Las primeras reuniones entre los Fundadores de la Camarilla fueron difíciles, debido a los
escasos motivos que tenían para confiar unos en otros. Entre los primeros antiguos de distintos
clanes que se reunieron para tratar la formación de la nueva secta que aportara unidad frente a los
anarquistas y un medio de sobrevivir a la Inquisición se encontraba Camilla Banes, una antigua
visionaria Malkavian, con sangrientas revelaciones apocalípticas, cuya visión se había exacerbado a
raíz de la muerte del Antediluviano Cappadocius en 1444. Los demás Fundadores solían prestar
atención a los delirios de Camilla, que se hacía crucificar por sus criados durante el sueño, pero ni
siquiera esta antigua podía hablar por la gran mayoría de los chiquillos de Malkav.
Y entonces, sin que nadie los esperase, vinieron de Oriente Unmada y Vasantasena, el
hombre santo y su discípula. Él era un vidente que mortificaba su cuerpo cada noche para alcanzar
la sabiduría. Ella era la hija de un rajá, iluminada por su visión. Fueron ellos los que realmente
unieron a los Malkavian a la Camarilla.
Ambos llegaron con una nutrida representación de la familia de los Locos, y hablaron con
los Fundadores de la Camarilla en plano de igualdad. Sus palabras eran amables y transmitían
visiones. Unmada y Vasantasena actuaron como portavoces, comprendiendo los delirios de los
Locos y transmitiéndolos de forma que los Fundadores pudieran comprenderlos. Los antiguos
Malkavian de Europa acudieron ante los vampiros de otros clanes y les ofrecieron su apoyo. Por
supuesto hubo dudas, por parte de los demás vampiros, que temían que una unión con los
Malkavian debilitara la naciente Camarilla. No obstante al final prevaleció la opinión de que era
mejor que los Locos estuvieran con la Camarilla que contra ella.
Algunos anarquistas repararon en la creciente unidad de la camada de Malkav y sintieron
miedo, jurando que no atacarían más a los Malkavian, y azuzados por este temor, muchos
renunciaron a las hostilidades, razonando que si los aislados y fracturados Malkavian habían
encontrado su unidad con los demás clanes era porque no había otra salida.
De este modo siete clanes acudieron en masa a la llamada de unidad de los Fundadores de la
Camarilla, pero no todos los vampiros aceptaron la nueva secta. Los señores de la Camarilla
salieron de caza y rastrearon a los anarquistas hasta sus fortalezas, donde capturaron a todos los que
pudieron y ejecutaron a los que estimaron adecuado. Tras varios años de guerra habían apresado a
numerosos líderes anarquistas y del clan Assamita –pues los Asesinos habían seguido a las hordas
anarquistas en sus ataques a los antiguos- como para poner fin al caos e iniciar las negociaciones
para una rendición.
La reunión entre la Camarilla, los anarquistas y los demás clanes tuvo lugar en una aldea
inglesa conocida como Thorns (espinas) y el tratado fue conocido como Tratado de las Espinas. Los
acuerdos finales establecían que los anarquistas debían vincularse por sangre a sus antiguos sin
elección, pues no había nadie que defendiera la causa de los rebeldes.
Sin embargo, hubo alguien que sí lo hizo. Ya fuera por genuina piedad o iluminación,
Vasantasena habló ante los Vástagos presentes y se dirigió a los líderes de la Camarilla. En un
discurso apasionado y completamente lúcido advirtió que la venganza no acabaría con la violencia,
sino que les sería devuelta mil veces. Si perdonaban los crímenes el perdón les sería a su vez
devuelto mil veces y acabaría para siempre con los ríos de sangre. Pero si se ejecutaba la venganza
estallaría una nueva guerra que duraría siglos y que empequeñecería las atrocidades de las guerras
anarquistas.
Sus palabras sembraron el temor en el corazón de los antiguos, pero al final, llenos de
orgullo y creyendo que habían quebrado el movimiento rebelde para siempre, hicieron que la
venganza prevaleciera. Vasantasena asintió y concluyó su discurso con las mejillas y muñecas
manchadas de sangre diciendo:
“Somos un pueblo herido, y este acuerdo no restañará nuestras heridas. Esto es una espina
clavada en el corazón de todos los Vástagos.”
Abandonó el consejo y no volvió a hablar. Bajo la sombra de la noche se adentró en las
mazmorras donde habían sido encerrados los líderes anarquistas y liberó a un puñado de discípulos,
que la siguieron en su huida para unirse a los clanes Lasombra y Tzimisce en la secta del Sabbat.
Los antiguos de la Camarilla bramaron venganza contra todos los Malkavian, pero las
palabras de Vasantasena todavía resonaban en sus oídos y abandonaron sus deseos genocidas…por
el momento.
Por su parte los vampiros del Sabbat, especialmente los Lasombra y Tzimisce, vieron en
Vasantasena una presencia perjudicial para organizar la nueva secta. Ella insistió en que las filas de
los anarquistas no debían ser pastoreadas como borregos, sino que todos los esfuerzos debían
orientarse hacia la iluminación interior. Fue una figura popular entre las filas del Sabbat y su
ejemplo inspiró la obsesión del Sabbat con las Sendas de Iluminación. Los líderes de las sendas
rivales cortejaron su apoyo, pero ella los rechazó a todos, burlándose de sus intentos de codificar y
formular rígidamente la experiencia de la iluminación.
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