Una
creencia es un pensamiento que hemos interiorizado y aceptado como verdad.
Contínuamente los seres humanos, por la misma naturaleza del
funcionamiento actual de la psique, tendemos a construir creencias, las cuales
modulan nuestra visión, interpretación y vivencia de la realidad.
La
mente humana es un maravilloso vehículo de creación. Lamentáblemente no
somos consciente de ello y apenas o casi nunca sabemos como utilizarla
plenamente en
su real potencial. Durante milenios las distintas culturas y sociedades
humanas han ido construyendo innumerables sistemas de creencias para
intentar explicar el significado del mundo y el misterio de la vida. Cada sistema de
creencias es un marco conceptual y emocional por el cual se pretende entender la
realidad. Este marco le otorga la forma
y el sentido a nuestra realidad subjetiva, permitiendo pero condicionando
nuestra relación con ella. Por eso es fundamental la cualidad y la
estructura del sistema de creencias que empleemos para comprender e
interactuar con el
mundo exterior. Y también, más importante aún, para conformar y relacionarnos
con nuestro mundo interior.
¿Cual
es nuestro sistema de creencias? ¿Como se ha llegado a formar este? ¿Quién o
cómo
nos lo han trasmitido e inculcado? ¿Que parte de él hemos creado nosotros como
individuos con experiencias propias y personales y que parte nos han
implantado otros a lo largo de nuestra vida? ¿Ha sido correcta la forma en que hemos
construido o levantado nuestro sistema de creencias? ¿Es posible modificar
este personal e influyente sistema de creencias que mantenemos? ¿Nos
permitiría eso cambiar o acceder a un horizonte vital o conceptual más amplio?
¿Seremos entonces seres más libres? ¿Percibiremos o discerniremos mejor o más
profundamente la verdad o la realidad?
La
mayor parte de la gente ni siquiera sabe que és o en qué consiste un sistema de
creencias. Desconocen que su entendimiento se halla inmerso sin saberlo dentro de
una subjetiva estructura de doctrinas, creencias y pensamientos. Ymucho menos saben
que eso nos conforma la visión del mundo en el que habitamos. El
sistema de creencias es un factor determinante que influeye de
forma contínua en nuestra realidad psicológica y por ende también en nuestra
realidad cotidiana. En cierta manera se puede decir que es uno de los
factores más importantes que condicionan la forma de entender la vida, la
muerte, el
mundo, la realidad y a nosotros mismos. Es una pieza básica de la
geografía de la psique, una pieza básica por la
que entendemos y construimos nuestro modelo de realidad, así como nuestra
posición en el universo.
El
sistema de creencias puede ser una avenida abierta hacia la libertad o una
prisión opresora que nos tortura. Es capaz de levantar muros infranqueables, alzar
bosques atemorizadores, sembrar trampas traicioneras ... o bien, por el
contrario, puede descubrir horizontes de floridas praderas y desplegar infinitos paisajes
que nos invitan a explorarlos. Por ello el trabajo con la creación de un
nuevo sistema de creencias personal es tarea inexcusable y constituye la cuarta puerta de
la senda luciferiana.
El
problema primero que nos encontramos es que el ser humano corriente ni siquiera tiene plena
conciencia de que su sistema de creencias es una implantación psíquica, un programa
de contenidos y significados mentales y emocionales. Más bien podemos
considerarlo un agregado en nuestra
psique, que puede ser
modificado e incluso anulado completamente. Es más, todavía son mayoría las
personas que desconocen siquiera que és eso de un sistema de creencias. Y
también ignoran que ellos y su sistema de creencias son en verdad dos realidades
distintas. Asimismo no se plantean que las convicciones o creencias que
sustentan pueden ser erróneas o equivocadas. Pero, aunque cualquiera de
nosotros ignore todo sobre la naturaleza condicionante de un sistema de
creencias, no podemos evitar, precisamente aún más por ello, que inconscientemente
interactuemos de forma contínua a través de él, siendo en el fondo una de
las causas principales de nuestras limitaciones en su sentido más amplio
y profundo.
Tal
como muestra la famosa primera película de la saga de ciencia ficción titulada
Mátrix, nuestra conciencia se halla prisionera dentro de una compleja estructura de
programas psíquicos. Por ello es fundamental liberarnos poco a poco de ellos si
queremos avanzar en la senda luciferiana.
Pero
los sistemas de creencias no son fáciles de descubrir y aún menos de
erradicar, pues se hallan firmemente anclados en la psique por fuertes
vínculos y apegos emocionales, los cuales los protegen y aseguran su
supervivencia. Su implantación en la psiquis comienza en la tierna
infancia, a través de progenitores, instructores, grupos de amigos ...
así como mediante modelos culturales, religiosos, políticos,
científicos, etc. Todo estos círculos de influencia unidos conforman una
malla de convicciones y creencias que sostenemos sobre nuestra persona, la vida y la
realidad. Esta malla es difícil de reconocer como enemigo, ya que
la consideramos una parte de nuestra naturaleza como seres pensantes y
sintientes. Y no sólo modelamos nuestra actitud en la vida ordinaria
condicionados por estas creencias, sino que incluso enfocamos nuestro
ideario de una vida postmorten posible o no condicionados por ellas.
