El
nombre hebreo de los Salmos es Tehillim, que significa "alabanzas".
Esta porción de las Escrituras hebreas formaban el himnario que se usaba
regularmente en el Templo. Los hebreos dividían lo que comúnmente se
llama Antiguo Testamento, en la Ley, los Profetas y las Escrituras.
A
la colección de los llamados "Salmos" se le llama igualmente
"Salterio". En la tradición judeo-cristiana es el libro de oración usado
en las congregaciones y sinagogas. Al libro de los Salmos se le
considera el libro más completo de la Biblia. Fue escrito en un periodo
histórico que abarca desde el tiempo de Moisés hasta el exilio de Israel
en Babilonia. Toda la ética bíblica, los fundamentos de la fe, los
prodigios y las maravillas realizados por Dios, la relación del Hijo y
del pueblo de Dios con Él en toda circunstancia son expresados en los
Salmos.
Se
ha considerado al rey David como el autor de varios Salmos. En ellos,
descubrimos a un David poeta y cantante de Israel. Así como a un rey
David estadista y gran estratega militar, de rodillas, derramando su
corazón ante Dios en actitud de arrepentimiento, en acción de gracias,
en fe, en ruego, pidiendo garantías, fortaleza, liberación e
instrucción.
Toda
alma sedienta busca refrescarse en la fuente de los Salmos. En ella
encuentra respuestas sólidas a sus necesidades más profundas. Al beber
de esta fuente, el alma encuentra en Dios y sólo en Dios la satisfacción
que con ardiente deseo y anhelo busca. Su aspiración de estrecha
relación con el Todopoderoso se ve colmada. Por medio de los Salmos
nuestra alma se lanza hasta el infinito, cantando alabanzas a Dios. Con
plena confianza y sin esconder absolutamente nada le expresa a Dios sus
más profundos temores, derrama ante el Omnisciente todo tipo de dolor,
expresa con firmeza su fe al Omnipotente, y busca nutrir su espíritu en
lugares de verdes pastos, guiado por el Gran y Divino Pastor.
Aunque
hace miles de años que estos Salmos fueron divinamente inspirados a
hombres similares a nosotros, nos identificamos plenamente con su
contenido. Nosotros también tenemos deseos profundos, anhelamos
encontrar esa relación íntima con el Dios Creador, no sólo del universo y
del mundo, sino dador de nuestra vida. En los Salmos encontramos
nuestro propio deseo espiritual que sólo y exclusivamente Dios puede
satisfacer.
Con toda confianza y sin temor a equivocarme afirmo que en toda la literatura no existe un libro como el de los Salmos.
En
los Salmos se ven reflejadas nuestras luchas, con toda la vasta gama de
problemas que podemos confrontar debido a nuestra naturaleza
espiritual. En la lectura de los Salmos encontramos quien suplica a
Dios, luchando con sus inquietudes y temores. Quien confronta todo tipo
de tentaciones, quien es hostigado por enemigos que desean humillarlo y
destruirlo. A pesar de todas las circunstancias, los vemos salir
adelante, dejando atrás el foso del pecado, de la humillación y de la
derrota. Los vemos elevarse a nuevas alturas de victoria otorgadas por
el Padre Eterno por Su gracia y poder. Este triunfo que obtiene el
suplicante se debe al amor, la confianza y la lealtad hacia su Dios y
Creador.
La
Biblia está compuesta por varios libros, pero el libro de los Salmos es
el que verdaderamente magnifica a Dios y Su Palabra. Los Salmos, como
ningún otro libro del Antiguo Testamento, revela en gran magnitud el
alcance del Mesías y Su obra. Los Salmos proyectan Su venida, Su
Resurrección y Su Ascensión. También ilustran Su soberanía universal
sobre toda la Tierra.
En las palabras de un autor anónimo, encontramos un resumen de la riqueza y el poder de los Salmos:
"Dentro
de las Escrituras, es un libro de gran alcance, de manera especial
distingue la gloria y la majestuosidad de la Biblia, ha sondeado las
profundidades del alma humana y nos lleva al seno del Padre Celestial,
un libro que jamás será superado, ni llegará a ser obsoleto".
Para
mí, la riqueza y el poder de los Salmos ha sido, es y será una
realidad. Tú también lo puedes comprobar. Para brindar mayor apoyo y
facilitar el acceso a la lectura, la siguiente clasificación de los
Salmos te guiará según sea tu necesidad o tu deseo de expresar con
certeza tus acciones de gracias, tu alabanza y adoración al
Todopoderoso.
I. Oraciones
1. De penitencia. | Salmos 6, 25, 32, 38, 51, 102, 130, 143. | |
2. Cuando se está en aflicción. | Salmos 6-7, 10, 13, 17, 22, 31, 35, 39, 41-44, 54-57, 59, 64, 69-71, 77, 86, 88, 94, 102, 109, 120, 140-143. | |
3. En tiempo de persecución. | Salmos 44, 60, 74, 79, 80, 83, 89, 94, 102, 123, 137. | |
4. De confianza y seguridad. | Salmos 3-5, 11-12, 16, 20, 23, 27, 28, 31, 42- 43, 52, 54, 56-57, 59, 61-64, 71, 77, 86, 108, 115, 118, 121, 125, 131, 138, 141. |
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