sábado, 7 de abril de 2012

la segunda puerta.

Somos materia y somos energía. Somos pensamiento y somos emoción. Somos vida y espíritu que fluye. A través de nosotros se manifiesta en un punto de conciencia individual el universo y por esto mismo estamos conectados con la totalidad de la fuerza del universo.
Vamos a exponer aquí introductoria y sucíntamente tres aspectos fundamentales relacionados con la expresión biológica que ahora consideramos constituye nuestro cuerpo. 
Respiración, cuerpo y energía forman una trinidad que al desarrollarla nos da acceso a la Segunda Puerta de la Senda Luciferiana. Estos tres factores o campos dan lugar a un marco de energías y presencia que conforman la base y sustento de lo que denominamos nuestra expresión en la realidad física. Por ello es necesario cultivar y perfeccionar todo lo que conlleva esta Puerta si queremos que se abra en armonía y simultaneidad con las restantes ocho.
Respiración.
¿Como puede algo, en apariencia tan sencillo y rutinario como la respiración, formar parte de una de las nueve puertas iniciaticas y místicas esenciales para salir del Reino de Sombras en el que habitamos?  Es un acto tan cotidiano, tal vez el más cotidiano de todos los actos que el ser humano realiza, el primero que efectuamos al nacer, que resulta difícil de creer la fundamental importancia  que tiene en nuestra estructura psicofísica y nuestro desarrollo bioenergético.
El ritmo y la forma de respirar determina nuestro tono biológico, psiquico y vital. Cuanto más armoniosa, lenta y profunda fluya la respiración más alto será nuestro nivel energético y más clara nuestra visión mental y espiritual. La respiración lenta, armoniosa y profunda eleva y restablece el patrón vibratorio equilibrado y original del ser humano. Cuanto más nos alejamos de esta respiración más nos desequilibramos, más enfermamos, más nos sumergimos en la oscuridad psicológica, la psico-oscuridad. 
Parece tal vez sencillo, pero sin embargo es difícil mantener la respiración lenta y fluida en la vida cotidiana. La voz que habla en nuestra mente, el hablador perpetuo, ese seudo ente que habita nuestro interior y todas las emociones que acarrea, hace que perdamos este nivel de respiración armoniosa y profunda. Cada vez que nos dejamos atrapar por un minúsculo estrés cualquiera, reaccionamos inconscientemente con un nivel de bloqueo, y también se aleja de nosotros esta respiración sosegada y libre. Conforme avanza la vida vamos perdiendonos en una respiración rápida y lenta, parcialmente bloqueada y limitada, que cierra nuestros canales energéticos e impide a la conciencia verdadera brillar. Los bloqueos de nuestra respiración son también bloqueos de nuestra conciencia, pues ambas necesitan libertad para fluir y ser. 
No sabemos que ocurre en nosotros cada vez que respiramos. Somos ignorantes del valor del acto más sencillo. La calidad de nuestra respiración determina la calidad de la energía que fluye por nuestro cuerpo. La buena respiración va unida a la relajación y la mala a la contracción. En la primera todo fluye y se vivifica y en la segunda todo se estanca y a la larga enferma. 
No podemos salir de las sombras si no cultivamos la respiración correcta, la respiración de vida, la respiración de la luz, la respiración de la conciencia. El cuerpo es un reflejo del alma, por ello trabajar espiritualmente con el cuerpo es trabajar con el alma. Todo lo que hagamos con nuestro cuerpo siguiendo una intención espiritual se refleja y se traslada al alma. Por ello el trabajo con el cuerpo siempre ha sido fundamental en toda iniciación verdadera, en toda iniciación que revela las antiguas Nueve Puertas y nos guía para poder transitar estos Portales Místicos.
La respiración libre, armoniosa, profunda y lenta, implica que ha de ser sin esfuerzo ni presión. Si hay esfuerzo deliberado y contínuo no hay ya armonía en el fluir libre de la respiración. El cuerpo ha de abrirse para recibir el aire, que a partir de ahora ya no será simple aire, sino aire de vida, elixir vivificador, aire que sana y alimenta. Un aire que será una sustancia en estado gaseoso que nos llenará de energía y refrescará nuestro interior, abriendo nuestras células y haciendolas aptas para la luz. 
Un aire que ya no estará conformado por simples moléculas de materia en forma de gas (cóctel de gases que forman la atmósfera terrestre), sino que debemos sentir se trata de una energía sanadora y luminosa inagotable, un plasma invisible y divino . Una energía que nos nutrirá profundamente y nos elevará a partir de ahora, un ahora que llegará cuando seamos capaces de comprender el valor y la importancia de la Segunda Puerta. Ese aire ya no será entonces aire ordinario, tal como vulgarmente lo concebimos, sino una energía vital del universo que nos nutre como seres vivos. Una energía que descubriremos es mental y material al mismo tiempo. Lo que sintamos que és el aire que respiramos, la naturaleza o la sustancia que le atribuyamos, determinará la calidad de la energía espiritual que absorvamos al respirar, pues nuestra mente y conciencia nos conectan por resonancia con esos mismos niveles de realidad. 

