Después de conseguir su revelación de
labios de un humilde judío Cappadocius
comenzó una nueva reorganización del
clan. Hizo saber a todos sus descendientes que
deseaba reunirse con ellos en Goreme, una
ciudad excavada en la roca de las montañas de
Capadocia.
Tiempo después los Capadocios se
reunieron y Cappadocius les habló de la nueva
orientación de sus estudios, que debían
estar más próximos al cielo y el mensaje de Dios.
Y así una noche a comienzos del siglo I
d.C., una procesión de Capadocios marchó
hasta la cumbre del Monte Erciyes, en el
centro de las montañas de Capadocia. Vampiros
del Clan de la Muerte de todo el mundo
conocido caminaron ocasionando rumores sobre
la presencia de un ejército de cadáveres
que caminaban en la noche. Los viajeros que se
cruzaron con la silenciosa legión huyeron
aterrorizados.
Erciyes, también llamado Argaeus,
albergaba un monasterio olvidado y medio en
ruinas, que fue invadido por los vampiros
Capadocios. Mataron a los monjes mortales y a
un vampiro Malkavian llamado Algol que
habitaba entre ellos. En una noche las
inclinaciones del monasterio cambiaron
para siempre, y el templo quedó consagrado para
un nuevo y oscuro aprendizaje.
Pronto comenzaron a circular los rumores,
los vampiros susurraban sobre los
motivos de los Capadocios, mientras que
los mortales permanecieron en la ignorancia de
lo que estaba ocurriendo en el corazón de
Oriente Medio. Algunos curiosos se acercaron
a Erciyes en la oscuridad, esperando
encontrar un atisbo de terribles orgías y ritos
perversos, pero sólo encontraron
silenciosos y atareados monjes.
El templo cambió con rapidez. Los
vampiros trabajaron sin descanso,
reconstruyendo el monasterio según sus
necesidades, derribando viejos muros y
levantando otros nuevos. Excavaron
grandes cámaras subterráneas y construyeron
bibliotecas y mausoleos sobre ellas. En
sólo unos meses la nueva estructura estuvo
terminada. Desde entonces tuvo muchos
nombres, pero el templo se convirtió en un lugar
donde la muerte era el único objeto de
estudio.
El nuevo Templo de Erciyes no sólo
comprendía el antiguo monasterio construido
en la cumbre de la montaña, sino que con
el paso del tiempo fue sucesivamente ampliada
hasta comprender el interior de la
montaña. La piedra exterior fue esculpida con
grandes columnas y afilados arcos que
constituían el marco de jeroglíficos e iconos que
ensalzaban a Dios y la muerte. El
interior se extendía desde la cima hasta las entrañas
de la tierra. Las escaleras serpenteaban
desde la cumbre adentrándose en la oscuridad.
Una compleja maraña de túneles
laberínticos creados por la necesidad y razones
prácticas se extendían haciendo imposible
cualquier intento de crear un mapa.
Tras establecer su nuevo hogar, los
Capadocios reunidos acordaron encontrarse
de nuevo, siempre que pudiesen, cada
solsticio de invierno, para discutir sobre sus
estudios y compartir opiniones sobre los
asuntos del clan.
EL CRISTIANISMO
Tras la conversión de Cappadocius muchos
de sus descendientes abrazaron
abiertamente el cristianismo, pensando
que la nueva fe les ayudaría a sondear la
naturaleza del mundo espiritual. Las
tierras de Capadocia se convirtieron en un lugar
de acogida para los primeros ermitaños y
para los cristianos perseguidos en el Imperio
Romano. En la propia tierra fueron
abiertas dos ciudades: Derinkuyu y Kaymakli, para
acoger a los cristianos en las noches de
intolerancia.
Los Capadocios fomentaron el crecimiento
del cristianismo, ayudando a labrar
iglesias y monasterios en las montañas de
Capadocia y protegiendo a los cristianos que
encontraban por todos los territorios del
Imperio Romano. Algunos incluso se
dedicaron a difundir y enseñar el pensamiento
cristiano entre los mortales, mientras que
otros, imitando a los ascetas y
ermitaños, se recluyeron en las tinieblas.
Siguiendo las enseñanzas de Cristo,
Cappadocius se refugió con varios de sus hijos
en la ciudad de Derinkuyu. Por aquel
entonces el ancestro de los Capadocios,
comprendía que no era necesario que todos
sus descendientes se dedicaran al estudio de
la muerte y animó a sus descendientes a
dedicarse a otras áreas de conocimiento. Muchos
Capadocios Abrazaron progenie entre
bibliotecarios, filósofos, teósofos, cartógrafos,
lingüistas y eruditos de muchas clases.
Algunos incluso otorgaron el don de la sangre a
viajeros, guerreros y burócratas. No
obstante, el estudio de los muertos no disminuyó,
pues el clan Capadocio comenzó a admitir
nuevos miembros en cantidades sin precedentes.
Los seguidores del Camino de los Huesos
convirtieron el Templo de Erciyes en su base.
