Todos
hemos escuchado alguna vez hablar de los Reinos de la Naturaleza. Esta es
una catalogación que los científicos naturalistas han hecho de las cosas
y los seres que componen la realidad que percibimos con los sentidos.
Según ese criterio científico el mundo se divide o disecciona en tres
órdenes o reinos: el Mineral, el Vegetal y el Animal. Y es en este Tercer
orden o nivel natural donde se incluye al ser humano, como pináculo del Reino
Animal al poseer un cerebro hiperdesarrollado, el cual nos sitúa
racionalmente por
encima de las demás especies animales.
No
obstante existen otros reinos misteriosos, desconocidos por los mortales
corrientes, que son aún más importantes. Estos son los enigmáticos
Reinos de la Conciencia, los cuales determinan la naturaleza de la
realidad que nos rodea, o mejor dicho, la realidad que somos capaces de
percibir y comprender.
La
conciencia es la sustancia esencial del universo, de la que cada ser
participa en un determinado nivel. Y es la conciencia la que determina la
configuración de la realidad y la existencia misma de esta realidad, pues
ambas son en sí mismas una dualidad indisoluble.
El Reino de Conciencia en el cual como
individuos sintientes nos hallemos determinará las características y
comprensión del universo perceptible. Así la humanidad ordinaria habita
un Reino de Conciencia que denominaremos en adelante Reino de las Sombras.
Este se caracteriza por un alto grado de inconsciencia espiritual
(conciencia del ser) y un muy bajo nivel de comprensión del universo. Los
mortales vivimos y morimos, nacemos y fenecemos, en este Reino umbrio pasándonos
desapercibida la existencia misma siquiera de los demás reinos
concienciales que nos rodean o envuelven.
Muy
pocas personas en la historia han tenido interés en cambiar el nivel de
su estado conciencial y aún menos han logrado elevarse sobre la
conciencia humana ordinaria. Poseer creencias religiosas apenas altera
nada el nivel de conciencia al que nos estamos refiriendo, pues la mayor
parte de las veces las creencias son nuevas densas brumas para la
verdadera conciencia. Para pasar de Reino conciencial se necesita
desarrollar y alcanzar una serie de estadíos o niveles conscienciales
progresivos, hasta que por fin el ser individual que se va iluminando (o
mejor despertando) accede o nace a un Reino superior.
Los
iluminados verdaderos de las distintas civilizaciones a lo largo de la
historia han hablado siempre de que hay que nacer de nuevo.
Este nacimiento al que aspira quien sigue una vía de iluminación
significa comenzar a caminar por un reino de conciencia superior.
Nosotros preferimos denominar a este estado como ser despierto
o estado de nuevo nacimiento, pues la palabra iluminación
ha sido mal interpretada, peor usada y sumamente manipulada a lo largo de
la historia. No obstante podremos emplear según los casos cualquiera de
estos términos y otros más para referirnos a este complejo y sútil
concepto a lo largo de estos Cuadernos Luciferianos.
Las
Nueve Puertas son las distintas pruebas o pasos iniciáticos que debe
superar quien sigue la vía iluminadora luciferina, la
cual también puede ser denominada vía lucifera hacia el nacimiento
a un nivel superior de conciencia y existencia. Estas Puertas deben ser
sumadas, pues sólo cuando las nueve se integran perfectamente se puede
acceder a dar los primeros pasos en un Reino de Conciencia superior.
Una vez seamos capaces de abrir los nueve umbrales será posible
adentrarnos entonces en una segunda fase transmutadora de la que
hablaremos en su momento.
En
el Universo existen incontables Reinos de Conciencia y la humanidad actual
tan sólo habita en uno de ellos. Unos pocos iluminados auténticos, a lo
largo de la historia y en todas las civilizaciones, nos han revelado y
hablado de la existencia de los otros Reinos. Pero mientras no cambiemos
nuestro propio nivel de conciencia (estado o nivel personal) y accedamos
entonces por derecho propio a esa superior o más profunda realidad,
permaneceremos en el mundo de las creencias y la fantasía, en el mundo
cotidiano, sin importar los conocimientos o habilidades de la realidad ordinaria que
poseamos.