Cuerpo
El cuerpo es el sustento visible y tangible con el que nos identificamos como seres vivientes, la casa biológica que habita nuestra conciencia individual. Sin embargo el cuerpo es aún más que esto, pues se trata del extremo visible de la mente en el mundo de los sentidos. Por este motivo el cuerpo se halla conectado de forma interactiva con nuestro interior. 
A la hora de trabajar con el cuerpo como segunda puerta hemos de tener en cuenta cinco aspectos:
1. Propiacepción.
2. Alimentación.
3. Ayuno.
4. Limpieza interna y desintoxicación.
5. Ejercicio y fortalecimiento.
La propiacepción se refiere a desarrollar la percepción consciente del propio cuerpo en todas sus partes, algo que perdemos en alto grado al identificarnos contínuamente con los asuntos del ego. La propiacepción o propia conciencia del cuerpo es indispensable en el camino de desarrollo de la conciencia, ya que nuestro organismo no es como un vestido de sustancia ajena que nos cubre, sino una parte fundamental de nosotros mismos. Se trata de sentir y habitar conscientemente el cuerpo que somos.
La alimentación es algo en lo que es preciso evolucionar para pasar de una alimentación primaria o dañina a una alimentación sutil y benéfica, llegando al final a una forma y un tipo de alimentación de orden superior, imprescindible para ayudar en la radical transformación biológica.
El ayuno controlado y consciente, dosificado y utilizado en tiempos clave, es una herramienta sumamente eficaz para trabajar interactivamente con el cuerpo y la mente, necesario en la preparación de la mutación evolutiva.
La limpieza interna y la desintoxicación orgánica consiste en liberar nuestro organismo de todos los desechos y tóxicos que bloquean los fluidos, tejidos y energías de nuestro cuerpo. Se trata de expulsar todo lo que acumulamos negativa, innecesaria o perjudicialmente en nuestros órganos, pues impide o limita la capacidad de absorción correcta de nutrientes o energía y por ello restringe o anula las posibilidades autosanadoras y transmutadoras de nuestra propia fuerza vital.
El ejercicio y fortalecimiento del cuerpo es necesario para mantener el tono, fortaleza y resistencia del organismo. Un cuerpo débil o asentado en la comodidad no puede afrontar los retos y exigencias de una transformación vital y menos de una mutación, pues dicha empresa espiritual conlleva usar enormes recursos de energía y vitalidad en ese difícil y casi inalcanzable desafio. De no poseer dicha fortaleza resulta imposible recorrer trecho alguno significativo del camino. Incluso los grandes maestros del ajedrez (en una actividad exclusivamente intelectual, pero muy exigente) precisan un riguroso entrenamiento físico, pues cuerpo y mente se hallan unificados en este espacio tiempo que es el mundo que habitamos. No se trata de ser atletas, pero sí de fortalecer y afinar el cuerpo.
Cada uno de estos puntos serán desarrollados por separado en entradas sucesivas, profundizándose en ellos a lo largo de los siguientes Cuadernos.

Energía.
Aparte de lo que nos dicen nuestros sentidos en el uso ordinario que de ellos hacemos diariamente, existen percepciones que nunca nos han enseñado a desarrollar. Una de estas percepciones es la del concepto que podemos denominar la energía biopsíquica y cosmovital (en múltiples variantes y diferentes niveles sutiles). Estas energías existen en todo el universo, en todo lo que  nos rodea y en todo nuestro cuerpo. La conciencia de esta energía presente siempre en todo y la tarea de aprender a utilizarla progresivamente forma parte de la preparación en la senda lucifero-grialina, al igual que lo es en muchas escuelas de desarrollo espiritual. 
Las energías de las que hablamos son perceptibles a través de un combinado de sensibilidad mental, vital y sensorial. Esta dormida sensibilidad debemos desarrollarla para poder percibir y usar la energía que existe en nosotros mismos y en el mundo holográfico en que nos hallamos. Es posible recibir energía directamente de muchas fuentes naturales y vivientes del entorno y también darla nosotros. Algo que nuestra cultura ignora y nadie nos ha enseñado. La energía se despierta (uso consciente) paulatinamente prestándole conciencia y atención, percibiendo sus fuentes y su fluir. Como principiantes no nos debemos sugestionar o autoengañar, pero sí iniciarnos en este camino con pasos cautelosos y objetivos, buscando informaciones fiables alejadas de fantasías.
Con este apartado completamos muy someramente la presentación de todo aquello que forma parte del campo que denominamos Segunda Puerta. Estos puntos serán especificados y desarrollados uno por uno a lo largo de los Cuadernos Luciferianos, pero cada cual debe intentar profundizar por su cuenta.

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