jueves, 8 de marzo de 2012

LA EDAD MEDIA


El largo período medieval que abarca desde la caída de Roma en el siglo V hasta las
invasiones mongolas del siglo XIII está lleno de abundantes lagunas y períodos oscuros. La
civilización europea se trasladó hacia Oriente, hacia el Imperio Bizantino, mientras que los reinos
creados por los invasores germanos (vándalos, francos, visigodos, etc.) surgieron a partir de los
territorios del antiguo Imperio Romano de Occidente. Las invasiones no desaparecieron durante los
siglos siguientes, y Europa siguió siendo hostigada por los ataques de lombardos y ávaros, y
posteriormente árabes y vikingos.
En medio de este panorama de pequeños y fragmentados reinos y continuos conflictos, los
Gangrel rehusaron establecerse en dominios permanentes. Aunque muchos vampiros del clan
caminaron entre los invasores, cuando éstos se asentaban preferían abandonarlos y continuar con
sus viajes nómadas. Después de que el hérulo Odoacro creara su efímero reino sobre las ruinas de
Roma, muchos Gangrel que habían seguido a la Matusalén Matasuntha decidieron unirse a las
expediciones de los hunos en los Balcanes. Cuando Clodoveo se convirtió en rey de los francos, los
Gangrel que habían seguido a su pueblo emigraron hacia el norte para unirse a los pueblos que allí
habitaban: jutos, lapones y fineses.
De este modo transcurrió buena parte de la Alta Edad Media. Los ávaros subyugaron a los
hunos y a los eslavos de los Balcanes, guerreando contra el Imperio Bizantino. Cuando se asentaron
en Europa Central los Gangrel retomaron sus vagabundeos. Aunque era infrecuente, muy pocos
Gangrel formaban dominios permanentes, aunque algunos se asentaron como grandes terratenientes
rurales, viajando a lo largo de sus dominios y defendiéndolos con ferocidad.

LAS ISLAS BRITÁNICAS
En la lejana Albión los Gangrel no tuvieron una presencia demasiado numerosa. Durante la
época antigua varios miembros del clan habían seguido a los invasores celtas del continente,
buscando destruir la presencia de los Lhiannan en las islas, lo que provocó numerosas batallas y
bajas entre ambos bandos. No es de extrañar que los Gangrel no pudieran presentar un frente unido
durante la invasión romana de Britania, ocupados como estaban luchando contra sus enemigos,
aunque algunos combatieron junto a los rebeldes britanos del siglo I, como el arvirago Caradoc o la
reina Boadicea.
Tras la invasión romana muchos Gangrel emigraron lejos de la influencia de la civilización,
y por ello muchos de ellos se asentaron entre los pictos del norte, en la tierra que se convertiría en
Escocia, y muchos escoceses recibieron el Abrazo en las Tierras Altas. Allí los Gangrel
prosiguieron con su guerra contra los Lhiannan, y finalmente consiguieron imponerse sobre los
antiguos vampiros, aunque se dice que al coste de terribles maldiciones. Un linaje nobiliar escocés,
los Dunlop, fue fuertemente influido por los Gangrel desde el siglo X, aunque la sangre vampírica
portaba una debilidad desconocida que provocaba un lento envejecimiento a pesar de la
inmortalidad asociada al Abrazo. Los Dunlop eran crueles e implacables y guerrearon contra los
Lupinos por el control de las tierras de Escocia, y contra los invasores ingleses, aunque finalmente
fueron forzados a prestar vasallaje al Matusalén Mithras, del clan Ventrue, quien ambicionaba
someter bajo su dominio todos los feudos vampíricos de Albión.
Existen leyendas sobre una enigmática figura conocida simplemente como el Escocés, un
misterioso guerrero Lhiannan de las Tierras Altas, él último miembro de su linaje en Escocia, que
soportó durante mucho tiempo los ataques de Lupinos y Gangrel, hasta que finalmente se unió a la
desaparición del resto de su línea de sangre.
Irlanda, la isla Esmeralda, era un lugar de difícil supervivencia para los Gangrel. La
presencia de los Lupinos y hadas era demasiado fuerte, y no obstante, algunos miembros del clan
lograron sobrevivir allí, aunque la mayoría no durante mucho tiempo. Estos Gangrel eran
excepcionalmente antiguos y también lucharon contra los Lhiannan irlandeses, entre los que se
encontraba la poderosa figura de la Matusalén Magda, la Bruja de Connacht, que gracias a sus
increíbles poderes consiguió acabar con todos los que intentaron matarla. La mayoría de los
Lhiannan, no obstante, ante la continua presión de sus enemigos, optaron por ocultar su linaje,
siendo a menudo confundidos con los Gangrel.
