LA
CAÍDA DE ROMA
La
caída del Imperio Romano se produjo por diversos motivos, tanto económicos,
como
sociales
e incluso políticos, aunque la presión de los pueblos germánicos en las
fronteras tuvo
mucho
que ver con ello. Muchos vampiros enemigos de Roma, principalmente de los
clanes Brujah,
Gangrel
y Tzimisce aprovecharon la debilidad del imperio para unirse a los bárbaros incursores.
Los
Nosferatu que habían vivido entre los pueblos germanos no permanecieron ajenos
a esta
situación.
Angiwar, el primer chiquillo de la Matriarca, había presionado periódicamente
las
fronteras
del Imperio Romano, utilizando los ataques de los alamanes para derrotar a sus
enemigos,
entre
ellos Inanna, del clan Malkavian, quien había seguido el rastro de su rival
desde la antigua
Asiria.
Los germanos bajo la influencia de Angiwar atacaron el refugio de Inanna, en la
ciudad de
Vicus
Novis, y la sumieron en letargo.
Pero
un nuevo enemigo apareció en el escenario político. Atila, el rey de los hunos,
se hizo
con
el poder entre su pueblo asesinando a su hermano para gobernar en solitario.
Bajo su mando las
tribus
de los hunos se unificaron y decidieron avanzar hacia Europa, sembrando la
devastación y el
terror
a su paso y llegando hasta la Galia. El emperador romano Valentiniano III
encargó al general
Aecio
la organización de la resistencia.
Siguiendo
la estela de Atila invadieron el Imperio Romano numerosos vampiros, que
seguían
las depredaciones de los hunos como carroñeros, alimentándose de los muertos.
La terrible
Baba
Yaga y su progenie salieron de las estepas rusas e invadieron Occidente,
matando a otros
vampiros
y deseosos de destruir Roma.
Los
descendientes de la Matriarca consideraban a Baba Yaga como uno de los Nictuku
y
decidieron
hacerle frente. Angiwar y otros Nosferatu se enfrentaron a Baba Yaga y su prole
en la
Batalla
de los Campos Catalaúnicos (451), y hubo numerosas bajas entre ambos bandos.
Sin
embargo
la derrota de Atila y los hunos ante una coalición de tropas romanas, francas y
visigodas,
obligó
a la bruja y sus esbirros a retirarse, al menos temporalmente. Al año siguiente
Atila se dirigió
con
sus ejércitos a Italia, arrasando la mayor parte de las ciudades antes de
presentarse ante las
puertas
de Roma. El emperador envió una embajada dirigida por el papa León III, quien
consiguió
que
Atila pusiera fin al asedio y regresara a Europa Central. En el año 453 Atila
falleció,
posiblemente
víctima de una conjura. Baba Yaga y sus servidores volvieron a las estepas
rusas,
aparentemente
tras haber logrado sus objetivos, aunque algunos permanecieron en Europa
Central.
Las
invasiones germanas y la caída del Imperio Romano de Occidente en el año 476
perjudicaron
a muchos Nosferatu que vivían en las principales ciudades romanas, aprovechando
los
sistemas
de alcantarillado, que fueron destruidos o abandonados. Sin embargo, algunos de
los
vampiros
que sobrevivieron intentaron recrear versiones del alcantarillado romano en
otras
ciudades,
con mayor o menor éxito.
LA
GUERRA DE LOS LINAJES
La
leyenda aceptada de la rebelión del Antediluviano Nosferatu y la huída de la
Matriarca se
extendió
entre los Nosferatu de Europa Occidental. Asimismo, los descendientes de Baba
Yaga
afirmaron
que su progenitora estaba libre del vínculo de sangre con su sire. Pronto
también
surgieron
historias de un tercer vampiro que también habría escapado del dominio de
Nosferatu.
En
otros lugares otros Nosferatu afirmaban descender de otros chiquillos de
Nosferatu, que
fueron
acusados de ser Nictuku, como Melachoate en Oriente Medio. Los rumores y
leyendas sobre
los
Nictuku resultaron ser muy útiles para los antiguos, que los utilizaron para
sembrar el temor
entre
sus chiquillos y unificar a sus proles. De vez en cuando algún individuo
solitario y rebelde
desaparecía
misteriosamente…y convenientemente, haciendo surgir nuevos temores y leyendas.
Los
recelos entre linajes surgieron. Algunos vampiros comenzaron a creer de verdad
en los
rumores.
