La diosa Afrodita fue, posiblemente, la divinidad
menos respetada por los griegos. No es que no le rindieran el debido
culto, pero la forma en que la veían en sus mitos no era precisamente
halagueña. Para los griegos, Afrodita era el símbolo de todas las
mujeres tontas y promiscuas.
Afrodita, según el mito más popular (lo cual se debe sobre todo al famoso cuadro El nacimiento de Venus,
pintado por Botticelli), nació de la espuma del mar. Según una versión
más amplia del mito, esa concepción milagrosa se produjo cuando el dios
Cronos castró a su padre Urano y arrojó sus genitales al mar. En
cualquier caso, Afrodita fue adoptada como hija por Zeus. De acuerdo con
otro mito menos conocido, Afrodita era hija biológica y no meramente
adoptiva de Zeus, fruto de su unión con la ninfa marina Dione.
Tras
incorporarla a la familia olímpica, Zeus la casó con su hijo, el feo
dios-herrero Hefesto, quien le dio grandes regalos a su padre en
agradecimiento. Ella le dio tres hijos -Fobos, Deimos y Harmonía-, pero
el verdadero padre de ellos era el dios de la guerra Ares, con quien
Afrodita comenzó un romance muy poco después de su matrimonio. Hefesto
no se enteró de la infidelidad de su esposa divina hasta que Helio se lo
contó. Entonces se retiró airado a su fragua y, a golpes de martillo,
forjó una red de caza de bronce, fina como una telaraña pero irrompible,
que ató secretamente a los postes y los lados de su lecho matrimonial.
Luego
le dijo a Afrodita que se iría de viaje a la isla de Lemnos. Ella no se
ofreció a acompañar a su hermano-esposo, y apenas salió del palacio
llamó a su hermano-amante Ares, con quien se puso a retozar alegremente
en la cama que compartía con Hefesto. Cuando se durmieron, Hefesto -que,
por supuesto, no había viajado a Lemnos- descolgó la red y se las echó
encima. Los amantes quedaron así atrapados (y desnudos, lo que
evidenciaba el adulterio) en la cama, y Hefesto llamó a los demás dioses
del Olimpo para que fuesen testigos de la infidelidad. Las diosas
decidieron quedarse en sus aposentos, por delicadeza, pero Zeus, Apolo,
Hermes y Poseidón acudieron a la llamada de Hefesto.
La
reacción de los dioses fue dispar. Apolo y Hermes observaron el cuerpo
desnudo de su hermana con lujuria, y Apolo le preguntó jocosamente, en
voz baja, a Hermes si no le gustaría estar en el lugar de Ares, pese a
la red. Hermes dijo que le gustaría aunque hubieran tres redes y todas
las diosas del Olimpo lo estuvieran mirando, lo cual hizo que ambos
dioses rieran groseramente. Poseidón fingió estar indignado, pero en
secreto también se había quedado deslumbrado -por no decir otra cosa-
por la belleza de su sobrina. Pero Zeus estaba realmente indignado y
disgustado por el incidente. Hefesto dijo que deseaba divorciarse de
Afrodita y exigió que Zeus le devolviera los regalos, amenazando con no
liberarla de la red, ni tampoco a Ares; Zeus se negó. Entonces Poseidón
ofreció una solución: Ares pagaría los regalos de Hefesto. Cuando
Hefesto puso en duda que el amante de su esposa cumpliera su promesa,
Poseidón se ofreció como garante. Así, Hefesto accedió a liberar a Ares y
Afrodita. Hay que decir que Ares no pagó los regalos, pero Hefesto
tampoco se los exigió, pues seguía locamente enamorado de Afrodita y
terminó por no divorciarse de ella.
Afrodita
continuó engañando a su marido con mortales bellos y con otros dioses.
Se acostó con Hermes (con quien, como dije antes, tuvo a Hermafrodito),
con Poseidón, con Dionisio (con quien tuvo a Príapo) y, según ciertas
versiones, con el propio Zeus (con quien habría concebido a Eros).
También se acostó con Anquises, rey de los dárdanos, con quien tuvo a
Eneas, que habría sido antepasado de Julio César.
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