LA HISTORIA DE ARNOLD PAOLE Y PETER PLOGOJOWITZ
A mediados de la década de 1720, un serbio oriundo de Meduegna, cerca de Belgrado, regresó a su pueblo natal para establecerse como granjero tras haber pertenecido al ejército, y haber sido asignado al extranjero.Este hombre, Arnold Paole, se casó con la hija del dueño del campo contiguo al suyo, y comenzó una vida normal, o casi.
Paole le confesó a su esposa que temía a la muerte, y le contó lo que le había pasado en el extranjero. El ejército lo había asignado a una guarnición en Grecia, y Paole supo de los mitos locales sobre los muertos que regresaban de la tumba a aterrorizar a los vivos en forma de vampiros. Paole dijo haber sido atacado por uno de ellos. Siguiendo las costumbres locales, Arnold buscó la tumba del ser, y se vengó, comiendo un poco de la tierra de la tumba, y bañándose en su sangre, para luego quemarlo. Poco después de esto, Paole renunció al ejército, a pesar de la negativa de sus superiores, y volvió a su hogar.
Los temores que le había confesado a su mujer no fueron infundados. Al poco tiempo, murió en su granja. Estaba trabajando y cayó de un vagón lleno de heno. La caída aparentemente le causó hemorragias internas, y murió a los pocos días.
Al cabo de un mes, muchos vecinos afirmaron haberlo visto, y, en principio, no sintieron pánico por ello. Aparentemente Paole sólo los visitaba en sus hogares. Sin embargo, varias semanas después de reportar haberlo visto, muchas de esas personas murieron en inexplicables circunstancias.
Se convocó a un grupo de personas para esclarecer los hechos. El grupo constó de dos oficiales del ejército, dos médicos militares, y el sacerdote de la iglesia local. Cuando el grupo exhumó la tumba de Paole, se encontraron con que su cuerpo estaba fresco. No estaba para nada descompuesto, se le había caído una capa de piel, y crecido una nueva, y lo mismo había sucedido con sus uñas. En sus labios podía verse un rastro de sangre, así como sobre su camisa, ataúd y mortaja. Cuando uno de los miembros del grupo decidió enterrarle una estaca en el corazón, Paole gritó de dolor, y mucha sangre fresca manó de la herida. Luego de clavarle la estaca, lo cubrieron de ajo y lo quemaron, lanzando las cenizas en su tumba. También depositaron ajo en las tumbas de sus recientes víctimas.
En Meduegna reinó la tranquilidad hasta 1732, cuando sucedió otra serie de muertes inexplicables. Nuevamente comenzaron las investigaciones. Se desenterraron a varios cadáveres, de los cuales no menos de 11 presentaban los mismos rasgos de Paole: ninguna descomposición (a pesar de que en ciertos casos llevaban meses de enterrados), piel y uñas nuevas, y sangre fresca en sus arterias y corazón. Se hizo un reporte médico minucioso del caso, que se hizo público en toda Europa. Se cree que la relación de esta epidemia de vampirismo con Paole, muerto unos años atrás, es la siguiente: supuestamente Paole se alimentó de vacas y ovejas además de personas. La teoría dice que tal vez quienes comieron la carne de estos animales de los que Paole se alimentó pueden haber recibido la calidad de vampiro de ella.
La Historia Real De Peter Plogojowitz
El caso de este hombre es muy similar al de Arnold Paole, incluso en que sucedieron en lugares cercanos entre sí. Plogojowitz vivía en Kisolova,
un pequeño pueblo en la Serbia ocupada por Austria, no muy lejos de Meduegna (o Medvegia) donde el caso Paole se desarrolló.
Peter Plogojowitz murió a los 62 años en Septiembre de 1728. Tres días después de morir, llegó a su casa en el medio de la noche y le pidió algo de comer a su hijo. Su hijo le dio de comer, y el hombre se retiró. Dos noches después regresó y volvió a pedir comida, que en este caso su hijo le rechazó, apareciendo muerto al día siguiente. Al poco tiempo varios pueblerinos se enfermaron y se sentían exhaustos. Se les diagnosticó severa pérdida de sangre. Reportaron haber visto a Plogojowitz en sueños, quien los visitaba, los mordía en el cuello y tomaba su sangre. Durante la siguiente semana, nueve personas murieron de esta extraña enfermedad.
El magistrado en jefe envió un reporte de las muertes al comandante de las fuerzas Imperiales, quien se hizo presente. Se mandó a abrir todas las tumbas de los recientemente fallecidos. El cuerpo de Plogojowitz les presentó un enigma. Parecía estar en trance y respiraba muy suavemente. Sus ojos estaban abiertos, su carne rellena y parecía saludable y bien. Su pelo y uñas parecían haber crecido y tenía piel nueva. Lo más importante: Su boca tenía sangre fresca.
Rápidamente, el Comandante concluyó que Plogojowitz era un vampiro. Junto con el comandante, había venido a Kisolova un verdugo, que se dispuso a atravesar el cuerpo con una estaca. Cuando lo hizo, salió sangre de la herida y de los otros orificios corporales. Luego quemaron el cuerpo. Ninguno de los otros cuerpos manifestaba signos de vampirismo. Para protegerlos, y a los pueblerinos, se puso ajo y espinos en las tumbas y los cuerpos fueron regresados a la tierra.
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