De
todas las historias raras que leí, de todos los experimentos locos que
vi, éste… comparte el trono con los más increíbles. Y trata, nada más y
nada menos, que de Stalin un dictador que ante la necesidad de mayor
poder bélico no tuvo mejor idea que la de intentar cruzar simios con
seres humanos para conseguir así un súper guerrero. (y lo peor es que lo
llevó a la práctica).
Stalin estaba necesitado de un ejército poderoso para contrarrestar a
Occidente. Sin embargo, tenía un gran problema: los soldados mueren, y
por ende se necesitan muchos y para mantener a muchos soldados se
necesita mucho dinero. La
Soviética particularmente nunca fue un paraíso económico como para
permitirse los ejércitos altamente entrenados de los Alemanes o
cuantiosos como los de Estados Unidos, por lo que en una reunión con
Ilya Ivanov, eminencia en el de hibridación animal, Stalin le haría el pedido más singular y bizarro que éste científico escuchara en su vida
“Quiero un tipo de ser humano invencible, insensible al dolor, resistente e indiferente a la calidad de que se le de”
Como esto ocurría a finales de los años 20 no contaban, ni siquiera existían, las
de manipulación genética de hoy día. Por lo que la única solución de
Ivanov consistía en recurrir a las herramientas de la época, es decir:
intentar aparear simios con seres humanos. Como el gobierno Comunista de
la época no tenía muchos
en despilfarrar vidas humanas y obtener “voluntarias” que “aceptaran”
ser inseminadas con esperma de mono la mitad de los “ingredientes”
estaría servida. No obstante, si bien no tenían problemas para conseguir
humanos con los que experimentar si tenían un gran problema en
encontrar simios. Por esta razón, a finales de 1926, Ivanov es enviado a
África con una gran cantidad de dinero para estudiar las poblaciones de
monos y saber cual sería la raza más indicada de la cual retirar el
esperma. Al mismo tiempo, en la Unión Soviética, establecieron un
“centro de investigación”. La idea, si funcionaba, era obtener un ser
físicamente superior al ser humano y mentalmente un tanto imbécil
-imbécil en la antigua terminología médica, no el insulto popular-, en
la medida justa como para saber cómo manejar armas y luchar y no tanto
como para cuestionar al gobierno.
Tras un notable fracaso en África, se dirigió a Francia -país en el
que poseía muchos contactos ya que fue miembro del Instituto Pasteur en
el pasado-. Aquí intentaría inseminar 3 hembras de chimpancé con esperma
humano, sin embargo, el fracaso se repetiría y no obtendría resultados.
Continuando con sus estudios la prueba final transcurría en Sukhumi,
donde junto al apoyo de la Academia Comunista, intentaría inyectar
esperma de simio en “voluntarias”. Otra vez los intentos estarían
marcados por el fracaso total y para 1930 ya se abandonarían todos los
intentos de hibridación humano-simio.
El Chuman
Los simios escogidos se basarían en el mítico chuman: ser híbrido
entre humanos y chimpancés, creído posible en la época de Ivanov e
incluso hasta los años 70. Las teorías se basaban en definir un ser de
fuerza física superior y mentalidad reducida en comparación al humano
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