viernes, 16 de marzo de 2012

Memento Umbrarum

Memento Umbrarum.

Retomamos un tema que nos han solicitado en repetidas ocasiones: el Memento Umbrarum. Pero antes aclararemos algunas cuestiones de vital importancia.

Debido a la copia indicriminada que ha recibido nuestro artículo original, todo indica que esta serie de nuevos artículos recibirá el mismo trato, razón por la cual, todos los integrantes del Círculo del Espejo hemos decidido dirigirnos únicamente a quienes estén embebidos en el antiguo lenguaje del simbolismo, eludiendo cualquier explicación detallada que, en manos erróneas, pueda causar estragos. En este sentido, y absolutamente concientes del material que manejamos, se utilizará un lenguaje acorde a los misterios del libro, evitando, cuando sea posible, aludir directamente a todas aquellas cuestiones que puedan resultar perjudiciales para el profano.

Memento Umbrarum: Nuptiae Noctis; capítulo I










Introducción al capítulo primero: Nuptiae Noctis.

Parthenos Misos toma conciencia de que sus sueños no son meras elaboraciones oníricas. Primer contacto con la entidad vampírica extratemporal, cuyo nombre no mencionaremos. El contacto entre ambos se da en un terreno onírico y, por lo tanto, cargado con el simbolismo del soñante, en este caso, la joven Parthenos, que en la época de este capítulo contaba con alrededor de dieciocho años. Es interesante notar que, vaciado el contenido marginal, la experiencia apunta a una comunicación en ambos sentidos.

Siguiendo la estricta regla impuesta por Aelfwine para la publicación de todos los artículos referentes al Memento Umbrarum, hemos disimulado los aspectos que señalan los inicios del ritual de comunicación. Ningún pasaje ha sido suprimido o modificado en su escencia esotérica, de manera que el iniciado podrá detectar sin inconvenientes aquello que subyace en texto.



Memento Umbrarum: Nuptiae Noctis I.
Offero Uxor. Accipio Dominus Sempiternus.


De Maldon nació el nombre, repetido por los cuervos en el hastío de sus festines. Te rodea un valle de rocas especulares, oh, Señor que has rasgado el velo de la noche. Tuyas somos, Tuyas seremos, Tuyas en el polvo y sobre la tierra, Tuyas en los oscuros y vastos salones submarinos. Tuyas somos, oh Señor de la Máscara Élfica, Tuyas en el sepulcro, en la carne trémula y viva que a Tí ofrecemos sin prejuicio ni reclamos. Vacía tu cáliz sobre mi vientre, quémate en las tibias entrañas de tu sierva que en Tí confía. Tu sal es el vino más preciado, y Tuyos son mis aullidos y el tono de mi espanto.


Pasos que se retiran. La casa duerme. A lo lejos, algo se arrastra. Estoy sola, diabólicamente sola. Los pensamientos cambian en la noche, se desnudan, crecen y se desmoronan. Veo a un hombre que aguarda. No ha nacido, pero su nombre brilla como una almenara para los aguardan. Ojos negros y abisales en la noche de mi cuarto. Me observa. Tiemblo. Mis dedos, fríos como garras esqueléticas, descienden por mi vientre. Sonríe. Desde las profundidades del tiempo, me vé. Flota. ¿Quién soy? Desgarra. Humedad de soledades sobre el satén impalpable. No lo soporto. Condena.


La casa vive otra vez. Aromas. Hierbas en el jardín. La ventana se queja. Luz. Pasos que regresan. Comienza otra vez el ciclo incansable de los días.


Más libros. Signos. Simulo un interés que me provoca náuseas. Sirvientes que van y vienen. ¿Estoy enferma? Cirios. Alguien gime en otra habitación. ¿Llora?


