Somos
materia y somos energía. Somos pensamiento y somos emoción. Somos vida y
espíritu que fluye. A través de nosotros se manifiesta en un punto de
conciencia individual el universo y por esto mismo estamos conectados con
la totalidad de la fuerza del universo.
Vamos a exponer
aquí introductoria y sucíntamente
tres aspectos fundamentales relacionados con la expresión biológica que
ahora consideramos constituye nuestro cuerpo.
Respiración, cuerpo y energía
forman una trinidad
que al desarrollarla nos da acceso a la Segunda Puerta de la Senda
Luciferiana. Estos tres factores o campos dan lugar a un
marco de energías y presencia que conforman la base y sustento de lo que
denominamos nuestra
expresión en la realidad física. Por ello es necesario cultivar y perfeccionar
todo lo que conlleva esta
Puerta si queremos que se abra en armonía y simultaneidad con las
restantes ocho.
Respiración.
¿Como
puede algo, en apariencia tan sencillo y rutinario como la respiración, formar parte de
una de las nueve puertas
iniciaticas y místicas esenciales para salir del Reino de Sombras en el que
habitamos? Es un acto tan cotidiano, tal vez el más cotidiano de todos los
actos que el ser humano realiza, el primero que efectuamos al nacer, que resulta difícil
de creer la
fundamental importancia que tiene en nuestra estructura psicofísica
y nuestro desarrollo bioenergético.
El
ritmo y la forma de respirar determina nuestro tono biológico, psiquico y
vital. Cuanto más armoniosa, lenta y profunda fluya la respiración
más alto será nuestro nivel energético y más clara nuestra visión
mental y espiritual. La respiración lenta, armoniosa y profunda eleva y restablece
el patrón vibratorio equilibrado y original del ser humano. Cuanto más nos alejamos de
esta respiración más nos desequilibramos, más enfermamos, más nos
sumergimos en la oscuridad psicológica, la psico-oscuridad.
Parece
tal vez sencillo, pero sin embargo es difícil mantener la respiración
lenta y fluida en la vida cotidiana. La voz que habla en nuestra mente, el hablador
perpetuo, ese seudo ente que habita nuestro interior y todas las emociones
que acarrea, hace que perdamos este nivel de respiración armoniosa y
profunda. Cada vez que nos dejamos atrapar por un minúsculo estrés
cualquiera, reaccionamos inconscientemente con un nivel de bloqueo, y también se aleja de nosotros esta respiración
sosegada y libre.
Conforme avanza la vida vamos perdiendonos en una respiración rápida y
lenta, parcialmente bloqueada y limitada, que cierra nuestros canales energéticos e impide a la conciencia
verdadera brillar. Los bloqueos de nuestra respiración son también
bloqueos de nuestra conciencia, pues ambas necesitan libertad para fluir y
ser.
No
sabemos que ocurre en nosotros cada vez que respiramos. Somos ignorantes del valor del
acto más sencillo. La calidad de nuestra respiración determina la
calidad de la energía que fluye por nuestro cuerpo. La buena respiración va
unida a la relajación y la mala a la contracción. En la primera todo
fluye y se vivifica y en la segunda todo se estanca y a la larga enferma.
No
podemos salir de las sombras si no cultivamos la respiración correcta, la
respiración de vida, la respiración de la luz, la respiración de la
conciencia. El cuerpo es un reflejo
del alma, por ello trabajar espiritualmente con el cuerpo es trabajar con
el alma. Todo lo que hagamos con nuestro cuerpo siguiendo una intención
espiritual se refleja y se traslada al alma. Por ello el trabajo con el
cuerpo siempre ha sido fundamental en toda iniciación verdadera, en toda
iniciación que revela las antiguas Nueve Puertas y nos guía para poder transitar estos
Portales Místicos.
La
respiración libre, armoniosa, profunda y lenta, implica que ha de
ser sin esfuerzo ni
presión. Si
hay esfuerzo deliberado y contínuo no hay ya armonía en el fluir
libre de la respiración. El cuerpo ha de abrirse para recibir el
aire, que a partir de ahora ya no será simple aire, sino aire de
vida,
elixir vivificador, aire que sana y alimenta. Un aire que será una
sustancia en estado gaseoso que nos llenará de energía y
refrescará
nuestro interior, abriendo nuestras células y haciendolas aptas
para la
luz.
Un
aire que ya no estará conformado por simples moléculas de materia en forma de
gas (cóctel de gases que forman la atmósfera terrestre), sino que debemos
sentir se trata de una energía sanadora y luminosa inagotable, un plasma
invisible y divino . Una energía
que nos nutrirá profundamente y nos elevará a partir de ahora, un ahora
que llegará cuando seamos capaces de
comprender el valor y la importancia de la Segunda Puerta.
Ese aire ya no
será entonces aire ordinario, tal como vulgarmente lo concebimos, sino
una energía vital del universo que nos nutre como seres vivos. Una energía que
descubriremos es mental y
material al mismo tiempo. Lo que sintamos que és el aire que
respiramos, la naturaleza o la sustancia que le atribuyamos, determinará la calidad de la energía espiritual que
absorvamos al respirar, pues nuestra mente y conciencia nos conectan por
resonancia con esos mismos niveles de realidad.