Inglaterra y Gales ofrecieron mayor seguridad al clan, a pesar del creciente avance de la
civilización. Algunos de los Gangrel ingleses eran anteriores a la invasión romana y acompañaron a
las tropas de César para cazar a los Lhiannan en sus santuarios druídicos. Otros llegaron
posteriormente, con las sucesivas oleadas de invasores anglos, sajones, jutos y normandos, y
entraron en conflicto o se aliaron con los poderes locales, como el antiguo Aethelwulf, que se
convirtió en el ejecutor y brazo fuerte de Mithras, el príncipe de Londres.
Por lo que se refiere a los Gangrel galeses, entre ellos se encontraban los vampiros más
antiguos del clan en Albión, y eran temidos por su sed de sangre de vampiro. Entre estos antiguos se
encontraban Vástagos como Bodhmall o Rhun de Tintagel, que recordaban la época del gobierno
del mítico rey Arturo, a quien los Gangrel recuerdan como un valeroso caudillo britano que se
enfrentó a los sajones y a los rebeldes liderados por su hijo bastardo Mordred. Su pírrica victoria en
Calman aplastó la rebelión pero debilitó los últimos restos de la resistencia britana. Posteriormente
la figura de Arturo sería magnificada por la historias románticas y caballerescas del escritor
Chrétien de Troyes.

LA PENÍNSULA IBÉRICA
En la península ibérica los Gangrel no llegaron en grandes contingentes hasta la invasión
visigoda del siglo V, y en los años siguientes el clan se extendió sobre todo por la provincia
Tarraconense y hacia el sur siguiendo la costa mediterránea, antes de desplazarse hacia el interior y
el norte. No obstante ya se encontraban en la zona algunos Gangrel prerromanos, como el antiguo
Rufus, Abrazado entre las tribus vasconas y que recorría con frecuencia la cordillera Pirenaica,
antes de convertir en su dominio el pequeño principado de Andorra.
Durante dos siglos los Gangrel merodearon por el reino visigodo, que unificó la península
ibérica por primera vez desde el dominio romano, hasta que la invasión musulmana desde el Norte
de África en el año 711, trajo con ellos a nuevos miembros del clan. Los Gangrel que seguían a los
musulmanes desarrollaron sus propias tradiciones en Al-Ándalus; frente a la gran mayoría de los
Wa´Sheen, los Gangrel islámicos, caracterizados por su estilo de vida nómada entre los pueblos
africanos y de Oriente Medio, los Gangrel de Al-Ándalus adoptaron los valores islámicos de la
Yihad, considerándose sabios guerreros del Islam, e identificándose más con los valores de su
religión que con las tradiciones de los Gangrel. Pronto desarrollaron su propia facción dentro del
clan y fueron conocidos como los Gangrel de las Taifas, o simplemente los Gangrel Taifas, en
referencia a los pequeños reinos en que se dividió el califato de Al-Ándalus tras las crisis del siglo
XI. La mayoría de estos Gangrel eran guerreros devotos, que viajaban por los reinos hispánicos
persiguiendo a vampiros cristianos de todo tipo, aliándose en ocasiones con otros vampiros
musulmanes. Entre sus preceptos también se encontraba la renuncia a beber la sangre de los fieles
del Islam. Curiosamente, algunos eruditos responsabilizan directamente a estos Gangrel y a otros
vampiros islámicos de la propagación de extrañas epidemias que afectaron a los cruzados cristianos.
Los Gangrel Taifas sustituyeron la tradicional Asamblea de los Gangrel por un cónclave
semestral, y a menudo fueron despreciados y tachados de necios por sus compañeros de clan, por
haberse dejado atrapar por las trampas de la civilización. Entre los Gangrel Taifas se encuentra la
figura del Matusalén Shabaqo el Nubio, que se convirtió tardíamente a la fe musulmana y el viajero
Al-Gamiz, que exploró la península ibérica poco antes de la llegada de los invasores islámicos.
Muchos Gangrel Taifas fueron destruidos con el avance de la Reconquista, luchando hasta el
final por su fe, mientras que otros optaron por refugiarse en territorio islámico con la caída del reino
nazarí de Granada en 1492.

FRANCIA
Carlos, el hijo mayor del rey Pipino el Franco, se convirtió en rey de los francos en 771.
Durante su largo reinado extendió enormemente las fronteras de su reino, siendo coronado
emperador por el Papa en la Navidad del año 800, el primer emperador de Occidente desde la caída
de Roma. Los Gangrel que habitaban entre los pueblos germanos y eslavos de Europa Central
lucharon a menudo contra los ejércitos francos, y a la muerte del emperador, varios de estos
antiguos se unieron a los saqueadores vikingos para destruir el poder del Imperio Carolingio. Sin
embargo, sus esfuerzos fracasaron a largo plazo, a medida que los invasores normandos negociaban
con los reyes franceses y obtenían tierras en calidad de vasallos, convirtiéndose al cristianismo y
finalizando sus incursiones.
