lunes, 5 de marzo de 2012

EL ASCENSO DEL CLAN VENTRUE


EL IMPERIO BRITÁNICO
La Revolución Francesa de 1789 debilitó todavía más la influencia de los Ventrue en
Francia, llevando a una horda de refugiados a Londres, tanto mortales como vampiros. Aunque no
existía mucha cordialidad entre Mithras y François Villon, el Príncipe Toreador de París, Mithras
ofreció a los refugiados parisinos apoyo y acogida a quienes quisieran integrarse en su feudo. Los
refugiados –en su mayoría Toreador, pero también Ventrue, Brujah y Malkavians, no
permanecieron mucho tiempo en Londres, buscando recuperar sus dominios o restablecerlos en otro
lugar Cuando el Príncipe de París recuperó el control de su ciudad en 1799, muchos Ventrue
franceses permanecieron en Londres.
Fue en estos años cuando Mithras abandonó Londres, supuestamente en un viaje de rutina,
como había hecho en varias ocasiones en el pasado, dejando a su senescal Valerius en el gobierno
de su dominio. En las décadas siguientes Mithras sería visto en París, Roma, Venecia, Estambul y
Bagdad y no regresaría hasta 1885.
El siglo XIX fue una época dorada para el Clan Ventrue, y a muchos miembros del clan les
recordaba la gloria del Imperio Romano. Tras la caída de Napoleón en 1815 Gran Bretaña se
convirtió en la mayor potencia mundial, a pesar de la derrota que había llevado al surgimiento de
los Estados Unidos de América. Los Ventrue británicos aumentaron sus fortunas con la formación
del Imperio y acompañaron el proceso colonizador, estableciendo una red de contactos y chiquillos
por África, la India y Asia.
La posición de los Ventrue en Gran Bretaña también supo sacar provecho de la Revolución
Industrial, realizando numerosas inversiones y esperando que su riqueza se multiplicara.
Rápidamente neutralizaron los intentos de los vampiros del Sabbat y los anarquistas por explotar los
 
crecientes movimientos obreros y las revoluciones liberales, realizando varias reformas y
concesiones sociales por parte de los gobiernos mortales.
Los Ventrue mantuvieron con fuerza su influencia sobre el Parlamento Británico. Cuando
Guillermo IV murió y su hija Victoria I se convirtió en Reina de Inglaterra Valerius reafirmó su
prohibición de manipular a la monarquía británica. En 1848 un grupo de Sabbat dirigidos por
Archibal Streck, del clan Brujah trató de derribar a Valerius y a la primogenitura de Londres, lo que
provocó una rápida reacción por parte de los Ventrue, que destruyeron gran parte de la presencia
Sabbat en la ciudad.
Con el regreso de Mithras a Londres en 1885 su senescal Valerius fue depuesto y
reemplazado por Lady Anne Bowesley. Mithras reafirmó el poder de los Ventrue sobre la ciudad y
otros dominios de Inglaterra, expulsando a Roman Pendragon, del clan Brujah, que había
constituido la principal oposición a los Ventrue en Inglaterra, y derribó la presencia del Príncipe
Malkavian William Biltmore del feudo de Gales. Esta muestra de fuerza llevó a otros príncipes
ingleses a realizar actos públicos de contrición ante los demás Vástagos, aunque muchos siguieron
conspirando contra el Príncipe de Londres.
En muchas maneras el Imperio Británico fue el símbolo del poder Ventrue y de la Era
Victoriana, sostenido por el comercio mundial. También fue una época de gran interés para el
ocultismo, que fortaleció a los Tremere ingleses, pero también permitió a Mithras restaurar su culto
personal bajo la fachada de un club aristocrático.
Algunos de los Ventrue se convirtieron en intrépidos exploradores, llegando a acompañar a
las expediciones que remontaron el Nilo. Por supuesto, muchas de estas exploraciones no eran
debidas a un mero afán aventurero, sino a objetivos concretos, normalmente el conseguir el control
de grandes dominios. Las primeras exploraciones del sur de África consiguieron derrotar los
intentos del Sabbat por establecerse en la zona. En África los Ventrue pactaron en ocasiones con los
Vástagos africanos, aislados durante siglos de sus compañeros occidentales e incluso alcanzaron
relaciones amigables. Sin embargo, su relación siempre fue limitada por el orgullo de su linaje, y
muy pocos se dignaron Abrazar entre las poblaciones nativas.
De la misma forma los Ventrue siguieron a los empresarios británicos a Oriente Medio,
donde introdujeron su influencia en la naciente industria petrolífera.
La apertura de los puertos de Japón al comercio occidental en 1868 fueron debidos
principalmente por los deseos de los Ventrue de descubrir los secretos de los vampiros orientales, y
por supuesto, los Vástagos del clan nunca tuvieron contemplaciones a la hora de apropiarse del
dominio de las tierras colonizadas. La mayoría de los Ventrue que permanecen en Japón en las
noches actuales son en su mayor parte de extracción militar. Otros miembros del clan se
 establecieron como príncipes en lugares hostiles para los Vástagos occidentales como Sudáfrica, la
India, Hong Kong, Macao y Oriente Medio.


