sábado, 7 de abril de 2012

La Triple Mátrix.


La Triple Mátrix. 
En el primer cuaderno luciferiano hemos definido cual es la esencia de la Mátrix dentro de la que se desenvuelve nuestra vida, desde el momento de nuestra gestación hasta el instante de la muerte y más allá. Aquí ampliaremos este concepto, explicando que la Mátrix no es una estructura psico-bio-morfo-electromagnética elemental, una realidad simple, sino que profundizando en su análisis hemos de diferenciar que se halla compuesta de tres niveles superpuestos. 
Al estudiar la Mátrix hemos de tener en cuenta que para entenderla con claridad es necesario descomponerla en una triple mátrix, la cual por ello nos condiciona y limita desde una triple perspectiva. Existe una mátrix primitiva o primaria, denominada mátrix génica, que por supuesto nos viene transmitida a través de los genes de nuestra especie, que a su vez los ha heredado de otras evolutivamente anteriores, desde el origen de la vida en la forma. 
Luego encontramos una segunda capa que es la mátrix cultural. Esta se halla constituida por un tejido o red mental compuesto por el entramado de creencias, pautas y modelos de pensamiento que hemos absorvido de la cultura en la que crecimos, quedando estos implantados en nuestra psique. Se trata de la compleja trama de ideas, creencias y pensamientos procedentes de la cultura y sociedades de nuestro tiempo. Da lugar esta mátrix a la visión humana del mundo en cada época.
Por último, en un tercer nivel, hallamos la mátrix personal, correspondiente al devenir del yo de cada individuo. Todo ser humano genera su propia mátrix de tercer nivel, formada por las características psíquicas del propio ego. Aquí encontramos las particularidades en la visión del mundo del individuo, sus paranoias y demás deformidades psíquicas, su prisma particular de la realidad, su diafragma personal de la vida y los elementos de su significado, sus tonalidades de la existencia y su crisol reductor. 
De esta manera los seres humanos nos hallamos condicionados y prisioneros permanentemente del poderoso influjo de esta triple mátrix; que da forma, sentido, alcance e incluso soporte psicobiológico a la realidad. No es posible escapar de ella, pues nuestro propio cuerpo se halla determinado ya desde el nacimiento por la mátrix primitiva o mátrix limitadora del psiquismo y fisiología animal. Hay que añadir enseguida la segunda mátrix, que es una impronta de la sociedad y la civilización, como si fueran unos genes psíquicos que determinan e interpretan todos los significados de la realidad. 
Por último, como individuos sintientes, aportamos una tercera mátrix personalizada por nuestras experiencias psíquicas y físicas, que a su vez generan este tercer patrón psico-bio-morfo-electromagnético. Llegando así el ser humano a quedar sometido por una triple prisión psico-bio-morfo-perceptiva.
La Mátrix Triple nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida e incluso, desde otra perspectiva y diferentes parámetros, también tras la muerte. Sólo es posible liberarse de ella mediante un radical proceso transformador, aunque mucho mejor sería decir que es preciso pasar por una mutación evolutiva completa y radical. Mutación que es denominada en la Senda de las Nueve Puertas como la mutación anunnaki. Y esta mutación es el fin principal de la Sociedad de la Sangre Sagrada.
Tras esta mutación liberadora de la triple mátrix el ser humano pierde su naturaleza propia para nacer a un nivel evolutivo superior, deviniendo entonces a transformarse en un anunnaki o dios-dragón. 
Así, hemos de tener presente siempre a partir de ahora que la Mátrix es triple y que es preciso romperla o disolverla en sus tres niveles. La Senda Luciferiana o de las Nueve Puertas pretende ser la luz que guíe en este complejo y profundo proceso.
Conocer la existencia de la Mátrix es por ello uno de los primeros pasos en el despertar de la conciencia. Muchas religiones antiguas han tenido la meta de alumbrar este proceso de despertar del ser humano. Lo que en el pasado fue denominado el cielo no es un reino sobre las nubes o un premio para los devotos, sino una forma de llamar a la realidad al otro lado de la Mátrix.
