Todos los que hemos leído los relatos de H.P. Lovecraft, hemos
sentido, en algún momento, que quizá había algo cierto en sus
cosmología. Su terror existencialista y cínica versión del universo
están hoy día más vigentes que nunca. Y cuando uno recibe noticas como
esta, le asaltan las dudas que albergó maravillado en la adolescencia.
En el mar de Chukchi, Alaska, en el Océano Ártico, se encontró una
criatura amorfa, negra y viscosa, jamás vista por ninguno de los
lugareños.
“Es claramente biológica. No es aceite ni petroleo de ningún tipo.
Por el olor y su aparicencia, es un organismo creado naturalmente, algún
tipo de organismo marino” comentaba Terry Hasenauer, uno de los
guardacostas que se acercó a examinarlo. La “cosa”, como dirían en las
pelis de terror, tenía restos de animales y algas, que estaban siendo
devoradas por el organismo. Los guardacostas tomaron algunas muestras
para su estudio. Quién sabe si acabarán en algún departamento de armas
biológicas.
La criatura recuerda, evidentemente, a un Shoggot, amorfas masas
viscosas creadas por la Gran Raza de Yith para ser sus esclavos. Amigos:
vivimos tiempo de prestado. Es cuestión de tiempo que el Gran Cthulhu
se despierte de su sueño y reclame la tierra. O eso o definitivamente se
va la olla. Pero con cosas como esta, los nacimientos de
niños-renacuajos, las caras de Marte y demás, yo ya voi preparándome.
Ia, Ia, Shub-Niguratt.
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