Distintos linajes de Gangrel se encontraban asentados en Francia, al norte procedentes de los
invasores germanos y escandinavos, y al sur descendientes de francos y visigodos. A medida que
los asentamientos urbanos se extendían, pocos Gangrel permanecían durante mucho tiempo en
territorio francés. Algunos Gangrel, no obstante, consiguieron adaptarse a la vida en las ciudades,
siendo los primeros testimonios fiables de la aparición de los Gangrel Urbanos. Estos “Gangrel
griegos” procedían del Imperio Bizantino, donde eran especialmente numerosos.

GERMANIA Y EL IMPERIO GERMÁNICO
La situación fragmentaria del Sacro Romano Imperio Germánico, dividido entre multitud de
pequeños feudos, ducados y reinos a menudo enfrentados entre sí, se adaptaba perfectamente a los
Gangrel, y durante la Edad Media se convirtió en el centro de reunión del clan en Europa. En
Germania se decidió en la Gran Asamblea la marcha sobre Roma.
Y no obstante, a pesar del poder del clan, el territorio germano también era especialmente
peligroso para los vampiros, debido a la fuerte presencia de los Lupinos, principalmente de la tribu
conocida como los Fenrir, observando y acechando desde sus refugios en los bosques y
especialmente en la Selva Negra. En compensación, muchos de los antiguos Gangrel germanos eran
excepcionalmente viejos, algunos de ellos recordando la época de la Traición. Las leyendas de los
héroes escandinavos como la historia de la lucha entre Beowulf y el monstruoso Grendel o la saga
de Grettir y los vagr, deben en gran parte su aparición a la presencia de los Gangrel.
De Germania surgió también la figura del Altísimo, un Matusalén Gangrel que influiría en
los mitos y la religión germana hasta convertir la figura del dios de los muertos Wodan (Odín), cuya
identidad asumió personalmente, en el líder del Panteón nórdico. Sin embargo, tras las invasiones
germánicas el Altísimo viajaría hasta el lejano norte, desde donde fomentaría la siguiente oleada de
invasores a través de los vikingos.
Durante el siglo XIII, el antiguo Arnulf de los Balcanes estuvo presente en la decadente
Borgoña, uno de los ducados del Sacro Romano Imperio, cazando a los hombres lobo de la zona,
buscando expulsar la presencia de los Lupinos de los Alpes, con la esperanza de enfurecerlos lo
suficiente para que atacasen a sus enemigos vampíricos y destruyesen los asentamientos humanos
de la región. Su chiquillo Wulfrick, por otra parte, lo ayudó con la esperanza de convertir Borgoña
en un dominio de los Gangrel, apartado de la política de los demás clanes. Arnulf, no obstante, tenía
poca paciencia para los juegos de poder, y a menudo se enfrentó con varios de sus chiquillos que no
comprendían sus deseos de destruir la civilización.
ITALIA
El gran número de ciudades en la península italiana no era del agrado del clan Gangrel,
aunque algunos antiguos se asentaron en los montes Apeninos. Sin embargo, en conjunto, la
presencia del clan entre las ruinas del antiguo Imperio Romano era mínima, dejando lugar a la
influencia de otros clanes.

EUROPA ORIENTAL
Los Balcanes se convirtieron en tierra de paso para numerosas invasiones procedentes de
Oriente, y también fueron la principal ruta de migración de los Gangrel. Numerosos pueblos fueron
influidos en mayor o menor medida por los vampiros del clan durante sus migraciones: magiares,
hunos, serbios, eslavos… y las manadas Gangrel los acompañaron en sus incursiones por toda
Europa.
En Europa Oriental se mantuvo la antigua organización de manadas durante más tiempo que
en ningún otro lugar. Estas manadas estaban formadas por cuatro o cinco vampiros Gangrel unidos
por la supervivencia común, y la vigencia de esta organización se remonta directamente a los
primeros tiempos anteriores a la Traición. Otra antigua tradición de los Balcanes era la práctica
Gangrel de enterrar a sus chiquillos recién Abrazados en encrucijadas, con la intención de que se
desenterraran y buscasen sus primeras presas por sí mismos.
En Europa Oriental los Gangrel guerrearon con numerosos enemigos. Los hombres lobo
conocidos como los Señores de la Sombra eran los más antiguos rivales de los vampiros por el
control de la zona, pero otros clanes más civilizados como los Tzimisce o los Ventrue también se
convirtieron en objetivos de las incursiones de los Gangrel. Sin embargo serían los Tremere, en sus
orígenes una Casa de hechiceros mortales, quienes se convertirían en los principales enemigos del
clan en los años siguientes. Como magos mortales consiguieron sobrevivir a las depredaciones de
los Tzimisce y como vampiros diabolizaron a Saulot y diezmaron el clan Salubri.