Nos podemos preguntar porqué las características preferentemente psiquicas de la segunda y tercera mátrix pueden configurar y determinar tanto la realidad. Es posible entender que la primera mátrix o genética es un patrón biológico que diseña y delimita nuestra bioquímica y nuestra percepción, así como nuestro organismo en todas sus características. Y por tanto nos situa en cuanto seres limitados en el universo. Pero ¿como ocurre eso en la segunda y tercera mátrix, que parecen ser sólo campos psíquicos? 
La razón del cuestionamiento anterior estriba en que precisamente ese psiquismo está delimitando nuestra conciencia y la conciencia a su vez determina la forma y la energía del universo. Esto es algo que la moderna física cuántica ha llegado a descubrir, pero que no está asimilado ni mucho menos por el común de la sociedad. Nuestra conciencia opera a niveles profundos de la realidad física, influyendo desde el orden implicado interior en la configuración morfoelectromágnética exterior. Por ello la psique es un sutil nivel superior que determina y dirige la realidad del universo, un nivel del que emana la segunda y tercera mátrix.
A su vez, será precisa y paradójicamente a través de nuestra psique y conciencia como podremos adentrarnos en el camino del despertar luciferiano o liberación de la Mátrix, ya que el ser humano posee la potencialidad de activar su propia automutación trascendente. El dominio de la psique y la conciencia será el arma imprescindible.
La única manera de descubrir y romper la sujección de la Mátrix es mediante la auto-observación consciente de nuestra psique, el trabajo con las nueve puertas y el posterior o simultáneo proceso transmutador para romper las cadenas que nos limitan tanto como individuos así como especie. 
Cada una de las puertas luciferianas aporta una clave para escapar del reino de las sombras o mátrix triple. Cada una de las nueve puertas nos conduce hasta el umbral luminoso donde es posible la mutación liberadora, tantas veces aludida en las viejas religiones iniciáticas, cuyo conocimiento fue hace siglos perdido.
El trabajo de liberación o redención sólo puede ser individual, pues ningún cambio transmutador auténtico alcanza a realizarse en grupo o por medio de supuestos gurús que profetizan o prometen la ansiada y misteriosa liberación humana. 
No obstante, desde el punto de vista de esta senda luciferiana, el ser humano como tal no puede llegar de verdad a liberarse plenamente, pues la naturaleza humana no tiene un fin en sí misma. En realidad no somos sino la materia prima psicobiológica donde los dioses dragón, en el albor de la especie homo-sapiens, depositaron su huevo serpentino latente. La mutación de la que hablamos es el despertar de esa semilla divina, la transmutación de la humanidad en otra especie, la especie de quien hace más de un millón de años nos creo. 
Nos recuerdan los viejos textos sagrados de distintas religiones: Sois dioses, pero aún no lo sabéis, pues habéis olvidado vuestro origen. Permanecéis dormidos e ignorais de donde venís y lo que podéis llegar a ser. 

LA  SALIDA  DE  LA  MÁTRIX
Sin embargo, saber meramente de la existencia de Mátrix no basta en absoluto para liberarnos de su todopoderoso influjo. Estamos tan acostumbrados a vivir sumergidos dentro de ella, a considerarla como la realidad de todas las cosas, a habernos construido una personalidad y una identidad en el interior de su marco psico-morfo-perceptivo, que nos resulta extremadamente difícil llegar a concebir otra realidad y otras posibilidades. 
Nuestro propio diseño genético se halla activado dentro de los parámetros del primer nivel de mátrix, denominado mátrix génica. Y nuestra psique se ha modelado bajo las directrices de la cultura y sociedad en la que hemos nacido. Así que tanto nuestra biología ordinaria como nuestra mente y nuestro yo han crecido dentro  del hábitat de mátrix, igual que una planta comprada en una tienda crece luego en el hábitat de una maceta en casa. Por ello pronto nos daremos cuenta que, aunque seamos capaces de identificar  intelectualmente a la Mátrix, no querremos en el fondo abandonarla, pues nos seguiremos sintiendo cómodos permaneciendo en ella. Seremos como ese pajarillo del cuento, que toda su vida ha vivido en una jaula y que luego se muestra incapaz de abandonarla, aunque sepa que la puerta se halla abierta y basta empujarla.