EL IMPERIO ALEMÁN
Aunque los Ventrue germánicos continuaron reconociendo públicamente el liderazgo de
Hardestadt tras la creación de la Camarilla, los Feudos de la Cruz Negra se unieron en un Consejo
informal, donde varios antiguos compartían el poder, en beneficio de la unidad del clan. Hardestadt
y Robert Kross eran los antiguos más eminentes de este Consejo, pero paulatinamente, con el
desarrollo y prosperidad que siguieron al Renacimiento, otros antiguos también fueron accediendo a
posiciones de poder, entre ellos Gustav Breidenstein, Príncipe de Berlín.
Gustav Breidenstein era un antiguo particularmente conservador, aunque su desprecio por la
“chusma” del Sabbat lo llevó a apoyar la creación de la Camarilla. Sin embargo, su pretensión de
que los dominios urbanos debían permanecer exclusivamente en manos del linaje de cada príncipe,
lo llevó a enfrentarse con otros clanes, principalmente los Toreador y los Tremere. Gustav y los
Ventrue germánicos salieron especialmente fortalecidos tras la Guerra de los Treinta Años (1618 -
1648), que les permitió aplastar la presencia del Sabbat en el Sacro Imperio Romano, así como la de
imponer su dominio sobre otros clanes de la Camarilla. En un gesto conciliador Gustav abrió la
ciudad de Berlín a otros clanes.
Gustav comenzó a fomentar la militarización de su dominio, lo que llevó a la creación del
estado de Prusia, con uno de los mejores ejércitos del siglo XVIII. Aunque los manejos del Príncipe
de Berlín no eran sutiles, sí fueron efectivos, aumentando los territorios de Prusia a costa de los
reinos vecinos, lo que le granjeó la enemistad de numerosos Vástagos. En 1806 los ejércitos de
Napoleón conquistaron Berlín y los Toreador de París, agraviados por la ejecución de varios de sus
hermanos de clan, obligaron a Gustav a pedir públicamente disculpas y a ejecutar a tres de sus
propios chiquillos. Ante esta humillación, Gustav fomentó las alianzas con otros príncipes Ventrue
de Alemania, aguardando el momento de su venganza.
En el siglo XIX Hardestadt, Robert Kross, Gustav Breidenstein y otros Ventrue alemanes
aprovecharon la Revolución Industrial y el auge del movimiento nacionalista alemán para fomentar
la unificación del país bajo un mismo gobierno. El canciller Bismarck fue el principal artífice de la
unificación, pero fue ayudado por los Ventrue, sobre todo por el Príncipe de Berlín, quienes
salvaron su vida al menos media docena de veces cuando Vástagos conservadores o Sabbat
entrometidos trataron de entorpecer la unificación.
El proceso que condujo a la unificación de los diversos Estados alemanes bajo la forma de
un Imperio fue en buena medida, consecuencia de una profunda maduración social y económica en
el mundo alemán después de las revoluciones de 1848, y del fortalecimiento político de Prusia en el
conjunto de esos Estados. En ese sentido, la unificación parece ser más el resultado de la conjunción
de procesos de diverso signo que el final de una política diseñada por un sector nacionalista que
distó mucho de ser tan articulado y unánime como pudiera suponerse. Las convicciones liberales y
los sentimientos nacionalistas, desde luego, no desaparecieron con la reacción absolutista que marcó
el final de los procesos revolucionarios de 1848 y 1849. El propio Federico Guillermo IV, bajo la
inspiración del ministro J. M. von Radowitz, había tratado de aprovechar su liderazgo de aquellos
años para intentar que los príncipes alemanes le pusieran al frente de un proyecto de unificación,
ofreciéndole la Corona imperial alemana. Federico Guillermo consiguió el apoyo de una treintena
de Estados en la llamada Unión restringida, que votó una Constitución federal en abril de 1850.
Aparte de la resistencia de los príncipes, y del recelo de los propios nobles prusianos (Junkers) a
todo lo que no fuera el fortalecimiento de Prusia, Federico Guillermo se encontró con la dura
réplica de Austria, que estaba respaldada por la alianza rusa. El canciller austriaco Schwarzenberg
convocó a finales de noviembre de 1850, en Olmütz, al ministro prusiano O. von Manteuffel y le
obligó a la renuncia de los proyectos de hegemonía prusianos. La Confederación Germánica era
restablecida, al igual que la Dieta, mientras que Prusia era humillada y Austria afirmaba
momentáneamente su hegemonía sobre una gran Alemania. En cualquier caso, el conflicto entre
ambas potencias quedaba perfilado en el horizonte.
No sólo el Sabbat buscaba destruir el proceso de unificación. Los Toreador de Baviera y los
Tremere de Austria también veían una amenaza en la hegemonía de los Ventrue alemanes. Los
Tremere también deseaban establecer un estado alemán unificado, pero bajo el liderazgo del
Imperio Austriaco. Gustav y los Ventrue decidieron utilizar la vía militar para llevar a cabo sus
aspiraciones.
La situación comenzó a deteriorarse desde finales de abril de 1866 cuando fracasaron los
intentos de evitar la movilización de los ejércitos austriacos y prusianos, después de que Prusia
hubiera presentado un plan de reforma de la Confederación Germánica que era una nueva maniobra
política para excluir a Austria del mundo germánico, a la vez que daba satisfacción a las
aspiraciones de los elementos nacionalistas. Austria trató de contraatacar, en los primeros días de
junio, apelando a la Dieta de la Confederación en torno a la cuestión de los ducados daneses, pero
esa fue la ocasión para que Prusia declarase que no reconocía ya a la Confederación Germánica, y
para iniciar las hostilidades contra Austria y sus aliados (Sajonia, Hannover y Hesse-Kassel).
Aunque muchos pensaron que la guerra sería larga y se decantaría del lado austriaco, los hechos
fueron muy diferentes. Tras la derrota austriaca en Sadowa ese mismo año se firmaron los
preliminares de la paz, por los que se acordaba la disolución de la Confederación Germánica y el
alineamiento de los estados del Norte de Alemania bajo el liderazgo de Berlín.