Nuestro
sistema de creencias también condiciona especialmente las emociones que
sentimos ante las cosas, las circunstancias y las personas. El ser humano
pensante no es capaz de vivir sin el marco de un sistema de creencias. Eso
nos diferencia de los animales. Nos hace ser quizá superiores al reino
animal, pero a veces nos puede también convertir en esclavos. Por ello en
la senda luciferiana es imprescindible tomar conciencia de lo que es un
sistema de creencias y comenzar la tarea de revisarlo y por último de
liberarnos de él hasta donde se requiera.
Los
animales no tienen creencias. Viven la realidad directamente a través de
los sentidos y las inmediatas necesidades fisiológicas y psicológicas de su
especie. Algunos animales pueden tener a su manera casi todas las emociones humanas, pero
desprovistas de un sistema de creencias. Los humanos por el contrario
construimos relatos personales y culturales para explicar la vida y la realidad. Y estos relatos
los tomamos como objetivamente auténticos, pero muchas veces son absolutamente
subjetivos.
La
grandeza del ser humano es que nuestro sistema pensante, con sus distintos
niveles, tiene capacidad
para generar, cambiar y determinar la realidad. Sin embargo aún no somos dueños
precisamente de nuestro propio sistema pensante y por ello caemos fácilmente en la
formación y manipulación de creencias erróneas sobre nosotros, los demás y el mundo
exterior. Por esto es prioritaria la necesidad de limpiar nuestro sistema de
creencias, ya que no somos conscientes de hasta que punto su contenido es verdadero y
hasta cual erróneo. Hay que derribar el edificio de las viejas creencias
para construir otro totalmente nuevo. Pero ahora debemos hacerlo nosotros
mismos, como individuos conscientes, liberándonos de todo aquello que nos habían
construido otros o de aquello erróneo que desde la infancia habiamos
levantado nosotros mismos.
Existen
sistemas de creencias en distintas áreas según el campo al que se
refieran: religiosos, históricos, políticos, científicos, culturales,
personales, etc. Quien pretenda seguir la senda de las Nueve Puertas no
debe ser prisionero de ninguno de ellos. Todas las creencias son
subjetivas, revisables y prescindibles en muchos casos. Hasta ahora
nuestra identidad pensante y vital ha estado determinada por todos los
viejos sistemas de creencias con los que nos hemos ido identificando y
rodeando en el curso de nuestra vida. Sin embargo esas viejas y cotidianas
creencias forman una pantalla mental que nos impide ver la realidad que
hay más allá.
Las
creencias son nichos psíquicos a través de los que nos relacionamos con
el universo y las demás inteligencias. Por eso en la Senda Lucifera
debemos elegir conscientemente y construir unas nuevas creencias que nos
permitan acceder a otros planos, seres y realidades. Pero debemos tener
sumo cuidado al determinar ahora nuestras nuevas creencias, pues se trata
de que nos permitan liberarnos del Reino de Sombras en el que nos
mantenemos y nos abran la vía hacia la verdadera realidad.
Esta
Cuarta Puerta concierne por tanto a lo relativo a vaciarnos de las viejas
creencias limitadoras que hemos sostenido hasta ahora y comenzar a
construir en ese espacio vació las nuevas creencias luciferianas, que nos
permitan aumentar nuestra relación de libertad, consciencia y poder en el
universo. Las creencias luciferianas unifican el potencial de la mente y
el cuerpo humanos, trabajando al unísono, mediante la conciencia y la
voluntad, para llevarnos hacia el despertar de la realidad divina.
Sin
embargo no es fácil descubrir, analizar y desapegarnos de todas esas
creencias que hasta ahora conforman nuestro cuerpo de modelos conceptuales
o paradigmas de la realidad. Ya desde épocas antiguas muchos sabios y
filósofos han intentado hacernos comprender que el ser humano se halla
prisionero de múltiples creencias que desfiguran e impostan una realidad
mayor que no percibimos. El
famoso mito de la caverna, que nos transmitió el griego Platón
procedente de sabios anteriores, pretende ilustrar con esta
sencilla metáfora como permanecemos prisioneros de los sistemas de creencias.
Expone que en verdad no percibimos la realidad auténtica sino una
realidad falsaría que otros (los sistemas de creencias) proyectan en la
pantalla de nuestra psique. Un ser humano atrapado en la caverna se libera
de este hechizo y saliendo al exterior vislumbra la verdadera luz y la
auténtica realidad. Pero cuando regresa los demás no le creen y acaban
matándolo. Esta vieja alegoría dibuja el estado de la especie humana,
prisionera de ese Reino de Sombras que tomamos como realidad cuando no se
trata sino de una distorsión perceptual y conceptual. Más allá de las
Sombras de la Caverna se halla el ignoto Reino de la Luz, que la senda
lucifera de las Nueve Puertas trata de revelar e indicar. El ser humano se
encuentra así prisionero de su propia mente. Una mente que puede servir
de puente al infinito y a la divinidad, pero que en nuestro actual estado
evolutivo construye y proyecta una malla de espejismos que nos mantienen
prisioneros de esa fascinación.
