El supuesto diabolismo de Cappadocius
dejó al Clan de la Muerte dividido en dos
facciones. Por un lado se encontraban los
Capadocios, que se encontraban demasiado
divididos y confundidos para actuar. En
las noches siguientes a la destrucción de su
ancestro, muchos se suicidaron
voluntariamente. Por otro lado se encontraba la familia
Giovanni, que eran los vampiros
mayoritarios del Clan de la Muerte en Europa.
Sin embargo, Augustus Giovanni no estaba
conforme con esta situación, y comenzó
a tomar medidas para llevar a cabo la
destrucción de los restantes Capadocios. En un
gran gesto de desafío Augustus atacó el
Templo de Lamia y diabolizó a la fundadora de
la línea de sangre. Se dice que Lamia
maldijo a su asesino con el Beso de la Muerte,
haciendo que desde entonces todos los
descendientes de Augustus causasen un gran
dolor en todos los mortales de los que se
alimentaban. Otros eruditos prefieren
remontar la debilidad a la maldición de
Japheth, pero parece ser que no se había
manifestado anteriormente.
La mayoría de los Giovanni consideran que
la Maldición de Lamia a largo plazo
tiene sus ventajas. El daño ocasionado
por el mordisco de los Giovanni es mucho más
doloroso y permite acabar con los
enemigos con mayor facilidad. No obstante, la
carencia de un “beso” que paralice en
éxtasis a las víctimas, hace más difícil encontrar
sangre. La solución más empleada es beber
la sangre de los muertos, un recurso muy
utilizado en las naciones desarrolladas.
La sangre de los muertos generalmente es
extraída de los cadáveres en el proceso
de embalsamamiento y posteriormente desechada.
Los Fundadores de la Camarilla se
encontraban a la vez enfadados e intrigados
por el ascenso del Clan Giovanni al
poder. Hardestadt se encontraba particularmente
furioso por haber sido engañado por
Claudius. Durante mucho tiempo los Fundadores
rechazaron las embajadas de paz de los
“Vampiros del Diablo”, pero la guerra contra los
anarquistas se encontraba en su plenitud
a mediados del siglo XV y los antiguos
decidieron posponer la solución para el
“problema Giovanni”.
Los Giovanni aprovecharon la tensa tregua
que se les ofrecía y se fortalecieron,
persiguiendo a los Capadocios y tratando
de reunir partidarios entre los antiguos. Eran
conscientes de que la guerra contra los
anarquistas no duraría para siempre, por lo que
procuraron extenderla el mayor tiempo
posible, mientras sus diplomáticos trabajaban
contra viento y marea tratando de
conseguir aceptación entre el resto de la Estirpe. Los
Giovanni también recibieron embajadores
de los anarquistas, pero no encontraron interés
en sus propuestas y no estaban dispuestos
a compartir su familia mortal con otros
linajes.
LA NOCHE ETERNA
Tal vez fuese un efecto derivado del
diabolismo de Cappadocius o tal vez otra
cosa, pero después de convertir a su
familia en un clan de vampiros, Augustus Giovanni
comenzó a desarrollar extrañas teorías.
Los Giovanni se apoderaron de numerosos
documentos y escritos de los antiguos
Capadocios relacionados con los planes del
ancestro para “ascender al cielo” y los
estudiaron con atención. Finalmente Augustus
sacó sus propias conclusiones desde un
punto de vista distinto.
Era imposible llevar la tierra hacia el
Cielo, pero sí arrastrarla al Infierno.
Gran parte de la sabiduría de los
antiguos egipcios, babilonios y gnósticos, al
hablar del Cielo y del mundo espiritual
realmente se estaba refiriendo al Inframundo de
los muertos. Cuando Cappadocius creyó que
podía tomar el poder de Dios se estaba
tomando literalmente lo que sólo era una
metáfora, al menos desde la perspectiva de
Augustus.
Los documentos de Cappadocius hablaban
también sobre la “llegada de la gran
oscuridad” y “el fin de la luz eterna”.
Tal y como pensó Augustus, aquellos escritos
podían proporcionarle los medios para
eliminar el Sudario, la barrera que separaba a
los vivos de los muertos. Una vez
conseguido este objetivo quienes pudiesen controlar a
los espíritus de los muertos alcanzarían
un poder supremo. Cappadocius quería
convertirse en Dios, pero se habría
convertido en un dios entre fantasmas y hombres.
Dispuesto a no cometer el mismo error que
los Capadocios, Augustus no obligó a
nadie de la familia a ayudarle en sus
planes. Profundizando en sus escritos
nigrománticos Augustus y sus más
allegados descubrieron que para romper la barrera
entre la vida y la muerte era necesaria
una inmensa energía espiritual, la energía de
“diez mil veces diez mil almas.” Un logro
que podría conseguirse despacio y con la
paciencia que otorga la inmortalidad.
Augustus trató de encontrar simpatizantes
entre los demás clanes para que le
ayudasen a llevar a cabo su intención de
unir el mundo de los vivos y los muertos, pero
debido a la situación precaria de los
Giovanni y a la hostilidad desatada por la
destrucción de Cappadocius, desistió de
sus propósitos. Aunque se produjeron algunas
hostilidades, Augustus decidió que sus
descendientes desaparecieran de la escena
vampírica y se ocultaron, ocupándose de sus
propios asuntos.
LAS NOCHES DE CRECIMIENTO
EL TRATADO DE 1528
Tras la creación de la Camarilla en 1493,
la nueva secta volvió sus ojos hacia el
problema de Augustus y los Giovanni.