 
Sin embargo, los Ventrue no estaban satisfechos y continuaron fomentando el sentimiento
nacional alemán para llevar a más estados a la unificación. Hubo numerosos intercambios y
presiones diplomáticas entre los príncipes alemanes, pero finalmente sería el estallido de la guerra
entre Francia y Alemania de 1870, provocada por Bismarck, lo que fortaleció la tendencia
unificadora frente al enemigo exterior. Las hostilidades se prolongaron durante el mes de agosto,
hasta desembocar en el desastre francés de Sedán. Los franceses, sin embargo, no capitularían hasta
finales de enero del año siguiente. Para los intereses de Bismarck, el conflicto facilitó el clima
emocional en el que se hizo posible la unificación entre la Confederación y los Estados del sur.
Baden y Hesse-Darmstadt habían manifestado ya su voluntad de integrarse en la Confederación,
mientras que Bismarck tuvo que hacer algunas concesiones políticas para conseguir la unión con
Baviera y Württemberg. Como consecuencia de esta unión, el rey de Baviera encabezó una
propuesta de los príncipes alemanes para que Guillermo I adoptase el título de emperador de
Alemania. La proclamación del Imperio se produjo el día 18 de enero de 1871 en la Galería de los
Espejos del palacio de Versalles. Con ella se culminaba el proceso de la unificación política
alemana.
Los Ventrue estaban eufóricos, pero muy en especial Gustav, que tras la derrota francesa se
había vengado por la humillación a la que los Toreador de París lo habían sometido durante la
ocupación napoleónica. Con su dominio asegurado en la capital del nuevo Imperio, adquirió un gran
renombre entre los Ventrue alemanes. En su euforia, Gustav llegó a ofrecer el Abrazo a Bismarck,
pero ante su rechazo borró los recuerdos de su ofrecimiento de la mente del mortal y orquestó la
destitución del canciller. En 1888, tras la muerte de Guillermo I y del príncipe Federico, que murió
de un cáncer de garganta a los tres meses de haber sucedido a aquél, Guillermo II, un joven de
veintinueve años, fue coronado emperador. Decidido a intervenir más directamente en la política de
lo que lo había hecho su abuelo, tardó poco tiempo en enfrentarse a Bismarck, tanto en la política
interior como exterior. El nuevo emperador se negó a refrendar el endurecimiento de las medidas
antisocialistas que su canciller le propuso después del aumento de los diputados socialdemócratas
en las elecciones de 1890 -que pasaron de 11 a 35 escaños- y se mostró dispuesto a apoyar el
control austriaco de los Balcanes, aunque ello supusiera el enfrentamiento con Rusia, frente a la
tradicional política de equilibrio seguida hasta entonces. Bismarck fue forzado a dimitir en marzo
de 1890, siendo sustituido por el general prusiano Georg Caprivi.


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