Camino alrededor de la cama. Bajo las escaleras. Mastico algo, un gusano, creo, y vomito. Deméter me alcanza un té. Bebo y no vomito. Sube el sol. El río se acurruca. Biblioteca. Mi Padre ha muerto. ¿Es también el Tuyo? Libros, libros hasta donde alcanza la vista. Ascienden como torres. Lo busco. Un nombre, un algo. Mi madre se arrastra con un lacayo moreno a sus espaldas. Una víscera de bronce sale de su boca y estalla en mil fragmentos. Huye. Se resbala. No hallaré su Nombre en un libro.


Cae la noche. ¿Amaneció hoy? Mi cuarto se proyecta. Me peinan. Me perfuman. Me visten. Desnuda. Despierto al cerrar los párpados. ¿Amanecerá alguna vez? Soy una novia.


Lo Veo. Ojos oscuros. Se revuelve. Lleva el cabello largo. Manos de madera. Sangran. No me vé. No creo que pueda verme. ¿Te ha visto? Mi madre gime. El moreno ha muerto. Desde la noche eterna el Otro me observa. Finalmente me observa. ¿Qué soy para él? ¿Una idea? Escribe. Me olvida.


El Tiempo se detiene. Nunca estuvo. Nunca fue. Escribe. Piensa. Imagina. Deja el cuaderno sobre la mesa. Suspira. Fuma. Tal vez recuerda.


Mis dedos lo encarnan, juegan a ser Él. Me acaricio. Caigo. Sangro. Sus ojos me perforan.


Ya no duda. Me vé. Me huele. El Tiempo corre en otra parte, quizá sobre el río, quizá en el miembro del lacayo muerto. Mi madre lo devora. Me ofrezco. Soy Tuya.


Sonríe. ¡Me ha visto!


¡Oh, Señor de las planicies de Maldon, cazador inagotable del Reino Perdido, óyeme! Innato. Incorpóreo. Guardián de la ribera nocturna, acéptame. Tuya soy. En Tí Soy. Por Tí Soy.


La noche se deshace. Aguardo. En la hora incierta del alba lo escucho decir mi nombre: Parthenos. Luego se diluye. Se hace niebla. Se oscurece. El Tiempo vuelve del río, quizá del miembro del lacayo muerto en la boca de mi madre.


Mañana. Quizás.


Tras la pista del Memento Umbrarum.



El estudio del Memento Umbrarum ha sido una de las experiencias más absorbentes y obsesivas que he vivido. No podría afirmar que sus secretos hayan sido definitivamente aclarados, no soy tan ingenua ni vanidosa como para pensarlo, pero sí creo que hemos aclarado varios puntos oscuros sobre la historia, las creencias, y, fundamentalmente, con la magia y el ocultismo relacionado con los vampiros.

Se debatió mucho sobre la publicación de este artículo, ya que, de hacerlo, debíamos proveer al lector no sólo de citas, sino de referencias concretas sobre los rituales, y, eventualmente, la transcripción, al menos parcial, de los sombríos ritos que allí se describen. Tras una reflexión detenida, pensamos que lo mejor era someter nuestras investigaciones a otros especialistas, y recién ahí publicarlas en Los Otros Vampiros y El Espejo Gótico. Así lo hemos hecho, y gracias a la colaboración de Emilia Gabriela Serrano, profesora de lingüística y estudiosa del simbolismo esotérico, cuyo aporte en la decodificación de los pasajes latinos encriptados ha sido tan oportuna como fundamental; y a Rodrigo Solano Achia, especialista en manuscritos medievales, finalmente hemos podido redactar este informe con mayor confianza y precisión.

Trágicamente, este estudio ha sido dividido en varias partes, sobre todo por cuestiones de espacio. Hoy sólo daremos una introducción al misterioso Memento Umbrarum, y más adelante entraremos de lleno en los sombríos rituales e invocaciones de vampiros.