Al
cambiar de Reino de Conciencia se entra en otra realidad de naturaleza
diferente a la que percibimos en nuestra existencia de todos los días,
entrecruzada con nuestra antigua realidad común u ordinaria. Se precisa
un trabajo espiritual y psicoenergético contínuo para progresar en la
senda ascendente (es un decir, pues se trata de una limitación del
lenguaje) que conduce a la visión e inmersión en el siguiente Reino
conciencial. Más que ascendente se debería decir senda de
revolución de la conciencia, pues no se asciende a ningún sitio, más
bien se penetra en otra sutileza de la realidad y la percepción
conciencial.
A
diferencia de los animales y plantas el individuo humano no está anclado
o fijado en un determinado Reino de Conciencia; sino que si lo descubre, lo
aspira y se lo propone tiene la capacidad potencial de poder pasar a Reinos superiores. Algunos los
han denominado en el pasado como reinos celestes, reinos divinos, reinos
mágicos, etc. Animales y plantas en cambio se extienden como
especies en reinos de conciencia diferente a la conciencia ordinaria del
género humano, algo que por lo general desconocemos, pero resulta posible
entrar o cruzarnos con sus conciencias en la realidad de esos otros reinos
cuando alteramos nuestro estado o nivel conciencial.
Poseemos
libertad potencial para cambiar de Reino, pese a que se ignore ese poder y
por tanto jamás casi nadie lo use. No obstante también plantas y
animales habitan ya otros reinos de conciencia o psico energéticos,
aunque por nuestro bajo nivel consciente sólo los percibamos cuando se
hallan en nuestro Reino de humanos ordinarios. En situaciones de
alteración de la conciencia o de la psiquis es posible acceder a la
comunicación con plantas, animales y otros seres a un nivel completamente
distinto a como lo hacemos en la realidad ordinaria, disponiendo
así de fuentes de información e interacción completamente inusuales y
de suma profundidad. Es factible realizarlo con determinadas drogas que
abren la psiquis, pero sin duda es preferible seguir el camino de la
propia evolución interior mediante el desarrollo y autoconstrucción de
nuestro ser potencial. De lo contrario, entrar en otros reinos de
conciencia sin evolución y organización interior, puede resultar una
experiencia caótica e improductiva y a veces incluso peligrosa.
La
muerte ordinaria no nos eleva por sí misma de Reino de Conciencia, pues
la iluminación es fruto de un trabajo consciente realizado en vida. No
obstante se sufren alteraciones concienciales tras la muerte, tanto para
bien como a veces transitoriamente para mal. Aunque en lineas generales,
el periodo de muerte física consiste sobre todo en una fase de
recapitulación y preparación de la psique, para posteriormente retornar
la conciencia al desarrollo del camino espiritual o del ser en una nueva
etapa de la vida manifestada, regresando al anterior reino de conciencia
que habitó.
La
Senda Luciferiana propone la rebelión conciencial para recuperar la
expresión plena de nuestra profunda naturaleza original y esencia divina
o esencia cósmica. Las Nueve Puertas conducen al tránsito al siguiente Reino de
Conciencia. Si lo llamamos genéricamente Reino de la Luz es simplemente
porque cada Reino superior irradia más luz que el inferior y así la Luz
se convierte en una meta permanente. No existe una Luz definitiva o final,
una verdad o conciencia en la que detenernos o asentarnos para siempre,
sino una senda infinita hacia la Luz Universal ascendiendo/profundizando
de Reino en Reino de Conciencia. No obstante debemos tener presente que la
luz espiritual emana de la conciencia y no al revés.
El
Vacío siempre puede ser más vacío y la Luz siempre puede ser más
brillante. La Conciencia no tiene final pues su esencia es la Infinitud.
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