Los descendientes de la Matriarca y Baba Yaga, los más numerosos, así como otras
proles,
pronto
forjaron alianzas para tomar el control del clan y acabar con los descendientes
de los
Nictuku.,
destruyendo a los linajes divergentes. Estas alianzas tuvieron lugar poco a
poco, y los
Nosferatu
comenzaron a recabar información genealógica sobre sus hermanos de sangre. Los
recelos
se convirtieron en rechazo, y el rechazo dio paso a la hostilidad abierta,
aunque la purga del
clan
Nosferatu no comenzaría verdaderamente hasta los siglos XI y XII. Los
descendientes de la
Matriarca
utilizaron la destrucción de las cruzadas para atacar a los Nosferatu de
Oriente Medio que
descendían
de los Nictuku.
ITALIA
Los
Nosferatu de Roma (Fossori) se cuentan entre los primeros vampiros en
convertirse al
cristianismo.
Algunos espiaron a la nueva y creciente secta que se ocultaba en las catacumbas
romanas
y adoptaron el mensaje de redención y perdón de los primeros cristianos. Otros
vampiros
compartían
pacíficamente las catacumbas con los Nosferatu, principalmente del clan
Capadocio.
Los
Fossori fueron los principales artífices de las catacumbas romanas, excavando
en la
piedra
blanda y a gran profundidad, dando lugar a una intrincada red de laberintos que
se mantiene
en
la actualidad. La construcción de las catacumbas comenzó entre el 50 y el 150
a.C. y los
Nosferatu
pronto se hicieron con el corazón de la obra.Se cree que muchos Fossori
descendían del
antiguo
Trajano, que cayó en letargo en el siglo II d.C., pero entre ellos se contaban
algunos otros
linajes.
Los Nosferatu romanos desarrollaron una intrincada red de ghouls espías y
cavadores, que
también
ejercieron labores de reclutamiento entre las clases más desfavorecidas de la
sociedad.
Cuando
el cristianismo se extendió por Europa, sobre todo a partir de la caída de
Roma,
sacerdotes
y misioneros asaltaron las catacumbas y lugares sagrados de Roma en busca de
reliquias
sagradas,
hasta el punto de profanar cementerios y fabricar reliquias falsas. Algunos
oportunistas
Nosferatu
invadieron las catacumbas y saquearon las estancias sagradas, provocando la ira
de los
Capadocios
romanos contra todos los Nosferatu, tanto los autóctonos como los invasores.
Los
invasores Nosferatu llegaron a una alianza con Constancius, el príncipe de
Roma, que
fue
destruido a principios del siglo XIII. Los Fossori y los Capadocios
descubrieron que los
invasores
practicaban macabros rituales. Las hostilidades entre ambos bandos perdurarían
durante
siglos,
pero la caída de los Capadocios en el siglo XV y la llegada de los traicioneros
Giovanni que
se
aliaron con los profanadores de tumbas sin duda provocaron la destrucción de
muchos Fossori.
En
otras ciudades italianas la presencia Nosferatu también fue importante, y de
hecho los
Nosferatu
de Génova advirtieron a sus congéneres de Ultramar de la inminencia de las
cruzadas,
pero
a principios del siglo XII la colonia fue destruida misteriosamente. Se acusó a
los Nictuku del
hecho.
Del mismo modo, algunos Nosferatu de Oriente Medio viajaron a Occidente, entre
ellos el
Matusalén
Hauzal que se asentó en Madrid, uno de los chiquillos de Kothar de Jerusalén en
Roma,
o
el viajero Rasalón de Palestina, que escribió una reveladora crónica sobre la
situación de las
proles
Nosferatu durante la Edad Media.
En
Venecia los Nosferatu construyeron una colonia bajo la floreciente ciudad de
los canales,
aunque
su poder siempre estuvo muy limitado por la presencia de otros clanes mejor
establecidos en
las
estructuras de poder, como los Lasombra o los Giovanni, entonces una rama de
los Capadocios.
Se
dice que los Nosferatu de Venecia y de Pisa llegaron a aliarse con los
Seguidores de Set durante
la
Edad Media. A partir del siglo XIII la líder de los Nosferatu venecianos fue
una mujer llamada
Rabat,
Abrazada por un servidor de Baba Yaga entre las tribus mongolas, que tendría un
papel muy
destacado
durante la Edad Media y recibiría el nombre de Cloacina, la diosa romana de las
cloacas.
FRANCIA
Tras
derrotar a la tribu gala de los parisios, los romanos construyeron un
prometedor
asentamiento
en la orilla izquierda del río Sena, y convirtieron la Ile de la Cité en una
próspera
fortaleza.