Aún se nos plantea la duda sobre si debemos o no publicar los rituales completos. En lo personal, pienso que no es aconsejable realizar estas invocaciones sin el debido conocimiento de las consecuencias a las que se expone el oficiante. Por otro lado, Aelfwine, basándose en lo que el mismo libro afirma, opina que los ritos son inofensivos si quien los practica no tiene real conciencia de lo que hace. Es decir, la repetición fonética de las palabras invocatorias, y aún la reproducción idéntica de los pormenores del ritual, no son un peligro en sí mismos, ya que lo necesario en esta clase de ceremonias es la comprensión cabal de lo que se está realizando.

De todos modos, nos reservaremos algunos detalles de cada ritual, evitando que la imprudencia de algunos tenga consecuencias irreversibles. Quien ya conozca sobre simbolismo esotérico, y, sobre todo, esté familiarizado con las diversas clases de resistencias que se oponen al oficiante, sabrá como eludir las lagunas que intencionalmente hemos dejado en todos los ritos.



Primer encuentro con el Memento Umbrarum.
Una biblioteca no sólo es un sitio donde puede encontrarse el conocimiento, sino también un excelente lugar donde esconderlo. Así parecen atestiguarlo cientos de polvorientos manuscritos en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.

Mi primer encuentro con el libro fue durante una expedición a la biblioteca. En aquella ocasión buscaba referencias sobre el Memorabilia Ambulans, del que ya hemos dado un pequeño extracto; cuando noté que en un viejo catálogo aparecía un nombre que me llamó poderosamente la atención: Memento Umbrarum.

Confieso que, en un primer momento, no indagué en la cuestión. Pasaron las semanas, hasta que cierta tarde, mientras debatíamos con Aelfwine, Mirca, y otros miembros del Círculo de Espejo, sobre qué fragmentos del Memorabilia Ambulans íbamos a traducir para el blog, recordé el nombre mencionado en el catálogo y se lo comenté a mis camaradas. Al igual que yo, Aelfwine tampoco había escuchado nada sobre él, lo cual es ya un dato relevante, dado que ha pasado gran parte de su vida entre libros extraños y curiosidades bibliográficas.

Alentados por una creciente curiosidad, decidimos visitar juntos la biblioteca.

La nota integra el catálogo de la biblioteca personal de Esteban Héctor Aramburu (nombre encriptado), con fecha del 12 de febrero de 1934, dos días antes de su muerte, en orden a la donación de su biblioteca personal a la Biblioteca Nacional, tarea encomendada al abogado de la familia Aramburu, el doctor Chiatti. En el catálogo figuran 666 libros donados, aunque sólo 665 llegaron a la biblioteca. El libro faltante, el Memento Umbrarum, desapareció de todos los catálogos hasta 1955. En marzo de ese año, durante una tasación en la ciudad de Rosario, el libro vuelve a aparecer en escena, esta vez bajo una errata intencionada: Mmnt Umbrm.

Aelena, sacerdotiza destacada del Círculo del Espejo en Rosario, el Alter Speculum patrocinun Aelfwinea, bajo la tutela de Aelfwine, inició una serie de pesquisas que resumiremos a continuación de un modo que no exponga a las familias cuyos nombres se han visto involucrados, intencionalmente o no, en esta extraña jornada bibliófila. Todos los nombres han sido modificados, aunque el lector atento, si descubre la sencilla regla de codificación que hemos utilizado, podrá descubrir los nombres reales.