Lo que realmente ofendió a los Gangrel fue la captura y experimentación de vampiros que
llevó a la creación de las Gárgolas. Los Tremere capturaron a vampiros de los linajes Gangrel,
Nosferatu y Tzimisce y mediante sus horrendas magias los convirtieron en horrores sin mente,
utilizados como carne de cañón para defenderse de los ataques de otros Vástagos, principalmente
los Tzimisce. Cuando los Gangrel descubrieron el origen de la línea de las Gárgolas, acudieron ante
los señores Tzimisce y se ofrecieron para ayudarles en la guerra contra los vampiros hechiceros. La
batalla entre los Tremere y los vampiros de Europa Oriental duró siglos, con esporádicos estallidos
de violencia por ambas partes. Varias Gárgolas fueron destruidas por los Gangrel, mientras que
otras fueron rescatadas y liberadas del control de sus amos.
Entre los Gangrel de los Balcanes destaca la figura del guerrero Arnulf. Aunque existen
leyendas de su presencia entre los escitas combatiendo a Alejandro Magno, las fuentes más fiables
indican que recibió el Abrazo entre los visigodos en el siglo V. Acompañó a los hunos en el saqueo
del Imperio Romano, ayudó a los mongoles a invadir Polonia y Hungría, y ayudó a los turcos a
saquear Constantinopla. Arnulf se convirtió en un auténtico y feroz guerrero seguidor del Camino
de la Bestia y enemigo de la civilización, deseando el retorno de los antiguos modos de vida
nómadas, con las manadas Gangrel viajando por las tierras salvajes en tiempos más primarios y
antiguos. Muchos destacados Gangrel de Europa Central y Oriental descendieron del linaje de
Arnulf, entre ellos Iolanta de Polonia, Mitru y Morrow de Transilvania o Wulfrick de Borgoña.
Arnulf viajó a menudo con los líderes de los pueblos bárbaros, matando a aquellos que
traicionaban sus tradiciones y se acomodaban con los encantos de la civilización. Finalmente, la
destrucción de Arnulf llegaría debido a su empeño por involucrarse directamente en las invasiones
mortales eligiendo bando. Tras la caída de Constantinopla a manos de los turcos otomanos en 1453,
Arnulf viajó por Europa Oriental acompañando a los invasores, y encontró su fin en 1514 debido a
la traición de su chiquillo Mitru y a una emboscada del voivoda Vlad Tepes, del clan Tzimisce.
En la lejana Rusia, los Gangrel se aliaron con los Nosferatu, servidores de la hechicera Baba
Yaga, y a menudo se enfrentaron con los señores Tzimisce y hombres lobo que reclamaban el
territorio para sí. Con la desaparición de Baba Yaga en el siglo X y a medida que los rusos
aceptaban el cristianismo ortodoxo y la civilización, los Gangrel se retiraron a los rincones más
aislados del país. Entre los Gangrel de Rusia destaca la figura de Viktor, teniente y general de los
ejércitos de Baba Yaga, un feroz cazador de hombres lobo con un fuerte sentido del honor. Algunos
rumores sugieren que en algunos casos los Gangrel rusos llegaron a aliarse con los Tremere para
derrocar a los señores Tzimisce.

ESCANDINAVIA: ODÍN Y LOS EINHERJAR
Hacia el año 1000 a.C. los antiguos germanos vivían en pequeños grupos familiares,
subsistiendo en condiciones muy duras y la presión demográfica los obligó a emigrar a otras tierras,
extendiéndose por las tierras de Germania, el Báltico y Escandinavia. En varias ocasiones
invadieron las fronteras del Imperio Romano y fueron las migraciones (o invasiones) germanas las
que precipitaron su final.
En las tierras de Escandinavia, ningún otro poder poseía tanta influencia como la figura del
Matusalén Gangrel conocido como el Altísimo. Ya era viejo cuando las tribus germanas invadieron
Occidente o cuando los antepasados de los escandinavos emigraron hacia el norte. Entonces era
conocido con un nombre distinto y actuaba como hombre sagrado para las tribus germánicas. Fue
en gran parte debido a su influencia que el culto del antiguo Wodanaz (Odín), el dios de los
muertos, se alzó en supremacía entre la aristocracia frente a los dioses de la fertilidad y las
cosechas. El antiguo Wodanaz no era el rey de los dioses, pero gracias al Altísimo y bajo el nombre
de Odín llegaría a serlo en la Escandinavia vikinga, honrando a los guerreros caídos en combate.
Los Vástagos nórdicos, mayoritariamente del clan Gangrel, tenían leyendas sobre la
creación del mundo y los vampiros muy diferentes de los occidentales, transmitidas a través de la
tradición oral y con un fuerte influjo de los mitos escandinavos. La tradición nórdica, muy distinta
de los relatos bíblicos, incluye infinidad de dioses y diosas, así como de gigantes y monstruos.
Como los vampiros de Escandinavia o Einherjar no seguían los ritos cristianos, carecían de
referencias a Lilith, Caín o el jardín del Edén. En su lugar su herencia de sangre provenía de Odín y
los dioses nórdicos, tal y como cuenta Hasteinn Comehígados:
“Escuchad bien, hijos míos, pues estas son las palabras transmitidas a cada uno de los
einherjar. Desde Canarl a sus huskarls y así a todos los einherjar ha llegado esta historia.