Algunos antiguos deseaban confraternizar con el
nuevo clan, considerando la destrucción
de Cappadocius un hecho consumado. Además
habían comenzado a circular historias
sobre la locura del Antediluviano del clan de la
Muerte y de cómo los Capadocios habían
puesto en peligro a todos los Vástagos. Por
otra parte también existía el precedente
de los Tremere y el diabolismo de Saulot, y
algunos vampiros creyeron que podrían
ignorar los “errores” pasados de los Giovanni.
Sin embargo, finalmente fueron Hardestadt
y sus partidarios quienes se
impusieron, furiosos por haber sido
engañados por los advenedizos Giovanni. Costó
mucho entablar negociaciones con la
“Estirpe del Diablo”, pero decidieron seguir
adelante y terminar con el asunto. En
1528, al final de una conferencia de diez noches,
Claudius Giovanni había firmado un
acuerdo formal que establecía la neutralidad de la
familia Giovanni en los asuntos de los
vampiros. Claudius Giovanni prometió
solemnemente que su familia cumpliría el
tratado.
Rafael de Corazón, del clan Toreador, fue
el representante de la Camarilla en la
firma del Tratado y una de sus exigencias
fue que una vez cada 13 años Venecia sería
visitada por el Círculo Interior de la
Camarilla para vigilar el mantenimiento de la
neutralidad Giovanni.
Algunos antiguos criticaron el Tratado,
creyendo que la Camarilla había
realizado demasiadas concesiones al
permitir la existencia de los Giovanni e incluso
permitir que espiaran las reuniones del
Círculo Interior de la Camarilla. Sin embargo,
Rafael de Corazón fue mucho más astuto de
lo que su “ineptitud” aparentaba, pues el
antiguo tenía un interés personal en los
Giovanni. Los demás Fundadores de la
Camarilla también ratificaron el Tratado,
pues habían descubierto varios indicios que
parecían señalar que la creación del clan
Giovanni formaba parte de los planes de
Cappadocius, y deseaban saber cómo
terminaría todo.
El Tratado o Promesa de 1528 también
significó la aprobación tácita del genocidio
de los restantes Capadocios. Los Giovanni
insistieron especialmente sobre ello para
mantener su neutralidad. Los Fundadores
aceptaron, ya que los Capadocios no estaban
dispuestos a unirse a la Camarilla, y no
querían que reforzaran las filas de sus
enemigos en el Sabbat.
Y los Capadocios sangraron. La purga
llevó varios siglos, pero finalmente la
mayor parte del antiguo clan fue
destruida. Su tiempo había pasado. Habían servido para
elevar a los Giovanni al poder y ya no
eran necesarios. Los Giovanni y sus servidores
mortales atacaron a los Capadocios,
destruyéndolos, bebiendo su sangre y robando sus
recursos y conocimientos. Hacia 1680
Ambrogino Giovanni afirmó haber destruido al
último de los Capadocios en Transilvania,
y la última de las Lamias murió en una Caza de
Sangre de la Camarilla en 1718.
Por supuesto, la purga estuvo lejos de
ser total. Algunos Capadocios
consiguieron sobrevivir refugiándose en
lugares recónditos, como los misteriosos Mla
Watu de África, mientras que otros se
sumergieron en el letargo o quedaron atrapados
en el Inframundo. También corre el rumor
de que Lázaro y varios de sus descendientes
sobrevivieron ocultos en los monasterios
coptos del sur de Egipto. Aunque algunos
Capadocios consiguieron escapar de la
purga, lo único que hicieron fue posponer su
destino, no evitarlo.
EL FRAGMENTO DE SARGÓN
Después de que Cappadocius fuese
diabolizado, los Fundadores de la Camarilla
robaron los contenidos de la biblioteca
del Antediluviano y los ocultaron. La
alternativa más segura hubiera sido
destruir los libros, pero se consideró que los
conocimientos podían ser útiles algún
día. Pero una vez salvados los libros, todo
consenso se desvaneció. Ninguno de los
Fundadores se fiaba de los demás para custodiar
los textos prohibidos y era necesario un
lugar neutral.
Finalmente el representante Nosferatu
sugirió las bibliotecas secretas del
Vaticano, señalando que la fe concentrada
en el lugar sería una potente barrera contra
los ladrones vampíricos y que los textos
nigrománticos no llamarían la atención entre
los vetustos libros prohibidos. El
traslado se organizó en secreto y los manuscritos
permanecieron seguros…durante un tiempo.
A mediados del siglo XVII Ambrogino
Giovanni (supuestamente con la bendición de
Augustus) descubrió el paradero de los
libros desaparecidos de Cappadocius y sobornó a
varios de los bibliotecarios para
conseguir los textos prohibidos. Desgraciadamente, en
1666, los espías de la Camarilla
descubrieron la desaparición de los libros y los planes de
Ambrogino. Los Fundadores actuaron
rápidamente, convocando a los “Hijos de Isaac”, que
guardaban un gran resentimiento hacia los
Giovanni, y poniéndolos bajo la pista de
Ambrogino.
Entre los libros robados por Ambrogino se
encontraba el Fragmento de Sargón,
uno de los elementos del ritual que
Cappadocius supuestamente había utilizado para
alcanzar la apoteosis. Este fragmento
examinaba la influencia de Lilith en la tradición
vampírica y la degeneración del mundo.
Ambrogino fue perseguido por los Hijos de
Isaac hasta Londres, y parte del poder
del antiguo texto fue liberado,
provocando el Gran Incendio que devastó la ciudad y
rompiendo la Promesa de 1528. Los
Giovanni y la Camarilla alcanzaron nuevamente un
acuerdo y echaron tierra sobre el asunto.
No obstante, Ambrogino prosiguió en secreto
con su búsqueda del
conocimiento perdido de Cappadocius.
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