  • El 12 de febrero de 1934, en plena agonía, E.H. Aramburu se desprende de toda su biblioteca esotérica. Su intención: donar los libros a la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.
  • Francisco Chiatti, abogado de los Aramburu, es el encargado de llevar adelante la donación.
  • Secretamente, así lo afirma Agueda Aramburu, única descendiente que presenció aquellos acontecimientos, Chiatti aprovechó la tasación, muy jugosa para la época, para ofrecer los libros de Aramburu a varios coleccionistas privados.
  • El 20 de febrero recibe una oferta por el Memento Umbrarum de parte de Facundo Maidana, hombre de negocios náuticos y dueño de varios botes pesqueros en Mar del Plata.
  • El Memento Umbrarum es vendido por una suma importante, aunque irrisoria para el que se haya demorado en sus páginas. El 22 de febrero, Chiatti muere en un extraño episodio en Necoechea.
  • El libro descansa en perfecto silencio hasta 1955, fecha en que muere Maidana en su quinta de Ezeiza.
  • En 1956 toda su biblioteca, o casi toda, es tasada en la ciudad de Rosario, previo reparto entre familiares y amigos de todos los volúmenes dejados en herencia. Allí aparece nuestro libro bajo el nombre Mmnt Umbrm.
  • El libro cae en manos de un sobrino de Maidana, Ulises, quien estudia el manuscrito durante años sin realizar progrsos destacables. En 1959, Ulises Maidana, normalemente atildado, solicita la asistencia de tres integrantes de la O.D.L, uno de cuyos miembros filtra algunos datos del Memento Umbrarum, los mismos que aparecen en el catálogo de la Biblioteca Nacional.

En los siguientes seis meses avanzamos muy poco. Aelfwine inició una larga y penosa correspondencia con Maidana, quien, ya anciano, se mostraba reacio a permitir que estudiemos el manuscrito. Eventualmente, cedió, bajo una oferta irrechazable para un hombre de su edad, que fue cumplida en tiempo y forma gracias a la intervención de Catharina, Avar de Aelfwine y una de nuestras damas más avezadas en el arte de la persuasión.

El 6 de Junio de 2006 ingresamos en la residencia de Maidana en el barrio de Colegiales. Sobre este encuentro daremos cuenta en otro artículo. Por el momento, nos ceñimos a todo lo relativo al Memento Umbrarum.


Lo primero que nos sorprendió fue el título de la obra; bastante más sugestivo de lo que mencionaba el catálogo de la BNBA. En la cubierta de cuero puede leerse Memento Umbrarum (Recuerda las Sombras), pero en el interior, en la primera página, aparece un subtítulo que realmente nos estimuló:


NsphrsVmprs Incbs et Succbs Cnvct.


El sistema no nos era desconocido, se trataba de un método de escritura bastante común; aplicado casi siempre al latín vulgar, y que consiste en escribir sólo las consonantes (aunque en este caso no era del todo así). Lo único verdaderamente extraño era la primer palabra, cuya séptima letra comenzaba con una desconcertante mayúscula.

El sentido de la frase se nos escapaba, ya que intentábamos traducir una frase coherente del latín; algo que viniese a completar la primera parte del título. Con muchas dudas, tradujimos la parte final:


Incs et Succbs Cnvct = Incubus et Succubus Convocat.
(Convoca a los Íncubos y Súcubos)


Luego veremos cuán equivocados estábamos.

Pero la palabra NsphrsVmprs nos era desconocida, apelamos al Cryptomenysis Patefacta, de John Falconer, en busca de algún sentido simbólico, con resultados decepcionantes. Tampoco nos sirvió la consulta a distintos textos de simbolismo esotérico. Desalentados, y profundamente abatidos por nuestra falta de pericia, nos retiramos de la biblioteca. Maidana, según declaró al inicio de la entrevista, sólo nos permitiría consultar el libro, tomar notas, pero sin ofrecer ningún tipo de información.



La clave del misterio.
Algunos días después me dirigí al estudio de una antigua profesora, hoy Flagare de Aelfwine, María Gabriela Serrano, quien no tiene rival en el laberíntico mundo del simbolismo oculto. Se mostró entusiasmada ante la lectura de nuestras anotaciones, y recordó oscuramente haber leído en alguna parte la abreviatura NsphrsVmprs. Me pidió que la visitase durante la semana siguiente, para darle tiempo de investigar el asunto en profundidad. Afortunadamente para nosotros, en menos de tres días encontró una pista sobre nuestro enigma.

La respuesta llegó de la mano de otro libro maldito, el De Furtivis Literarum Notis, de Giovanni Battista della Porta.

