lunes, 4 de junio de 2012

Vampiros en otras partes del mundo

Durante el siglo XII, la creencia en los vampiros abundaba en muchas partes de Inglaterra. Sabemos de ello por los escritos de los tres cronistas que vivieron en la época: William de Newburgh, Guillermo de Malmesbury, y Walter Map. Se creía que era posible que los restos de una persona vuelva a la vida porque estaba poseída por demonios o espíritus.
Uno de los más interesantes historias es reportada por William de Newburgh. Se produjo una vez un revenante (palabra que usaban los ingleses para referirse a los vampiros); éste era un caballero que había servido en el Castillo de Ainwick, Yorkshire.
 
El caballero había llevado una vida lasciva y perversa. Murió como consecuencia de que se cayóde su techo cuando espiaba  a su esposa siendole infiel.
Después de que enterraron al caballero, al poco tiempo se lo vió a él merodeando por las calles de su casa. Su carne se estaba pudriendo. A las semanas, sus vecinos empezaron a caer enfermos.
Los aldeanos finalmente destruyeron a esta criatura, exhumando el cuerpo y quemándolo. Después de la quema del vampiro – cuyos únicos signos de vampirismo era que estaba hinchado, supuestamente por la sangre – dejó de aparecer el caballero por las calles. Y las enfermedades de los vecinos pararon  
Baviera un estado alemán, y en los tiempos de la Antigua Roma, la gente de esta zona fue influenciada por los inmigrantes eslavos. Luego del poco tiempo empezaron de la radicación de los eslavos en Baviera es que empezaron a recorrer leyendas de los vampiros.
El Blutsauger era el nombre común para el vampiro de esa zona. La palabra Blutsauger significa “retoño de sangre”. El blautsager fue descrito como un cadáver animado de carne pálida.
 
En la antigua Baviera, una persona puede convertirse en un Blutsauger al morir bajo las siguientes circunstancias:
  • No haber sido bautizados.
  • Después de haber llevado una vida inmoral.
  • Haber practicado brujería o la hechicería.
  • Después de haber comido un animal muerto por un lobo.
  • Autoeliminación.
Los alemanes para protegerse de los vampiros ponían racimos de ajo en sus puertas y ventanas.
El Blutsauger fue estudiado más en El libro del Vampiro por J. Gordon Melton (1994).

Los escandinavos son conocidos por tener muchas leyendas sobre vikingos. Pero entre su literatura nos encontramos con cuentos sobre muertos vivientes que habitan en cementerios.
En las sagas escritas en Islandia, el nombre común para un vampiro es draugr. En la mayoría de estas leyendas, los vampiros escandinavos no son hostiles a menos que alguien invada su tumba. Aunque no era usual, existen leyendas sobre vampiros que regresaban a la vida para tomar venganza contra alguien que les había hecho mal en vida.
 
En el folclore de Noruega el vampiro se lo reconoce como un draug (notese la diferencia en la ortografía, dado que no lleva una R al final). El draug es a menudo una persona que se ahogó en el mar, pero volvió a la vida.
En la mayoría de estos cuentos, el draug sube a bordo de buques para atacar a los vivos. En la tradición cristiana posterior, un tema recurrente es que la persona que se ahogó se convirtió en un vampiro como el resultado de no ser enterrado en la tierra consagrada de un cementerio.

Otro caso de vampiros de Silesia en el siglo XVI. Johannes Cuntius era un hombre de riqueza y de influencia de aquel entonces. Algunos, incluyendo a sus siervos, pensaban que su éxito fue el resultado de un pacto con el diablo. Después de su muerte, Cuntius volvió de la tumba de varias formas. Se apareció en casas. Intentó violar a muchas mujeres. Estranguló a algunos ancianos. Eliminó supuestamente a algunos siervos respirandoles fuego. Convertía la leche en sangre. Entre otras atrocidades.