Los subterráneos y catacumbas que los romanos construyeron en Lutecia (Paris),
podrían
competir
con los de Roma y Constantinopla, y los Nosferatu no permanecieron impasibles
ante su
construcción.
Bajo la Ile de la Cité se construyeron varios almacenes subterráneos y los
Nosferatu
retocaron
los detalles y dirigieron la labor de los capataces para ampliar los túneles.
Este reino
subterráneo
se convirtió en el bastión del clan durante varios siglos, aunque a principios
del siglo
XII
se enfrentó a una silenciosa invasión por parte de los Lasombra, quienes
aprovecharon la
construcción
de la iglesia de Notre Dame para penetrar en las catacumbas de los Nosferatu.
Durante
la larga noche la líder de los Nosferatu parisinos fue una antigua vampira
conocida
como
Mnemach, de ascendencia celta. Mnemach no descendía de la Matriarca, sino de
otro
progenitor,
muy posiblemente Nuckalavee el Sin Piel, y mostraba un aspecto putrefacto y
traslúcido,
que había transmitido a sus descendientes. Mnemach dirigía a los Nosferatu
mientras
aguardaba
que su sire emergiera de su letargo, y utilizaba la leyenda de los Nictuku para
mantener
la
unidad entre sus seguidores. Los Nosferatu parisinos vivían ocultos del resto
de los vampiros,
utilizando
el espionaje y el chantaje para sobrevivir frente a las intrigas de los Altos
Clanes, creando
una
red de informadores mortales e inmortales y aliándose con otros vampiros
despreciados de otros
clanes,
formando una secta idealista conocida como los Prometeos.
Los
Nosferatu de la ciudad de Marsella se introdujeron en los gremios de
arquitectos y
masones,
mediante la creación de una sociedad secreta en el interior de la organización
gremial,
compitiendo
en influencia con los Toreador de la ciudad. Sin embargo, los masones tenían
sus
propios
planes, y el dominio vampírico sobre ellos nunca fue seguro.
En
Aquitania, una Nosferatu conocida como Michelle de la Hermosa Cicatriz fue
responsable
de la influencia ejercida por el culto de San Foy. Inspiró al clero aquitano
para que
emprendiera
un movimiento pacifista a favor de los campesinos, peregrinos y mercaderes.
Algunos
Nosferatu
incluso llegaron a llamarla Santa Michelle.
Asimismo,
aunque el aspecto e inclinaciones de los Nosferatu no les permitían participar
de
la
etiqueta y costumbres de las cortes aquitanas y provenzales, algunos vampiros
del clan utilizaron
a
los juglares y trovadores itinerantes como medio de obtener información y
transmitir mensajes,
aunque
su influencia siempre estuvo limitada ante los Toreador.
LAS
ISLAS BRITÁNICAS
Según
la leyenda, tras haber sido Abrazada por Nosferatu la Matriarca huyó a las
tierras
salvajes
de Europa hasta que el océano le bloqueó el camino. No obstante, parece que sus
descendientes
no se detuvieron ante este obstáculo, pues la presencia de los Nosferatu está
atestiguada
desde tiempos míticos entre los antiguos pueblos celtas.
Es
posible que los Nosferatu acompañaran a la mítica tribu de los milesios en la
colonización
de Irlanda, como atestigua la presencia en el Ulster de un antiguo con el
sobrenombre
de
Milesius, pero no se debe descartar que ya las tribus de la Edad del Bronce
contaran con
presencia
vampírica entre sus filas, quienes habrían parasitado a los habitantes
autóctonos de las
islas
británicas y a sus invasores. Desde tiempo inmemorial y por motivos que nadie
recuerda,
Milesius
y los vampiros del norte de Irlanda comenzaron un conflicto contra los vampiros
del sur de
la
isla que se ha prolongado hasta nuestros días, implicando a las sucesivas
oleadas colonizadoras.
Más
inquietante resulta la leyenda de Nuckalavee el Sin Piel, un demonio del
antiguo
folklore
gaélico, a quien los Nosferatu consideran como uno de los Nictuku. Según la
descripción
de
los mitos se trata de un horrible engendro humanoide de piel traslúcida y amarillenta
con gruesas
venas
negras que surcan su cuerpo. Por similitud física es muy posible que varios
Nosferatu de
ascendencia
céltica sean descendientes suyos, entre ellos la Dama Mnemach de París. Siempre
siguiendo
los mitos, se cree que Nuckalavee el Sin Piel sentía una especial afición por
los cerebros
de
sus víctimas.