Allí, entre innumerables datos sobre la codificación de textos, aparece una breve alusión a nuestra abreviatura, indicando que no se trataba de una palabra, sino de dos; y que su significado era Vampiros del Mal.

Cuando me reuní con Aelfwine para discutir sobre esto, se mostró algo reacio a aceptar una explicación tan rudimentaria, pero admitió que, por el momento, estaba dispuesto a aceptar por válida la teoría, siempre que el estudio del texto confirmase la posibilidad de esta hipótesis.

Partiendo de esta premisa, debíamos segmentar la abreviatura en dos palabras: Nsphrs y Vmprs. Evidentemente, la segunda era parte del latín vulgar Vampiris, corrupta derivación de la voz eslava Upir. Ahora bien, si la segunda palabra significaba vampiro, la primera debía significar mal, o del mal; pero lo cierto es que ninguna palabra latina tiene esta fisionomía. Luego de varios días derrochados en teorías infantiles, el azar quiso que encontremos el sentido de la palabra de la manera menos académica posible.

Nos encontrábamos cenando en la casa de una amiga muy querida por nosotros, quien suele soportar con estoicismo nuestras largas disertaciones sobre mitología y esoterismo. Tras la cena, mientras cada uno divagaba por sus propios pensamientos, Agustina (nuestra anfitriona) le preguntó a Aelfwine cuál era el significado de la palabra Nosferatu. Entonces llegó la ansiada solución. Primero debimos tolerar unos buenos cinco minutos de profundas reflexiones y notas furibundas sobre una servilleta de papel. Luego, amenazado con diversos tipos de torturas, Aelfwine nos enunció, satisfecho, su teoría final.


NsphrsVmprs no significaba Vampiros del Mal, sino El Vampiro Maldito, el que porta una maldición, el enfermo. Veamos por qué:

Nsphrs es una abreviación de la palabra griega nosophòros, de la cual procede el nombre Nosferatu, muy común para denominar a los vampiros, pero que de hecho significa: portador del mal, de la enfermedad, de la infección, dueño o señor de la maldición.

El título de nuestro extraño libro de los vampiros era, después de todo, un anagrama. Su resultado final aún me causa escalofríos. Si aún no se han aburrido, pronto sabrán porqué.



La autora del Memento Umbrarum.
Hasta ahora nos hemos detenido sólo en el título del libro, pero, ¿quién fué su autor?. La respuesta, velada por cierta oscuridad intencional, nos la brinda el mismo texto, ya que antes de describir su propia experiencia en la invocación de vampiros, la autora nos habla un poco sobre sí misma.

Ella dice llamarse Parthènos Misos, aunque evidentemente se trata de un seudónimo, o de un nombre iniciático. En griego significa La Virgen del Odio. Especulaciones aparte, nuestra autora dice haber nacido en Bélgica, un 14 de mayo de 1817, en la ciudad de Bruselas. A los siete años sus padres mueren en un accidente (no se aclara de qué tipo) y la pequeña Parthènos es enviada a Buenos Aires, en dónde residían sus abuelos maternos.

A los 12 años sufrió una extraña enfermedad degenerativa, de la que no se dan mayores datos. Lo único que sabemos es que sus capacidades motoras se vieron gravemente disminuidas, y que permaneció la mayoría del tiempo confinada en su cuarto. Aquel mismo año, sus abuelos contrataron a una institutriz para llevar adelante sus estudios. Es esta mujer quien la iniciaría en los extraños misterios que luego describiría con todo detalle.

A los 15 años, Parthènos ya dominaba el latín, el griego, y, en menor medida, el escandinavo. Sus estudios fueron puramente intuitivos, ya que su tutora no seguía un método en su instrucción, pasando de los clásicos griegos a los pasajes más detestables de la mitología nórdica, y más aún, al estudio de los abominables ceremoniales prearios y rituales y cultos celtas y semíticos. En sus notas del capítulo IV, nos relata cómo su maestra la fue induciendo en el estudio de la magia negra. Le reveló los Siete Arcanos de la Nigromancia, el Rito de las Nueve Noches, las lúbricas sesiones del Flamma Tenebrae, de la Summa Nocturna, lecturas ávidas del Palimpsestum Dementialis, el renacer sensual del Aestus Velum; y, finalmente, la anciana le encomendó la lectura de un libro aberrante, cuya traducción culminaría su instrucción.