Igualmente Mátrix ofrece todo tipo de atracciones biológicas y psiquicas, que nos cautivan, nos engañan o nos distraen. Nuestro yo personal se halla frustrado en el fondo y por ello busca distracciones, fantasías, placeres físicos y psíquicos, etc. pero sumergiendonos más profundamente aún en el sueño de Mátrix. Así el yo prisionero de la triple mátrix se evade entregándose a fantasías, que son ilusiones dentro del sueño principal. Y en el mundo moderno los sueños se multiplican, tanto a través de la tecnología como debido a las múltiples enfermedades y trastornos de la mente humana. Es como si actualmente el sueño se hubiera diversificado frente al sueño más simple de generaciones anteriores. La fantasía va en aumento, pero no es una fantasía con propósito, una fantasía dirigida por una imaginación consciente contructora de nuevas realidades, sino una fantasía evasiva que hace más densa la bruma de la mátrix psiquica. 
Para tener la más mínima posibilidad de liberarnos de Mátrix hemos de iniciar una titánica lucha hacia el despertar y consiguiente renacimiento. Para ello hemos de enfrentarnos sin desmayo a las rutinas de nuestros genes, así como igualmente a las rutinas de nuestra psique. Hemos de desmontar nuestro diseño bioelectromagnético, nuestro diseño psicocultural y nuestra identidad tal como se halla configurada en el yo personal. Esta triple batalla frente a la triple mátrix resulta una tarea sumamente árdua que muy pocos se hallan capacitados para mantener. 
Sin embargo esta batalla no debe emprenderse bajo la crispación, el odio, la tensión, el miedo, la ambición, etc. Sino que opuestamente, a fin de alcanzar el éxito en esta empresa, ha de realizarse bajo la entrega, el abandono, la perseverancia, la valentía, la renuncia, la imaginación, la intuición, la empatía, el vacío ... y el amor universal. No consiste en una lucha contra nadie, ya que Mátrix no es nadie, sino contra las sujecciones que se han creado en nuestro interior. Sujecciones antiguas fortalecidas por el miedo, la desconfianza, el peligro, el rencor, el odio, la codicia, la tensión, etc. 
Pero volviendo a la idea anterior, resulta tan difícil abandonar Mátrix porque ella se ha convertido en nuestra área de confort. Y no sólo de nuestra psique, sino también de nuestros genes y nuestro cuerpo. Toda nuestra identidad, desde la bioquímica a nuestro ego y nuestro yo personal, se hallan sumergidos en el flujo de la triple mátrix. Para la inmensa mayoría de los seres humanos es inconcebible siquiera imaginar y menos aún desear vivir fuera de ella. Por este motivo resulta prácticamente imposible escapar de esta prisión evolutiva de millones de años de antiguedad, donde la conciencia y nuestro potencial dormido se hallan cautivos.
Sin embargo existe una vía de salida, una vía psico-bio-revolucionaria, tal como se viene exponiendo en esta web, así como tambièn se enseñó en el pasado en ciertas escuelas iniciáticas.  Por ello el sentido y el propósito de recuperar la senda de las nueve puertas, cuyo fin es salir del reino de las sombras o triple mátrix. 
Igualmente nuestras fuerzas serían escasas sino fuera porque este camino transmutador ya lo han recorrido otros muchos en el pasado. Y por ello, aunque la pacífica y revolucionaria lucha es individual e interna, tenemos la posibilidad de formar parte de la evanescente y milenaria hermandad constituida por la Sociedad de la Sangre Sagrada. 
Fuera de Mátrix existe otro reino, otro nivel de evolución, otro nivel del ser y la conciencia. No es un lugar que esté arriba ni abajo, antes ni después, ni premio ni castigo de ningún dios, sino una mutación evolutiva que conduce y constituye otra realidad existencial total. 

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