Al principio, en la oscuridad del Vacío, Odin y los Aesir nacieron de los gigantes (o etones)
y los viejos dioses. Matando a Ymir y haciendo de Asgard su hogar, los Aesir gobernaron sobre
Valhala, el hogar de los valientes, en la tierra más allá del reino mortal. Muchas y variadas eran
las criaturas que vivían fuera de Midgard: los alfar, los dverges, los trolls y los jotuns; de vez en
cuando estos seres trataban o se enfrentaban con los dioses, y en algunas ocasiones iban a
Midgard, el mundo mortal, para involucrarse en las obras de los hombres.
Odín el Tuerto, nigromante y señor de la muerte, vino a Midgard con sus Valkirias para
buscar guerreros valientes. Entre los muertos buscó y escogió, tomando a los más hábiles y
poderosos para que residieran en el Valhala, donde disfrutarían y pelearían hasta que el Ragnarök
viniera a reclamar a los dioses e hiciera temblar el mundo. Con su lanza y las runas Odín caminó
por los campos de los muertos, buscando a los guerreros que detendrían a los jotuns y forjarían un
nuevo mundo tras el final de Midgard.
En los campos de una terrible batalla Odín encontró a un guerrero de gran fuerza y
tenacidad. Expulsado de su familia a causa de su furia, este berserker reunió en torno a él a una
leal banda de huskarls que compartieron sus riquezas y lucharon junto a él en todo momento. Pero
heridos en la guerra, abatidos por la malvada brujería y golpes mortales, sus cuerpos muertos
quedaron esparcidos en el campo de batalla, donde la sangre tiñó de un color rojo hierro la tierra.
Sólo el solitario berseker todavía vivía, y su cuerpo proscrito se negaba a escuchar la llamada del
cuerno de Heimdall.
Por su vitalidad y habilidad, Odín en persona marcó al guerrero, descendiendo sobre el
hombre, como un ladrón que busca despojos en el campo de batalla, y le susurró a su espíritu
agonizante, preguntando su nombre para poder llevar al guerrero al Valhala.
 “Canarl, me llamo”, dijo entre jadeos el proscrito, “pero me conocen como el Bastardo,
pues mi familia me desheredó. He combatido en muchos campos de batalla desde entonces, pero
debido a la marca rúnica sobre mi frente estoy condenado a no morir.”
Odín observó la cabeza del hombre y vio allí la marca y supo que sus palabras eran ciertas.
Entonces, con la visión de su único ojo Odín leyó los hilos de su destino y cambió la suerte de
Canarl.
“Mientras tu valor se enfrente a la muerte, harás frente a los estragos del tiempo. Tu
habilidad es portentosa, pero por mi mano lo será más. Tu sangre se derramó sobre los campos
tiñéndolos de rojo; te daré mi sangre, y a través de ella conocerás mi poder. ¡Que cobren fuerza
los tendones de tus piernas! ¡Que cobre fuerza tu mano para agarrar la lanza! ¡Por la marca
rúnica nunca serás afectado por el paso del tiempo! ¡Por las artes de la guerra tú gobernarás!”
A medida que Odín pronunciaba estas palabras acercó su lanza a la cara de Canarl, y por
la punta de Gungnir discurrió la brillante sangre roja del dios. Tres gotas cayeron sobre los labios
de Canarl, y fue golpeado con el arma de batalla; su cuerpo se retorció y sus pulmones se
ahogaron, y murió aún en vida.
Con los poderosos pronunciamientos del destino y el poder de la sangre Odín dio a Canarl
la eternidad, pero el destino demandaba una compensación. El ojo de Odín se asomó de nuevo a
los caminos del futuro y entonó las demandas a las Nornas: “Con este pacto secreto que has
realizado deberás esconderte y no ser descubierto, deberás huir de la luz del sol y del fuego.
Ninguna carne contendrá el poder de mantenerte con vida, ninguna carne podrá envenenarte; sólo
la sangre de los hombres dará calor a tu pecho. Con la sangre que da la vida a los fuertes se verá
tu poder multiplicado. Has derramado sangre y más sangre habrás de derramar, y sólo
acercándote a mi sangre tú y tu linaje conoceréis la grandeza.”
Al final Odín habló por última vez, en esta ocasión pausadamente, y de forma deliberada,
diciendo, “Pero si eludes los caminos de la guerra, si aceptas el mando de los Vanir, entonces
estarás al lado de ellos en las Noches Finales; abandona la lanza y la espada y no conocerás la paz
para tus hermanos aunque encuentres la paz del Vanaheim. Con las palabras de los Vanir
sobrevivirás de forma tranquila mientras los guerreros alcanzan la gloria y la muerte en el
Ragnarök.