Sin embargo, las depredaciones de
Cappadocius y sus descendientes no pasaron
desapercibidas para los mortales de
Derinkuyu. La proximidad de los vampiros y de los
cadáveres que estudiaban les hacían
sentirse incómodos. Los vampiros reaccionaron
ocultándose todavía más y recluyéndose en
sus estudios.
Pero finalmente llegó un momento en que
sencillamente los mortales no pudieron
soportar aquella forma de vida, temerosos
de los pálidos cadáveres que caminaban en la
noche. Aunque aquellos monstruos no eran
activamente malignos, sus desagradables e
impíos ritos y sus macabras costumbres los
aterraban. Por otro lado, el creciente
número de los vampiros se estaba cobrando
su precio: los mortales se estaban volviendo
anémicos y enfermizos tanto por la sangre
que debían entregar a sus amos como la
exposición a los cadáveres que se
almacenaban bajo sus pies.
Cappadocius comprendió que era necesario
realizar un ajuste a la excesiva
proliferación de sus descendientes.
Recordaba las noches solitarias en Enoch, el único
miembro de su linaje, mientras sus
hermanos creaban progenie con salvaje abandono.
Arrepentido de su descuido, convocó de
nuevo a sus descendientes, en las más profundas
catacumbas de la ciudad gemela de
Derinkuyu, Kaymakli. Algunos eruditos afirman que
antes de la reunión Cappadocius tuvo una
visión sobre lo que debía hacer.
LA FIESTA DE LA LOCURA
En las cámaras subterráneas de Kaymaklise
reunió la gran mayoría del clan
Capadocio. El número de los asistentes
varía según los distintos relatos y algunas
leyendas aseguran que llegaron 12.000
vampiros, una cifra sin duda exagerada para la
época. Durante la concentración los
vampiros desplazaron a los ciudadanos de
Kaymakli, obligándoles a abandonar sus
hogares mientras durase la convocatoria.
Ninguno de los asistentes conocía el
propósito de la reunión del clan, sólo
Cappadocius y sus chiquillos Caias y
Japheth, y los rumores entre los vampiros reunidos
hablaban de un nuevo y misterioso
proyecto.
El propósito de Cappadocius era realizar
una criba en las filas del clan. Se
presentó ante los congregados y comenzó
una serie de preguntas, cuyo número y
naturaleza varían según las distintas
interpretaciones. Los que respondían
negativamente a alguna de ellas eran
llevados hasta las catacumbas más profundas.
“¿Quién de entre vosotros no ha ayudado a
construir una iglesia o un templo?”
“¿Quién de entre vosotros no sabe leer ni
escribir?”
“¿Quién no sigue el camino de Dios?”
“¿Quién no ha empezado a buscar
respuestas al gran enigma?”
Poco a poco el número de los vampiros
reunidos fue disminuyendo, a medida que
descendían a las catacumbas. Cuando se
hubo realizado la última pregunta y los últimos
Capadocios descendieron a las
profundidades, Cappadocius ordenó a Caias y Japheth que
sellasen para siempre el portal de la
ciudad. Mientras el mecanismo de piedras de molino
se cerraba sobre el aullante pozo de
vampiros condenados, el propio Cappadocius invocó
su propio poder sobre el portal:
“Que ningún chiquillo de Caín salga nunca
de este pasaje; que ningún hijo de Seth
entre.”
Se dice que el Antediluviano lloró
lágrimas de sangre al condenar a sus
descendientes. Sólo la hipocresía y su
humanidad le habían salvado a él y a sus escogidos
de seguir el mismo destino. A
continuación se dirigió a los habitantes de Kaymakli y les
dijo:
“Marchaos de aquí. Este lugar está
maldito. Marchaos y no volváis nunca.”
Hasta las Noches Finales la prohibición
se mantuvo, pero los vampiros
aprisionados se mataron entre ellos o
cayeron en letargo.
Sin embargo, no todos los Capadocios
“indignos” quedaron aprisionados en
Kaymakli. Cuando Cappadocius realizó su
convocatoria a muchos les resultó imposible
realizar el viaje, bien por incapacidad
física o por una naturaleza errante. Se dice que
algunos incluso recibieron visiones
precognitorias de lo que iba a ocurrir.
Los Capadocios que no acudieron a la
convocatoria serían conocidos como
Infitiores y muchos comenzaron a odiar a
su ancestro tras descubrir lo ocurrido, pues
ninguno supo si habrían terminado bajo
tierra de haber acudido a la llamada. Estos
Capadocios dieron la espalda a su linaje,
buscando sus propias metas y evitando a sus
antiguos hermanos, sintiéndose
traicionados por un hombre al que habían seguido de
buena fe.
Algunos eruditos vampíricos consideran un
enigma la historia de la Fiesta de la
Locura, y aunque no deniegan la
existencia de Kaymakli y la terrible purga que afectó al
clan Capadocio, se preguntan cuáles
fueron los motivos de Cappadocius para llevarla a
cabo.
Muy interesante, gracias.
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