio de Ventrue, en su día un museo para el arte más sublime, un
edificio
en
el que cada metro cuadrado había sido construido para resultar totalmente impresionante,
se
convirtió
en una fortaleza. Ventrue reunió allí muchos objetos de gran poder, tanto
naturales como
artificiales.
Reliquias
como el Tapiz de la Sangre, la Cabeza de la Medusa, las Garras de Fenris, el
Puente
de las Hadas y la Niebla de Oromazo se amontonaron en el palacio. Para
salvaguardarlos,
Ventrue
hizo uso de su enorme ingenio y proyectó un santuario subterráneo que ninguna
criatura
podía
penetrar. Los Vástagos vieron todo esto y se preocuparon.
Una
noche cuando la luna inundó el cielo de plata, cuatro de los hermanos de
Ventrue se
aproximaron
a su palacio.
“¡Ventrue!”
gritó la que ahora es conocida como Brujah, “¿Por qué te has quedado con
todos
esos objetos, que deberían pertenecernos a todos, y los has ocultado?”
“Mi
querida hermana,” respondió Ventrue, “no hago más que protegerlos de quienes
quieren
quitárnoslos. Cuando llegue el momento usaremos estos objetos para volver a
crear el
mundo.”
“¡Ventrue!”
gritó el que ahora es conocido como Set, “Deberías compartirlos con todos
nosotros
para que podamos utilizarlos cuando lo deseemos.”
“Mi
querido hermano,” respondió Ventrue, “si así lo hiciese los gastaríamos y los
perderíamos,
y no los tendríamos con nosotros cuando más los necesitáramos. Cuando llegue el
momento,
usaremos estos objetos para volver a crear el mundo.”
“¡Ventrue!”
gritó el que ahora es conocido como Tzimisce, “Pasas todo el tiempo solo con
Caín.
¿Estás intentando volverlo contra nosotros?”
Entonces
nuestro sire comprendió el verdadero motivo de la visita de sus hermanos. Los
celos
habían comenzado a adueñarse de sus corazones, y Ventrue lo interpretó como una
señal de
que
los amos habían comenzado a tejer su magia malvada. Puede que si Ventrue
hubiera cedido
entonces
a los ruegos y súplicas de los cuatro hubiese evitado el holocausto que se
avecinaba. Pero
él
era Ventrue, el Primero entre la Tercera Generación, y no se rebajaría ante sus
hermanos y
hermanas
menores.
“Mi
querido hermano,” le respondió Ventrue, “hago lo que debo hacer por el bien de
todos
nosotros.
Cuando llegue el momento, usaremos estos objetos para volver a crear el mundo.”
Se
volvió hacia el que ahora es conocido como Nosferatu, aguardando su pregunta,
pero
Nosferatu
se limitó a sonreír. Entonces los cuatro se marcharon, pero Ventrue comprendió
que las
cosas
no volverían a ser como antes. Desde aquella noche Ventrue se preparó para la
guerra
contra
sus propios hermanos, con la esperanza de que algún día volviesen a ser sus
aliados, pero
sabiendo
que aquel encuentro había precipitado el final.
Siguiendo las
leyendas, Ventrue se habría convertido en el líder de la Tercera Generación y
ayudó a Caín a
gobernar sobre Vástagos y mortales de la Primera Ciudad. Muchos relatos hablan
de
envidias y celos
entre el resto de la Tercera Generación hacia Ventrue y su liderazgo, pero los
enemigos de Ventrue
varían de unos a otros, muy posiblemente para justificar la lucha de los
Ventrue contra otros
clanes a lo largo del tiempo. El Oscuro (Lasombra) aparece como un individuo
particularmente
ambicioso y astuto que no podía soportar ni siquiera la servidumbre teórica
hacia
Ventrue. Otros
Antediluvianos como el Extranjero (Set), el Misterioso (Tzimisce) y el Vanidoso
(Nosferatu) también
se resentían ante el liderazgo de Ventrue, pero otros progenitores de los
clanes
respetaban a Ventrue
y la decisión de Caín de elevarlo por encima del resto
Cuando
llegaron las primeras gotas de lluvia que anunciaban el infausto Diluvio, Caín
se
separó
de sus chiquillos, y Ventrue fue el último que lo vio. “Padre de Todos,” gimió,
“¿no te
quedas
con nosotros? Sin ti, no tendremos a nadie que nos guíe. Sin ti nadie resolverá
las disputas
y
apaciguará las almas enojadas. Sin ti, los Vástagos no podrán hacer más que
guerrear entre
ellos.
Sin ti, no hay esperanza alguna de derrotar a los Amos.”
El
poderoso Caín miró a Ventrue, y por primera vez en incontables años, sonrió.
Nunca han
trascendido
las palabras exactas que el Primer Inmortal le dijo, pero sí que cuando Ventrue
volvió
junto
a sus hermanos era el único preparado para dirigir la reconstrucción. Mientras
Caín
marchaba
las aguas llegaron e inundaron la Primera Ciudad, destruyendo a algunos de los
Vástagos
más débiles Abrazados durante su edad de oro.
Cuando
finalmente las siniestras aguas se retiraron, los Vástagos decidieron
reconstruir su
hogar.
Ventrue dirigió a toda la Estirpe, incluyendo a su propio sire, durante la
creación de la
Segunda
Ciudad. Y aún sabiendo que ésta caería alguna noche, volcó en ella todas sus
energías.
Allí
escondió los más poderosos artefactos que había rescatado de la Primera Ciudad.
Allí enterró
una
vasija de arcilla llena con la Sangre de Caín.
Pero
los seis Cainitas de la Segunda Generación quisieron apropiarse de la herencia
desaparecida
de Caín, sin haberse ganado el respeto ni la lealtad de su progenie. En su
desesperación
por librarse de la Segunda Generación, los Antediluvianos acudieron a Ventrue
en
busca
de consejo. Juntos acabaron con sus sires y se erigieron como gobernantes, tal
y como Caín
había
sugerido antes de partir.
Una vez más los
Ventrue aprovechan la ambigüedad de este relato para afirmar que cuando
Caín habló con
Ventrue le encomendó el liderazgo de todos los Vástagos y el deber de guiarlos
en
las noches
siguientes, y el progenitor del clan aceptó esta responsabilidad.
En las leyendas de
los Ventrue la rebelión contra la Segunda Generación aparece condonada
y justificada por
relatos de crueldad y tiranía e incluso se sugiere que pudo haber ocurrido a
instancias del propio
Caín. La barrera entre la Segunda y la Tercera Generación es muy difusa y
algunos eruditos
teorizan que en realidad todos estos Vástagos eran chiquillos de Caín, y que lo
único que los
diferenciaba fue el bando que eligieron en la lucha entre generaciones. El
momento de
la rebelión de
Ventrue y sus hermanos no está muy claro, algunos relatos lo sitúan antes de la
Segunda Ciudad y
otros después de que fuera construida. Tampoco existe certeza sobre el número
de vampiros de la
Segunda Generación, y aunque el número comúnmente aceptado es de tres
(Enoch, Zillah e
Irad) en algunos relatos el número es diferente.
Muchos vampiros creen
que fue Brujah quien lideró a los Antediluvianos contra sus sires, y
que Ventrue sólo
ayudó a sus hermanos después de que acudieran a él. Sin embargo, otros
Antediluvianos
aparecen como responsables de haber incitado el conflicto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario