La
primera fase en la senda luciferiana es conseguir abrir las nueve puertas.
Pero esto no es suficiente por sí mismo para el cambio radical que nos
proponemos. Para ello es necesario continuar con la segunda fase, la cual
consiste en conectar con la Fuente. Esta es la que nos permitirá acceder
a los recursos vitales para entrar en la tercera fase. Esta última etapa
es, ahora sí, la que conlleva o implica la verdadera transformación
profunda del ser. Dichas tres fases, aunque se descubren de forma
secuencial, han de ser practicadas al final de forma integrada,
constituyendo un todo dentro del devenir en la senda luciferiana.
Cada
ser humano genera de forma contínua, a partir de su propia energía
psicovital personal, un campo morfoelectromagnético que determina el
mundo o realidad psicobiofísica en la que habita. Este campo se crea, en
sus cimientos o estructura básica, de forma innata a raiz de la herencia genética de
la especie. Luego cada individuo lo matiza o caracteriza en función de su
experiencia personal y cultural, de manera similar a como cada cual
redecora interiormente su cuarto o la casa en la que vive.
Este
campo o patrón morfogenético es equivalente a esa caja en la que habita
el yo personal, tal como mencionamos en una entrada o ficha anterior. Se
podría decir que es otra manera de denominarla. Sólo que ahora matizamos
que se trata de una realidad no sólo psíquica sino que incluye o implica
también la realidad total, es decir la percepción de lo que denominamos
mundo material. Este mundo material en el fondo no es sino un campo
morfoelectromagnético heredado y modificado singularmente a lo largo de
la experiencia vital.
A
su vez todos los campos morfoelectromagnéticos vitales individuales se
hallan entrelazados en una madeja de campo o fluido psicoelectromagnético
global, constituyendo la realidad planetaria aparente, es decir la
realidad sólida o física que es como percibimos y denominamos al mundo.
Pues
bien, esta matriz psicobiomorfoelectromagnética colectiva o global es lo
que en la moderna ciencia ficción se ha denominado la Mátrix, en la
antigua filosofía helénica era conocida como la Caverna de las Sombras,
y en la senda luciferiana sería una realidad que envuelve al Reino de las
Sombras, es decir que le da soporte psicobiofísico.
Esta
Mátrix es una magnetoesfera de campos psicobiomórficos en contínua
transformación espacio-temporal. Sin embargo mantiene un patrón
permanente que fija la realidad existencial de los seres que en ella viven
aprisionados. Tan sólo con la muerte del cuerpo se produce una
distorsión de la Mátrix o Mátrix alternativa. Pero en ambos casos la
conciencia se halla supeditada a realidades condicionadas por su propia
naturaleza o estado ontológico personal.
Hemos
expresado en fichas anteriores que el fin de la senda de las nueve puertas
es permitir al ser humano rebasar los límites del Reino de las Sombras.
Por ello en este momento de los cuadernos luciferianos hemos de pasar a
explicar un nuevo concepto ineludible si deseamos transitar el camino o
vía luciferina de una forma práctica, efectiva y empírica.
Para
avanzar en la Senda es preciso, entre otras muchas cosas, emplear una
estrategia que podemos denominar de Ascesis. Sin implementar un plan de
Ascesis es sumamente difícil, por no decir casi imposible, avanzar de
forma fehaciente en ninguna senda de verdadera autotransformación.
Podemos fantasear con pensamientos iniciáticos, rondar ideas espirituales
transmutadoras, elevar nuestro sistema de creencias, descubrir rincones y
facetas del yo personal e incluso suprapersonal ... pero sin un trabajo
ascético será como construir un castillo de naipes que apenas se
sostendrá un momento para derrumbarse ante cualquier ligera brisa.
Cada
ser humano se halla habituado a vivir dentro de su mátrix personal o
realidad biopsicomorfoelectromagnética. Esta mátrix constituye nuestra
realidad consciente y perceptiva (sensorial), resultando en nuestro mundo
conocido, un mundo o área de confort construido con nuestras rutinas y
nuestro sistema de creencias (hábitos psicofísicos). Aunque la realidad
en que vivamos pueda resultar insatisfactoria e incluso destructiva en
algunos casos, dificilmente tenemos posibilidad de escapar a ella, aunque
por supuesto puede y es modificada dentro de ciertos límites por nuestra
acción volitiva.
La
mátrix personal puede ser cambiada en su decoración sin límite alguno.
Podemos pintar las paredes del color que deseemos, así como su mueblario,
sus adornos, su luz, etc. (por supuesto esperamos se entienda la
alegoría) Así en el mundo hay realidades vitales de todo tipo, con
ilimitados matices y posibilidades existenciales. Hay por ello vidas
humanas para todos los gustos, como si fuera un teatro con infinitos
papeles. Pero eso sí, no está permitido abandonar la Mátrix
colectiva.
Este
campo morfoelectromagnético es una estructura psicosensorial sumamente
sólida, arraigada en los mismos genes de los que estamos constituidos.
Por ello no puede ser rebasado sin una acción profunda que cambie la
génesis del Campo desde su raíz. Y de aquí la necesidad de una ascesis
que nos desconecte de las amarras que nos sujetan a nuestra realidad de
confort o mundo cotidiano.
La
ascesis no libera por sí misma de la Mátrix morfoelectromagnética, pero
nos lleva hasta sus límites, nos conduce cuando es rigurosamente
practicada hasta su frontera. Eso sí, siempre y cuando esta ascesis sea
combinada con la senda lucifera u otra vía iniciática iluminadora
coherente y estructurada.
No
comenzar una ascesis sin sentido. Si no tenemos claro lo que queremos
hacer o el estado que queremos lograr será quizá mejor no iniciar nada.
La ascesis ha de llevarse a cabo en función de la comprensión personal y
no impuesta por otros o simplemente por imitar a otros. La ascesis, más
que ir en contra de lo que no queremos, debe ser una manifestación de lo
que sí queremos. No debe consistir en una negación de nuestra naturaleza
actual, sino en una afirmación de nuestra naturaleza superior potencial.
La ascesis pretende una liberación del yo personal, para que pueda
transformarse y llegar a conectar con el yo transpersonal.
Toda
ascesis debe abarcar dos vertientes: la psíquica y la física. La primera
implica todo lo relacionado con el pensamiento y la segunda con el cuerpo.
Pero ambas comparten una participación emocional que da sentido, fuerza y
orientacion a la ascesis.
Ascesis
devocional o psíquica: consiste en mantener un estado elevado de conciencia,
enfocada en la presencia del ser, no permitiendo
que la atención sea atrapada por vibraciones (pensamientos/emociones) de
baja naturaleza (relativos a la cotidianeidad con sus preocupaciones,
fantasias, distracciones ....)
Ascesis
corporal: rigor físico mediante la trascendencia de ciertos placeres y
hábitos rutinarios
(alimentarios, sexuales, evasivos,etc) y la práctica de ciertos
ejercicios y disciplinas endurecedoras del cuerpo. No consiste en caso
alguno en autocastigos o penitencias, como a veces se ha malentendido,
sino en la aventura de ensanchar los límites y posibilidades de nuestra
realidad biológica.
La
ascesis se puede practicar en momentos fijos determinados, tal como se
realiza en la mayor parte de las religiones, mediante pautas previamente
establecidas secularmente por otros. O bien puede llevarse a cabo en
módulos de tiempo cada vez mayores, hasta abarcar casi la totalidad
existencial, como es habitual en las vías místicas e iniciáticas. Pero
no hay que confundir la ascesis luciferiana con la que pueda ser
practicada en la mayor parte de las religiones. En
cualquier caso la ascesis es una herramienta que complementa la senda de
las nueve puertas, no una obligación o mandato imperativo, por lo que
puede ser suspendida durante las excepciones que marque nuestro criterio
individual.