Sin
embargo cambiar nuestras creencias actuales por las que propone la Senda Lucifera
no es tarea fácil, ya que no consiste en adoptar una doctrina o credo
nuevo, como el que cambia una ideologia, un libro sagrado o un manual
dogmático por otro. Para poder crear un sistema de creencias superior, del nivel
que se pretende en el Camino de las Nueve Puertas, es preciso un trabajo
profundo con los elementos de la psique que propician permanezcamos
en un nivel anterior inferior. De lo contrario repetiremos los mismos errores y
esquemas, aunque cambiemos el color de las cosas. Por eso, lo que
de verdad aspiramos es pasar a un orden superior de creencias, unas creencias que
sean fruto de un elevado trabajo consciente individual, de carácter
transcendente transpersonal, y no procedan de modelos sociales o
religiosos colectivos
o de experiencias y vivencias del yo personal egóico.
Por
esto mismamente no es posible pasar a un estadio superior en la naturaleza
de las creencias, así como en nuestra relación con la realidad
profunda del universo, mediante un mero cambio colectivo global, propiciado por
una determinada fecha, corriente energética o masa humana crítica. La
evolución de la que hablamos en el Sendero Luciferiano sólo puede llegar
a través de actos profundamente individuales y conscientes de
transformación interna. Y esta evolución luciferiana, a la que
potencialmente está destinado el ser humano, sólo alcanzará a concretarse
si traspasamos todas las puertas o barreras que nos mantienen en este
estadio semiconsciente proterogénico.
Como
primer paso en esta Puerta debemos comenzar haciendonos preguntas. Si no
nos cuestionamos las que hasta ahora han sido nuestras creencias será
imposible que demos el paso de buscar algo nuevo. Los niños hacen muchas
preguntas, pero pasado un tiempo el ser humano deja de hacerlas, conforme
se va solidificando el edificio de sus creencias, dentro del cual caemos
prisioneros. Por ello los maestros antiguos siempre han comenzado sus
enseñanzas asertando que hay que volver a ser como niños. Pues sólo los
niños están abiertos a recibir conocimientos nuevos, a preguntarse todas
las cosas, a buscar comprenderlo todo. Pero en la edad adulta pensamos que
las creencias a las que hemos llegado son algo definitivo, nos
identificamos tanto con ellas que no nos damos cuenta de que la mayoría
pueden ser cambiadas, al igual que de ropa nos mudamos cada día. Las
creencias son una versión de la realidad, pero no son la realidad.
Sin
embargo la niñez a la que ahora debemos regresar es una segunda
niñez más avanzada que la anterior. Una niñez donde hayamos
desarrollado el sentido crítico, el discernimiento, el juicio razonado,
la capacidad de buscar e indagar la información siguiendo criterios
formados. Una niñez nueva donde nuestra percepción e intuición no esté
marcada por el miedo o los simplismos infantiles, sino guiadas por la
búsqueda del significado trascendente y la libertad última de nuestro
ser esencial verdadero.
Las
creencias son filtros perceptivos. Las creencias o convicciones profundas
forman filtros a través de los cuales observamos la realidad. Filtros que
funcionan a nivel inconsciente. Son filtros mentales que tienen la
capacidad de alterar la percepción de lo que vemos. Pueden ser tanto
personales como colectivos, pero tienen siempre el poder de dejar o no
dejar pasar la información que nos llega del entorno. Estos filtros, de
los que somos inconscientes, se crean tanto a través de emociones como de
creencias. Ellos determinan la realidad que se crea en nuestra mente e
igualmente generan los procesos mentales que dan forma a nuestra
personalidad.
Por
todo ello en la Senda Luciferiana debemos comenzar por descubrir cuales
son esos filtros y creencias que están influyendo y determinando nuestra
percepción de la realidad. Y será entonces cuando podamos comenzar a
construir conscientemente unas creencias de nivel superior, basadas en un
horizonte de libertad y trascendencias, al unísono con el trabajo y
experiencia individual en la senda luciferiana. Cada nueva convicción
tendrá que estar fundada en la conexión con el ser o yo transpersonal y
no en las limitaciones y espectativas del ego. El cambio del sistema
de creencias tiene que ir al unísono con el cambio en nuestra identidad
personal (quinta puerta), pues de lo contrario no se podrá alcanzar una
nueva perspectiva que permita vislumbrar nuevas posibilidades
reales.
Esta
cuarta puerta va unida de la mano a la quinta y sexta, formando las tres
el portal del Poder. Y a su vez este Portal va detrás del primero o
portal de la Presencia. Todas las puertas van imbricadas en una cadena o
sistema mayor, interactuando, formando una unidad de senda o camino, que
es el Sendero de Lucifer o camino de la individual conciencia evolutiva
profunda.
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