Parthènos jamás nombra directamente este extraño manuscrito, sólo utiliza epítetos como: El Libro, La Roca, Los 49, etc. Aelfwine, apoyado por Serrano, opina que posiblemente se trate del Nuktos Nekrosis (Mortificación Nocturna); otro fascinante manuscrito griego escrito con sangre por Lucio el Apóstata, en el 323 d.c, y donde también se especifican los rituales que el nigromante debe seguir para la invocación de Vampiros, Íncubos, Súcubos, y demás criaturas nocturnas. Sólo algunos fragmentos del libro fueron traducidos al español dentro del Memento Umbrarum, casi siempre en latín vulgar, con algunos pasajes en un griego curiosamente rudimentario. El estilo es, en general, opresivo, llegando a ser verdaderamente aterrador.


Los secretos del Memento Umbrarum.
En ulteriores entregas daremos cuenta de los rituales e invocaciones de vampiros, pero no podemos concluir esta introducción sin decir algo más sobre el título del manuscrito, el cual nos brindó la clave para la comprensión del resto de la obra. La única manera lógica de leer el título y el subtítulo del libro es aplicando el anagrama a todo el conjunto, de modo que surja una frase lógica del caos aparente. En este caso, el título completo brindado por Parthènos es:


Memento Umbrarum NsphrsVmprs Incs et Succbs Cnvct.
(Memento Umbrarum Nosophoros Vampiris Inccubus et Succubus Convocat)


El problema es que esta frase no tiene ningún sentido, lo cual es un indicio de que no se pretendía que el manuscrito saliera de un círculo de iniciados; ya que para leerlo era necesario conocer las reglas con las que se lo había redactado. Aelfwine sugiere que las abreviaturas Incs y Succbs no significa Íncubos y Súcubos, sino que debíamos ver en ellos las raíces latinas de estas palabras: incubare y succubare; que significan, yacer sobre, y yacer debajo, respectivamente. El resultado final del enigma es el siguiente:


Si los convocas, recuerda las Sombras. Los Señores de la Maldición yacerán sobre tí.



Fragmento del Memento Umbrarum: un anticipo.
Con esto hemos dado una noción general del libro, pero no quiero finalizar este artículo sin darles un anticipo de lo que vendrá. Trascribo a continuación un breve fragmento traducido por Aelfwine, parte del capítulo XVII, llamado Mnèsis Monas: Recuerda la Unidad:


"...y serás marcado por la pena de una tragedia infame. Tus lágrimas fluirán, más tu dolor permanecerá incólumne, erguido ante el olvido que te ha creado, alto como las torres que antaño rasgaban las nubes de Minal Bahazar, profundo como el (ilegible) que atrona en las mares La dicha será siempre un don que contemplarás con desprecio, la alegría te provocará náuseas, y la ternura del mundo no osará tocarte...

"Cuando de tu alma sólo queden jirones de humanidad, cuando no puedas distinguir la noche de la oscuridad que oprime tu pecho, cuando los días se sucedan como pálidos despojos de niebla, y el tiempo que transcurre entre ellos te parezca una sustancia pegajosa, infectada con el hedor putrescente de la vida y la luz; entonces podrás hundirte dulcemente en las tinieblas de tu mente, y allí encontrarás consuelo... (ilegible)

"De aquella desolación surgirá un clamor, un cuerno que no sonará en vano. Tus Hermanos, fundidos con la Noche Eterna, escucharán (ilegible: ¿y llegarán hasta tí?). Si tu corazón está dispuesto a saborear los amargos placeres del pecado, jamás volverás a estar solo.

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