Odín se alejó de Canarl, recogiendo su lanza y llamando a sus cuervos. Canarl se levantó
del suelo, y a su izquierda derramó la sangre de sus heridas sobre la boca de Ivar, su thegn, el cual
se levantó; y a su derecha derramó la sangre de sus heridas sobre la boca de Odindisa, su mujer, la
cual se levantó; delante de él derramó la sangre de sus heridas sobre la boca de Eyjolf, su skald, el
cual se levantó. Y se encomendaron a los sacramentos de la muerte, y construyeron allí una ciudad
en honor a Odín…”
Esta leyenda nórdica sobre la creación de los vampiros muestra como el Altísimo introdujo
la influencia del culto de Odín y su propia influencia en los relatos del origen de los Vástagos.
Existe cierta similitud entre los nombres de Caín y Canarl, y del mismo modo que Caín creó a los
tres vampiros de la Segunda Generación, Canarl crea a tres Vástagos que desempeñan papeles muy
semejantes a los atribuidos a la Segunda Generación.
Es muy probable que el Altísimo llegara a conocer de un modo u otro las leyendas bíblicas
sobre Caín, y de algún modo las manipuló en su beneficio, otorgándose el papel de creador de toda
la raza vampírica, del mismo modo que había influido a los cultos germánicos para otorgar una
posición dominante a Odín por encima de los demás dioses germánicos y escandinavos.
Los gigantes, etones o jotunn, que aparecen en multitud de leyendas y mitos germánicos
como adversarios de los dioses, aparecen en ciertos relatos como los Gigantes del Este, y serán ellos
los desencadenantes de las Noches Finales y del fin del mundo. Muchos Gangrel consideran que se
refiere a los vampiros orientales, con quienes el clan guerreó en Oriente en el principio de los
tiempos.
A partir de estos mitos, los vampiros nórdicos, sin importar su clan, se consideraban
descendientes de Odín, y algunos de ellos incluso llegaron a adoptar el papel de divinidades,
utilizando sus poderes para adquirir influencia y poder, exigiendo tributos y sacrificios de sangre. El
propio Altísimo viajó al norte mientras el Imperio Romano de Occidente se desmoronaba, siendo
considerado una reencarnación de Odín por los nórdicos y quizás en su propia mente. Se instaló en
Uppsala, en Suecia, tras encarnizadas batallas con los hombres lobo que habitaban la zona, desde
mediados del siglo VII hasta el siglo XII, y en aquel lugar levantó su santuario, dirigiendo su culto
con una prole de Valkirias y Huscarls convertidos en ghouls y vampiros. Extendió una serie de
prácticas religiosas entre los einherjar vampíricos y mortales que incluían la realización de
sacrificios y rituales en momentos señalados del año y de la vida cotidiana. Viajó por toda
Escandinavia durante la edad vikinga, Abrazando a los héroes que atraían su atención. De hecho,
aún actualmente la mayoría de los Gangrel de Escandinavia extienden su linaje hasta el Altísimo.
Bajo su dominio el Templo de Uppsala comenzó a asemejarse al Valhala, y sus servidoras y
progenie, las Valkirias, viajaron por toda Escandinavia buscando la sangre de los héroes. Algunos
eran Abrazados, pero la gran mayoría eran convertidos en ghouls para servir al Matusalén. Estos
héroes eran agasajados en el templo, participando en festines y bebiendo del Cuerno de Sangre, un
artefacto místico, que convertía el hidromiel y la cerveza en la sangre del vampiro que derramase
una gota en él. De esta forma el Altísimo y sus servidores del Valhala se mantenían sin la necesidad
de grandes rebaños. Numerosos vampiros y no sólo Gangrel acudían ante él para escuchar su
consejo.
No se sabe si el Altísimo participó o no en las invasiones germánicas que precipitaron el
final del Imperio Romano, pues parece que fue la Matusalén Matasunthta quien dirigió la Gran
Turba de manadas Gangrel que se precipitó sobre Occidente. Es posible, no obstante, que estuviera
presente entre los germanos que atacaron las fronteras del Imperio Romano ya en el siglo I. Con
mayor seguridad fue el Altísimo quien fomentó o por lo menos consintió, la nueva oleada de
invasores nórdicos que a partir del siglo VIII cayeron sobre Europa. El asalto al monasterio de
Lindisfarne en el año 793 se acostumbra a tomar como el punto de arranque de las incursiones
normandas. No obstante, las grandes invasiones no se producirían en gran escala hasta el año 834,
en medio de la decadencia del Imperio Carolingio. De todos los invasores que asaltaron Europa
durante la Alta Edad Media fueron los vikingos, normandos, machus o russ dejaron una profunda
impresión entre los reinos occidentales y adquirieron una imagen apocalíptica y demonizada.
Sin embargo, en torno al 800, los normandos no eran desconocidos para la Cristiandad
occidental. Ya desde el 700 (misión de san Wilibrordo) se había hecho un intento de evangelizar
Dinamarca. Un siglo más tarde, el rey Godofredo construía un muro (el danevirke) para protegerse
de los francos conquistadores de Sajonia. Mercaderes frisones, súbditos de los carolingios, tenían
establecimientos en torno al lago Mälar...