La
ascesis psíquica va refinando la vibración del pensamiento, así como la
vibración de las emociones. Dicha ascesis conlleva abstenernos de
pensamientos distractores referentes al mundo cotidiano y sus afanes y
ensoñaciones. Pero también implica el proceso de pensar respecto a
nosotros mismos, absteniendonos de pensamientos que nos malcalifiquen, nos
culpabilicen o nos censuren. Lo que pensamos y sentimos afecta a nuestro
cerebro y por añadidura a nuestro sistema inmunológico, es decir nuestra
realidad biológica interior. Por ello es indispensable fijemos nuestro
pensamiento en una alta valoración de nosotros mismos y nuestras
posibilidades en múltiples áreas. Asimismo debemos trasladar nuestro
enfoque conciencial desde el yo personal al yo traspersonal con sus
ilimitadas potencialidades.
La
ascesis física conlleva tanto prácticas físicas controladas como nuevas
pautas vitales y alimentarias. La finalidad es igualmente romper con los
hábitos y rutinas que conforman nuestra realidad física y biopsíquica
de confort. Mediante pequeñas transformaciones ascéticas podremos
avanzar hasta los bordes o límites biofísicos de nuestra mátrix
personal. Esta ascesis física ha permitido a múltiples escuelas
iniciáticas y sendas místicas experimentar percepciones distintas de la
realidad ordinaria. A veces incluso posibilita momentos contemplativos
extáticos y en algunos casos visiones paranormales de todo tipo. Sin
embargo no es esto lo que buscamos en la senda de las nueve puertas, sino
que se persigue una transformación de mayor nivel que abarque un cambio
permanente del paradigma de la realidad. Y este sería el sentido
auténtico de toda ascesis.
Pero
es preciso aclarar bien que la ascesis no debe entenderse ni practicarse
como una negación o represión, lo cual ha sido un error habitual en la
historia. La ascesis es, como su nombre indica, una elevación o
ascensión, referida a nuestro enfoque vibracional y nuestra atención. La
ascesis tiene comopropósito enfocarnos en algo elevado a lo que
aspiramos, para asì romper nuestros lazos rutinarios con la telaraña de
lo cotidiano absorvente. La ascesis debe consistir por tanto en enfocarnos
en lo que queremos y no en lo que no queremos. Enfocarnos con
continuidad diaria en nuestro objetivo superior.
La
ascesis psíquica tiene así como finalidad primera mantener una
orientación espiritual o trascendente en la vida cotidiana, rediseñando
el yo personal. Pero también como segunda finalidad, no menos importante,
se pretende el dominio de nuestro psiquismo. Desde el punto de vista
luciferiano el psiquismo es como un animal muy poderoso que forma parte
esencial de nuestra naturaleza, aunque sin embargo no somos conscientes de
su extensión e influencia en nuestras vidas, pues posee inmensas áreas
que permanecen desconocidas. Y este animal interior que es el psiquismo
debe ser domesticado, para que así su poder inmenso pueda ser utilizado
de forma consciente y práctica en la senda de las Nueve Puertas o
cualquier otra senda de liberación.
La
ascesis física no supone la práctica de penitencias de abstención,
castigo o negación. Supone en cambio el enfoque en metas físicas que van
más allá de nuestro confort rutinario. No implica una autoprivación de
placeres del comer, el sexo o cualquier otra distracción o relajación.
Pero sí implica romper con las actitudes adictivas o compulsivas de estos
mismos placeres, lo que es más cotidiano y presente en nuestras vidas de
lo que creemos.Además por supuesto cualquier vicio o adicción es una
cadena compulsiva. Y sí que se trata de ir claramente más allá de esto,
pero no por negación de lo que forma parte de nuestros hábitos, pues eso
sería una mera actitud represora de escasa o perjudicial repercusión. Se
trata de afirmar aquello que sí queremos y es nuestra meta. Siempre la
estrategia consiste en enfocarse en lo que se desea conseguir en vez de en
lo que se desea dejar, pues aquello en lo que nos fijamos es adonde van
nuestras energías. Por eso, por ejemplo, no se debe enfocar uno en lo que
se desea dejar de comer sino en lo que sí se quiere comer o bien en el
ayuno, llegado el caso. Debemos dirigir la atención al estado que
deseamos, nunca enfocarla en lo que no deseamos o deseamos
abandonar.