La
presencia de los Nosferatu entre los antiguos pueblos británicos está asociada
a leyendas
de
terribles y depravados monstruos, que tomaban la identidad de los avatares de
los dioses para
tomar
sacrificios entre las poblaciones humanas. Estas prácticas parece que entraron
en decadencia
con
la conquista romana, y con la llegada de otros Nosferatu del continente parece
que las
depredaciones
de los antiguos demonios celtas disminuyeron en gran medida, aunque parece que
algunos
todavía reposan en letargo, levantándose ocasionalmente para sembrar nuevamente
el
terror.
De
los confusos años de las invasiones germánicas poco se sabe sobre los mortales
de las
islas
británicas, y lo mismo puede aplicarse a los Vástagos. Por lo que se refiere a
los Nosferatu, se
sabe
con seguridad que durante la invasión normanda del siglo XI varios miembros del
clan
prestaron
sus servicios al Matusalén Mithras, del clan Ventrue, que a cambio les concedió
su
protección
y numerosos privilegios. Los Nosferatu de la zona se introdujeron pronto en las
maquinaciones
políticas de la zona, y Londres se convirtió en su centro neurálgico, desde que
extendieron
una red de espías por toda Gran Bretaña y más allá.
Aunque
la cabeza visible de la red británica de espías Nosferatu era un antiguo
llamado
Richard
de Worde, existen testimonios que hablan de un poder central que dirigía las
operaciones
desde
Londres. Se dice que el antiguo Blake, el Nosferatu londinense más antiguo
conocido era la
verdadera
“eminencia gris” desde las sombras, aunque parece que este antiguo estuvo
inactivo
durante
gran parte de la Edad Media. También es necesario tener en cuenta que durante
el siglo XII
el
Matusalén Trajano despertó de su letargo en las catacumbas de Roma y trasladó
su base de
operaciones
a Londres, creando los fundamentos de la organización conocida como la “Red” o
la”Telaraña”,
que con el tiempo se extendería al continente. Fuera quien fuese el líder de
esta
organización,
los rumores sobre un “Bajopríncipe” que gobernaba los subterráneos de Londres
con
la
aprobación de Mithras fueron continuos a lo largo de los siglos.
En
Escocia, durante el período medieval, los Nosferatu ayudaron a los últimos
miembros del
clan
Salubri, sepultándolos en sus guaridas, y enfrentándose a los vampiros Tremere
que los
perseguían.
Sin embargo, sus esfuerzos solo ralentizaron la destrucción de los Salubri.
LA
PENÍNSULA IBÉRICA
Salvo
el tenue rumor de que un antiguo Nosferatu acompañó desde Galicia a los
invasores
milesios
en su invasión de Irlanda, no existen rumores confirmados de la presencia del
clan hasta la
invasión
musulmana, cuando la península ibérica se convirtió en la encrucijada de
encuentro y
lucha
de numerosos clanes.
Varios
Nosferatu acompañaron a los invasores islámicos, y en general el clan prosperó
sobre
todo
en la esfera de influencia musulmana, donde se encontraban las ciudades más
populosas y
donde
los invasores desarrollaron el alcantarillado.
Sin
embargo, esta situación cambió bruscamente por motivos desconocidos a
principios del
siglo
IX. Un Matusalén desconocido, uno de los chiquillos de Nosferatu, posiblemente
la Matriarca
o
el chiquillo desconocido de la tríada enfrentada a su sire, se instaló
brevemente en la península
ibérica,
Abrazando al antiguo Tariq al-Hajji. Este mismo Matusalén reapareció brevemente
en el
Imperio
Bizantino, Abrazando al prelado ortodoxo Alexius. Cuáles eran sus intenciones
se
desconocen,
pero teniendo en cuenta que tanto Tariq como Alexius Abrazaron a numerosos
chiquillos
que tendrían un papel muy relevante dentro del mundo islámico, esta situación
parece
indicar
que este Matusalén deseaba extender su dominio por tierras musulmanas.
A
principios del siglo XII se asentó en Madrid un antiguo Matusalén Nosferatu
llamado
Hazual,
que creó progenie en la ciudad. Por lo que se sabe Hazual procedía de la costa
palestina y
se
había unido al Inconnu. Es muy posible que hoy en día sea el monitor de Madrid,
y continúe
ejerciendo
su silenciosa supervisión sobre los vampiros locales.
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