Cuerpo
El
cuerpo es el sustento visible y tangible con el que nos identificamos como
seres vivientes, la casa biológica que habita nuestra conciencia
individual. Sin embargo el cuerpo es aún más que esto, pues se
trata del extremo visible de la mente en el mundo de los sentidos. Por
este motivo el cuerpo se halla conectado de forma interactiva con nuestro
interior.
A
la hora de trabajar con el cuerpo como segunda puerta hemos de tener en
cuenta cinco aspectos:
1.
Propiacepción.
2.
Alimentación.
3.
Ayuno.
4.
Limpieza interna y desintoxicación.
5.
Ejercicio y fortalecimiento.
La
propiacepción se refiere a desarrollar la percepción consciente del
propio cuerpo en todas sus partes, algo que perdemos en alto grado al
identificarnos contínuamente con los asuntos del ego. La propiacepción o
propia conciencia del cuerpo es indispensable en el camino de desarrollo
de la conciencia, ya que nuestro organismo no es como un vestido de
sustancia ajena que nos cubre, sino una parte fundamental de nosotros mismos.
Se trata de sentir y habitar conscientemente el cuerpo que somos.
La
alimentación es algo en lo que es preciso evolucionar para pasar de una
alimentación primaria o dañina a una alimentación sutil y benéfica,
llegando al final a una forma y un tipo de alimentación de orden superior,
imprescindible para ayudar en la radical transformación biológica.
El
ayuno controlado y consciente, dosificado y utilizado en tiempos clave, es una
herramienta sumamente eficaz para trabajar interactivamente con el cuerpo
y la mente, necesario en la preparación de la mutación evolutiva.
La
limpieza interna y la desintoxicación orgánica consiste en liberar
nuestro organismo de todos los desechos y tóxicos que bloquean los
fluidos, tejidos y energías de nuestro cuerpo. Se trata de expulsar todo
lo que acumulamos negativa, innecesaria o perjudicialmente en nuestros
órganos, pues impide o limita la capacidad de absorción correcta de
nutrientes o energía y por ello restringe o anula las posibilidades autosanadoras y
transmutadoras de nuestra propia fuerza vital.
El
ejercicio y fortalecimiento del cuerpo es necesario para mantener el tono,
fortaleza y resistencia del organismo. Un cuerpo débil o asentado en la comodidad
no puede afrontar los retos y exigencias de una transformación vital y
menos de una mutación, pues dicha empresa espiritual conlleva usar enormes recursos de energía y
vitalidad en ese difícil y casi inalcanzable desafio. De no poseer dicha fortaleza resulta
imposible recorrer trecho alguno significativo del camino. Incluso los grandes maestros
del ajedrez (en una actividad exclusivamente intelectual, pero muy
exigente) precisan un riguroso entrenamiento físico, pues cuerpo y
mente se hallan unificados en este espacio tiempo que es el mundo que
habitamos. No se trata de ser atletas, pero sí de fortalecer y afinar el
cuerpo.
Cada
uno de estos puntos serán desarrollados por separado en entradas sucesivas,
profundizándose en ellos a lo largo de los siguientes Cuadernos.
Energía.
Aparte
de lo que nos dicen nuestros sentidos en el uso ordinario que de ellos
hacemos diariamente, existen percepciones que nunca nos han enseñado a
desarrollar. Una de estas percepciones es la del concepto que podemos
denominar la energía biopsíquica y
cosmovital (en múltiples
variantes y diferentes niveles sutiles). Estas energías existen en todo el universo, en todo lo
que nos rodea y en todo nuestro cuerpo. La conciencia de esta
energía presente siempre en todo y la tarea de aprender a utilizarla progresivamente forma
parte de la preparación en la senda lucifero-grialina, al igual que lo es
en muchas escuelas de desarrollo espiritual.
Las
energías de las que hablamos son perceptibles a través de un combinado de sensibilidad mental, vital
y sensorial. Esta dormida sensibilidad debemos desarrollarla para poder
percibir y usar la energía que existe en nosotros mismos y en el mundo
holográfico en
que nos hallamos. Es posible recibir energía directamente de muchas
fuentes naturales y vivientes del entorno y también darla nosotros. Algo que
nuestra cultura ignora y nadie nos ha enseñado. La energía se despierta
(uso consciente) paulatinamente prestándole conciencia y atención, percibiendo sus fuentes y su fluir.
Como principiantes no nos debemos sugestionar o autoengañar, pero sí
iniciarnos en este camino con pasos cautelosos y objetivos, buscando
informaciones fiables alejadas de fantasías.
Con
este apartado completamos muy someramente la presentación de todo aquello que
forma parte del campo que denominamos Segunda Puerta. Estos puntos
serán especificados y desarrollados uno por uno a lo largo de los
Cuadernos Luciferianos, pero cada cual debe intentar profundizar por su
cuenta.
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