El
cuerpo tiene innumerables adicciones que forman parte de nuestra rutina y
no somos bien conscientes de muchas de ellas. Tenemos que tener presente
que el cuerpo es importante para cualquier senda de liberación, ya que
cuerpo y mente se hallan más unidos de lo que suponemos. Ambos funcionan
con energía electromagnética. Uno da soporte a nuestros órganos
biológicos y la otra da soporte a nuestro psiquismo, sin embargo ambos se
hallan entrelazados y forman un todo. El cuerpo hay que preservarlo y por
ello ninguna ascesis debe dañarlo, pero sí debe ser controlado al igual
que la psiquis, pues esto nos será sumamente necesario en nuestro caminar
a través de la senda luciferiana. Por ello la finalidad de la ascesis es
el conocimiento y control a fondo del cuerpo y la psiquis, de forma que
puedan sernos útiles en nuestra meta trasformadora. La ascesis nos
permitirá descubrir y tomar conciencia de todo aquello que constituye
nuestra naturaleza y de lo que en su mayor parte somos inconscientes. Por
ello es imprescindible, en nuestra estrategia para salir del Reino de las
Sombras, la práctica ascética o ascesis consciente liberadora.
Así,
siguiendo una vía luciferiana que implique también una ascesis
consciente, el cuerpo y la mente cambian su estado vibratorio habitual,
alterando por ello la matriz psicobioelectromagnética personal, que nos mantiene
prisioneros sensorial y psíquicamente de la Mátrix del mundo cotidiano o realidad mundana. Esta
Mátrix global es una especie de fluido morfobioelectromagnético que se
extiende sin límite, ya que sus bordes pueden ser ensanchados por quienes
la habitan conforme se reproducen y se expanden. De esta manera todos
vivimos, desde que nacemos biológicamente, sumergidos en este océano o
fluido morfobioelectromagnético. Según las viejas religiones nos han
transmitido, tan sólo los dioses tienen la potencialidad de navegar a
voluntad a través y más allá de este fluido cósmico que conforma la
realidad ordinaria del mundo. Este fluido conformante del campo de la
cotidiana realidad es nuestro hábitat pero también nuestra prisión.
Comenzar a descondicionarnos o liberarnos de este ultra o meta fluido
morfoelectromagnético, en el que nos hallamos inconscientemente inmersos,
exige una ascesis, o sea, una
condición primordial de devoción y penitencia según el tradicional
lenguaje. Ascesis psíquica y ascesis física son los amigos de viaje de
todo peregrino iniciático luciferiano, tal como los dos canes o los dos
lobos míticos que acompañan a todo viajero de la conciencia que pretenda
traspasar los límites o portales del Reino de las Sombras.
Si
transformamos nuestra matriz morfoelectromagnética es posible llegar al umbral
de la Mátrix de la realidad ordinaria, lo que conlleva la oportunidad
para lograr la apertura de puertas que permiten contactar con inteligencias
fuera de la mátrix, así como con la Fuente espiritual profunda de la
realidad genuina.
En
los límites de la Mátrix global, en la frontera de su campo
morfoelectromagnético, podemos interactuar con otros seres que no se
hallan aprisionados en la matriz biológica en que nosotros estamos
atrapados. Pero este es ya otro tema, de cuya naturaleza se hablará en
fichas más avanzadas de futuros Cuadernos Luciferianos.
En
resumen, la ascesis en las Nueve Puertas es una afirmación de nuestra
naturaleza desconocida potencial, nuestra naturaleza divina dormida. Y es
ahí donde debe ser enfocada nuestra atención.
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