 La gente empezó a enojarse y decidieron darle una visita a Cuntius al cementerio. Al llegar, encontraron que su tumba tenía varios agujeros del tamaño de ratas, que iban del suelo hasta lo profundo de la tierra. Aún así, no se atrevieron a abrir la tumba del vampiro, pero la gente decidió montar guardia. Esto duró dos meses pero los males seguían ocurriendo. Finalmente, el cuerpo de Cuntius fue exhumado junto a varios muertos recientes. Todos los cuerpos, excepto el de Cuntius estaban descompuestos. Decidieron entonces hacer una pira y quemarlo. El vampiro resistió las llamas del fuego de cremación hasta que el verdugo decidió cortar al vampiro en varios pedazos. Como en el caso del zapatero de Breslau, después de quemar el cuerpo, las cenizas fueron arrojados a un río.

La siguiente historia no propiamente indica que los vampiros existen en el folclor Europeo; pero se puede ver como las historias de vampiros, hombres lobo, y fantamas se mezclan una con otra.
La región de Silesia es un vecino del norte de Bohemia y Moravia. Hoy en día, es una parte de la nación moderna de Polonia. Los relatos sobre vampiros se remontan al siglo 16.
Una de estas historias ocurre en 1591 en la ciudad de Breslau, Silesia. Un vienes, un zapatero terminó su vida cortándose la garganta.  Su familia encubre esta desgracia diciendo que murió de un ataque al corazón. Se le dió al zapatero una cristiana sepultura. Pero recordemos que ante los ojos de la Iglesia, el suicidio te lleva al Infierno; algunos del pueblo empezaron a sospechar de la muerte insólita, y empezaron los rumores. Empezó una disputa entre el pueblo, las autoridades, y la familia del muerto porque se quería exhumar el cuerpo. A los pocos días, en la noche, empezó a aparecer en las calles el fantasma del zapatero. Iba a la casa de la gente del pueblo e intentaba ahorcarlos. El terror continuó por meses, y tomo cerca de ocho para que las autoridades decidieran dar visita a la tumba del zapatero.
  
El cuerpo del vampiro fue exhumado el 15 de abril de 1582. Se descubrió que no había sufrido ningún signo de decadencia. Sin embargo, una marca mágica en forma de una rosa fue encontrada en uno de sus dedo gordo del pie derecho. El muerto se mantuvo fuera de la tierra hasta el 18 de abril. Sin embargo, no hubo señales de que estaba decayendo. El vampiro fue re-enterrado, y se le puso una horca en el cuello para mantenerlo quieto. No sirvió de nada porque en esa misma noche apareció el muerto intentando ahorcar más víctimas.
La viuda, presionada por sus vecinos, se presentó ante el magistrado local y confesó las verdaderas circunstancias de la muerte de su marido. El 7 de mayo, el vampiro fue exhumado de nuevo. Esta vez, los brazos, las piernas y la cabeza de este fueron cortadas. Además, la parte posterior del cuerpo fue abierto y el corazón fue removido. El corazón se encontró que estaba fresco y entero. El cuerpo fue incinerado. El fantasma del zapatero nunca más fue visto.

Estas leyenda de vampiros pasó en Bohemia, Checoslovaquia.
El primer caso de un vampiro checo es referente a una historia literaria llamada “El golpe del vampiro”, escrito por un monje llamado Neplach (que vivió entre los años 1332 – 1368). Este era un abad de un monasterio y un cronista de su época.
De acuerdo con la historia, en el año 1336, en Bohemia, cerca de Cadanus [en checo moderno: Kadan, en alemán moderno: Kaaden]… un pastor llamado Myslata murió. Él resucitaba cada noche de su sepulcro y atacaba aldeas cercanas, aterrorizando y acabando la vida de la gente. El pueblo asustado, quien lo reconoció, fueron a buscarlo a su tumba, y le clavaron una estaca en el corazón.
Luego de ello, el cuerpo fue preparado para la cremación. El muerto estaba hinchado, y su cuerpo producía un ligero ruido que se asemejaba al bramido de un buey. Al acercase el cuerpo a la pira de fuego, se dice que sus piernas empezaron a convulsionar. Aún así el muerto fue lanzado a la fogata, lo cual produjo que el vampiro salpicara sangre por doquier. Luego de este evento, dejaron de haber muertos en los pueblos cercanos.
 