Las causas de la gran expansión normanda pudieron ser varias. Se ha hablado de cambios
climáticos en las dos penínsulas nórdicas; de superpoblación; de odio a los cristianos, de acuerdo
con la visión muy ideologizada de los monjes-cronistas; de la existencia de unas aristocracias
militares en Jutlandia y Escandinavia que, con escasas perspectivas en estos países, hubieron de
labrarse su fortuna en el exterior. Lo que sí parece claro, de acuerdo con las investigaciones
arqueológicas (Oseberg fundamentalmente) es que los normandos disponían de un eficaz equipo
militar y, sobre todo, de rápidas embarcaciones que les permitieron alcanzar desde las islas del
Atlántico Norte hasta el mundo bizantino y musulmán.
No resulta fácil fijar las líneas maestras de la expansión normanda. Se ha hablado de tres
momentos: la etapa de la depredación, la del establecimiento de colonias y la de la creación de
auténticos Estados. Por lo que se refiere al protagonismo y los campos de actuación se ha hecho
también una división ya clásica: noruegos, daneses y suecos.
Los normandos noruegos fueron los más madrugadores y los que más lejos llegaron en sus
expediciones. Al saqueo de algunos monasterios ingleses a fines del siglo VIII siguieron, a partir
del 809, terribles depredaciones sobre Irlanda en donde llegarían a establecer un reino que, con
distintas vicisitudes, se mantendría hasta el año 1000. Sobre el continente y tomando como bases
algunas islas costeras y las desembocaduras de los ríos, los noruegos dejaron sentir su peso sobre
Nantes (843), las costas astures y galaicas, Lisboa y Sevilla. Las mayores hazañas sin embargo, las
acometieron en la ruta vikinga del Oeste ("vestrvegum i vikingu" denominada en los monumentos
rúnicos y en la literatura de las sagas) marcada por una diagonal insular: Shetland y Feroe (a partir
del 825); Islandia (desde el 865) y Groenlandia (hacia el 985) alcanzada por Erik el Rojo. En los
años siguientes, su hijo Leif Erikson pondría el pie en el litoral de América del Norte.
Las hazañas depredadoras de los daneses se iniciaron de forma sistemática con el saqueo de
Durstel en el 834. Las rivalidades entre los sucesores de Carlomagno favorecieron las operaciones
de rapiña que las poblaciones del Occidente trataron de evitar pagando pesados tributos conocidos
como danegeld. La memoria histórica guardaría el recuerdo del caudillo Hasting que en el 859 y al
frente de 62 navíos organizó una gigantesca razzia que alcanzó las costas de Marruecos, cruzó el
estrecho de Gibraltar y depredó las Baleares, las bocas del Ródano y parte del litoral italiano.
Sin embargo, las correrías danesas tuvieron como objetivos esenciales Francia e Inglaterra
en donde acabaron creando importantes establecimientos permanentes.
La conquista de Inglaterra se inició, de manera coordinada, a partir del 865 en que un gran
ejército danés ocupó Anglia Oriental y Northumbria. Meses más tarde le tocó el turno a Mercia. En
el 872 caían Cambridge y York. La resistencia nacional anglosajona fue encabezada por el rey de
Wessex Alfredo el Grande. A su muerte (899) se había alcanzado una cierta estabilidad: el reino de
Wessex cubría todo el Suroeste de Inglaterra, mientras que los daneses se situaban en una zona (el
Danelaw) en cuyo centro se alzaban las cinco plazas fuertes de Derby, Leicester, Lincoln,
Notingham y Stamford. En los años siguientes, los sucesores de Alfredo, Eduardo y Edgardo
reemprendieron la ofensiva. En el 973, este último se titulaba rey de Inglaterra y jefe de las Islas y
de los reyes del mar, lo que suponía el reconocimiento de su autoridad por los caudillos normandos
del Danelaw.
La gran ofensiva danesa sobre Francia se produjo a partir del 878 en que un ejército
rechazado de Inglaterra por Alfredo cayó sobre el continente. Durante algunos años una amplia área
fue objeto de sistemático pillaje. Sin embargo, los invasores fueron detenidos delante de París por el
duque Eudes en el 884. El desgaste generalizado condujo a la suscripción de un acuerdo: el
monarca carolingio Carlos el Simple otorgó al caudillo danés Rollón (Rolf) convertido al
Cristianismo el territorio sobre el canal de la Mancha que recibiría el nombre de Normandía. El
tratado de Saint-Clair-sur-Epte era así (911) el primer paso para la estabilización de los normandos
en el continente.
Bajo el nombre de "i austrvegi" las sagas escandinavas conocían la ruta del Este, el camino
de los normandos suecos por el espacio ruso. Una cuestión que se entrevera con la historia de otros
pueblos: los eslavos, llegando a gobernar entre ellos.
Junto a los vikingos, bien en expediciones comerciales o de saqueo, viajaron los Gangrel y
otros vampiros nórdicos, que en ocasiones formaron sus propias bandas de ghouls y vampiros y
cayeron sobre los dominios de los vampiros occidentales. La mayoría de las incursiones vampíricas
terminaban en sangrientos conflictos con los Vástagos de Occidente y en muy pocas ocasiones se
alcanzaban acuerdos.
Los dominios de los clanes Lasombra y Ventrue fueron especialmente afectados por estos
ataques y por las violentas “Bestias del Norte”, por lo que decidieron contraatacar con sus propios
medios para frenar a los invasores. Los Lasombra afrontaron el problema vikingo mediante la
religión, y a través de su influencia en la Iglesia a partir del año 876 favorecieron los esfuerzos de
los misioneros cristianos para convertir Escandinavia. En Bizancio, vikingos y mercenarios
nórdicos fueron reclutados para formar el cuerpo conocido como la Guardia Varega o Varangiana,
al servicio del Emperador Bizantino.
Por su parte los Ventrue utilizaron métodos más directos contra los vikingos, introduciendo
a sus agentes entre la aristocracia nórdica, desviando ataques mediante el soborno y aumentando las
fortificaciones y la resistencia armada en Occidente. Mediante sus servidores los Ventrue
fomentaron la expansión del feudalismo hacia Dinamarca y los países nórdicos, creando las
primeras monarquías unificadas, que quebraron el poder de los jarls nórdicos. En una apresurada
reunión en el año 898 los Ventrue trazaron los primeros pasos de un plan para asimilar a los pueblos
nórdicos, ofreciendo a los vikingos y a los Vástagos nórdicos la oportunidad de tomar posiciones de
poder siempre que defendieran el orden establecido.
El Altísimo reaccionó a estos esfuerzos con ferocidad, lanzando a sus einherjar y a los
invasores vikingos contra las ciudades del norte de Europa, destruyendo Hamburgo y otras
poblaciones, pero a pesar de estos violentos ataques poco a poco el cristianismo y el feudalismo
consiguieron extenderse sobre la sociedad nórdica. Los vikingos guerrearon entre ellos ya no por
disputas territoriales o por cuestiones de honor. La religión del Cristo Blanco se impuso dejando un
reguero de sangre entre los adeptos de la antigua religión y uno tras otro los cultos de los einherjar
fueron cayendo ante el abandono voluntario de los fieles o bajo la espada de los conversos
cristianizados. Aunque algunas tradiciones nórdicas se mantendrían bajo la cubierta del cristianismo
o en enclaves aislados, a medida que los vikingos se establecían en asentamientos permanentes y
adoptaban las costumbres occidentales, la edad de las incursiones llegó a su fin. Los Gangrel se
negaron a adaptarse a la civilización feudal y se retiraron a las tierras más salvajes, acosados en
todos los frentes por los vampiros cristianos y occidentales, que azuzaban a los mortales contra ellos
y que los consideraban monstruos paganos. Incluso la fuerza del Altísimo y de su culto no pudo
detener la influencia del cristianismo. Los suecos se convirtieron, de mejor o peor grado, y
finalmente estalló una guerra que se resolvió a favor de los cristianos. A principios del siglo XII un
ejército de campeones y hombres santos llegaron durante el día para destruir el maldito Templo de
Uppsala, y aunque los servidores del Altísimo resistieron, pronto fueron dispersados. El Templo fue
incendiado y muchas Valkirias perecieron. Los supervivientes que consiguieron huir fueron
atacados esa misma noche por los hombres lobo conocidos como Fenrir, que durante muchos siglos
habían sido enemigos del Altísimo y profetizaban que su dios lobo devoraría a Odín en el
Ragnarök.
Las Valkirias desaparecieron, entrando la mayoría en letargo en los rincones más apartados
del norte, mientras que unas pocas entraron en la nueva sociedad de los einherjar, permaneciendo
alerta y sin olvidar, en la convicción de que el Altísimo regresaría para guiarlas en las Noches
Finales. En cualquier caso la destrucción del Templo de Uppsala y la desaparición del Altísimo
conmocionó a los Vástagos nórdicos y significó el fin de las antiguas costumbres. Uppsala se
convirtió en un obispado cristiano en el año 1164, y Werter, uno de los chiquillos del Altísimo, se
convirtió en el líder nominal de los vampiros suecos, tratando de impedir que Vástagos extranjeros
se instalasen en el país.
Muchos de los últimos einherjar huyeron al Estado Libre de Finlandia, el último bastión de
las antiguas costumbres de la edad de los vikingos. Según la leyenda, tras la caída del Altísimo,
docenas de einherjar navegaron en sus drakkars hasta la Tierra de los Diez Mil Lagos, llevando con
ellos a cientos de mortales. En las profundidades de Finlandia establecieron su nuevo hogar. Erik
Dientes Largos, un feroz guerrero Gangrel, se convirtió en su protector, junto con varias de las
Valkirias supervivientes de la destrucción de Uppsala.

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