Una vez más, esta historia (que acabamos de ver) sobre el pastor/vampiro fue publicada de nuevo (aunque de manera diferente) en el capítulo 7 del libro “Los Revenantes o vampiros de Moravia”, de Agustín Calmet Dom. En esta versión el cuerpo del vampiro es exhumado dos veces. La primera vez, se le clavó una estaca, el cual el vampiro empezó a burlarse de quienes querían matarlo pero solo lo inmovilizaron. Más tarde, esa misma noche, el vampiro se levantó de nuevo y fue estrangulando uno por uno a sus captores. En el segundo intento, no solo le volvieron a clavar un estaca sino que acto seguido lo echaron al fuego.
En el mismo capítulo de “Los Revenantes o Vampiros de Moravia“, habla sobre espectros que aparecían en las montañas de Moravia y Silesia. También habló de una mujer vampiro que aparecía en forma de un perro cada cuatro días que alguien moría en los alrededores. Cuando alguien la encontraba, empezaba a perseguir a sus víctimas, y al tenerlos cercados, se transformaba de nuevo en mujer y empezaba a estrangularlos con sus manos. La única manera de deshacerse de este espectro/vampiro era la decapitación y cremación. 

Rumania (Transilvania) es mencionada en la ficción, en el cine de vampiros, e incluso es mostrada en imagenes de vampiros misteriosos. Sin duda esta tendencia aparece por la influencia del libro de Bram Stoker, Drácula.
Las creencias tradicionales romaníes incluyen la idea de que el alma de un muerto entra en un mundo similar al nuestro, salvo que ya no existe la muerte.  Las leyendas de Rumania están llena de historias de muertos vivientes, hombres lobos, fantasmas, y vampiros.
La deidad indígena más famosa relacionada con el consumo de sangre es Kali, que tiene colmillos, luce un collar de calaveras y tiene cuatro brazos. Sus templos están cerca de los lugares de cremación. Ella y la diosa Durga combatieron al demonio que Raktabija podía reproducir de cada gota de sangre derramada. Kali la bebió toda sin derramar ninguna gota, la que le llevó a ganar la batalla y vencer a Raktabija. Sara, o la diosa de Negro, es otra representación de Kali cual sobrevivió en la mente de los gitanos.
 
Un tipo de vampiro de Rumania tiene el nombre de  Mullo. Este vampiro ha vuelto a la vida para hacer cosas maliciosas y  chupar la sangre de una persona (generalmente de un pariente que ha causado su muerte o que no le prestó atención en vida). En su mitología también existe el concepto de las vampiras.
Cualquier persona que tenía un aspecto horrible, le faltaba un dedo, o tenía apéndices similares a los de un animal, se creía que era un vampiro.  Las plantas o los perros, gatos, e incluso herramientas para la agricultura podría convertirse en vampiros. Existen historias de vampiros sobre calabazas, melones y sandías.
Para que el pueblo pudiese deshacerse de un vampiro, tenían que contratar a un  Dhampir (el hijo de un vampiro y su viuda) o un Moroi para detectar el vampiro. Para protegerse de los vampiros, los gitanos llevaron agujas de acero o hierro en el corazón de un cadáver y ponían pedazos de acero en la boca, sobre los ojos, las orejas y entre los dedos en el momento del entierro.  Otras medidas incluían clavar estacas en la tumba, vertir agua hirviendo sobre ella, cortarle la cabeza o quemarlo.
La población rumana en Kosovo creía que los vampiros eran invisibles para la mayoría de la gente. Sin embargo, los vampiros podían ser vistos por sus familiares en circunstancias específicas. Por ejemplo “por un hermano gemelo o su hermana nacida en un sábado, pero debían llevar sus ropas puestas al revés”. Sin lugar a duda, muy extrañas esas creencias.





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