sábado, 17 de marzo de 2012

EL MUNDO ANTIGUO

MESOPOTAMIA
Aportando como prueba varios yacimientos arqueológicos algunos eruditos Lasombra han señalado
que la ciudad prehistórica de Catal Huyuk, situada en una meseta del interior de Turquía, podría haber dado
lugar a las leyendas sobre Enoch, o por lo menos que pudo haber sido refugio para algunos de los vampiros
más antiguos. Catal Huyuk fue uno de los primeros asentamientos urbanos de la humanidad, y hacia el año
6500 a.C era un emplazamiento floreciente, con unos 6000 habitantes. Hacia el 5600 a.C. el emplazamiento
fue progresivamente abandonado hasta quedar deshabitado por completo en el 4900 a.C.
Curiosamente, Catal Huyuk carecía de calles. Los edificios estaban construidos unos al lado de otros,
y las entradas estaban situadas en el techo. La ciudad estaba conectada mediante un sistema de rampas y
escaleras que conectaban los edificios con el suelo circundante y que podían ser retiradas en caso de peligro.
El principal objeto de comercio era la obsidiana y los habitantes de Catal Huyuk adoraban a una oscura diosa
asociada con la obsidiana y los volcanes de cuyo calor era extraído el mineral. Los devotos de la diosa
prosperaron con el comercio de la obsidiana y extendieron su culto por las zonas circundantes.
Los Lasombra remontan los datos más antiguos sobre su linaje a Catal Huyuk y su diosa volcánica,
considerando que esta primitiva ciudad podría haber sido la primera fortaleza del clan, o por lo menos la de
una de los chiquillos del Antediluviano Lasombra.
La presencia del clan de los Guardianes está confirmada durante las primeras guerras contra los
Baali. Su participación fue decisiva para destruir la fortaleza infernal de Chorazim, pues los sacerdotes
Lasombra de la diosa Ereshkigal la inundaron con un mar de oscuridad y sus demoníacos habitantes
perecieron o fueron aprisionados para siempre.
Algunos antiguos vampiros han disputado sobre las acciones de Ereshkigal en la guerra contra los
Baali. Aunque sus sacerdotes ayudaron a los demás Vástagos a destruir a los adoradores infernales, las
intenciones y la identidad de la diosa no están claras. Tal vez se tratara de la oscura diosa de Catal Huyuk o
de otra chiquilla del Antediluviano Lasombra, pero en muchos registros aparece como la consorte demoníaca
de Nergal, uno de los líderes de los Baali, que finalmente la rechazó. Es posible que Ereshkigal compartiera
las inclinaciones demoníacas de su esposo, pero que su rechazo la llevara a traicionarlo y a aliarse con sus
enemigos.
Ningún nombre más ha trascendido sobre los Lasombra mesopotámicos, posiblemente debido a la
escasez de su número, pero no es descartable que la competencia interna y las decisiones de las Cortes de la
Sangre, al parecer muy activas durante época babilónica, provocaran una sucesiva “renovación” dentro del
clan.

LOS PUEBLOS DEL MAR Y LA PRIMERA DISPERSIÓN
Durante el II Milenio a.C. una serie de invasores conocidos colectivamente como “Los Pueblos del
Mar” arrasaron varias civilizaciones que prosperaban en el Mediterráneo Oriental, entre ellas el Imperio
Hitita. Estos invasores llegaron a Egipto hacia el 1730 a.C., donde serían conocidos como hicsos y
conquistaron el país, gobernando durante dos dinastías sucesivas adoptando los nombres y costumbres de sus
predecesores.
Los estudiosos han llegado a la deducción de que la palabra hicsos es una deformación griega de un
término egipcio que significaría algo así como jefes de los extranjeros ("heqa khasut", que aparece en
documentos del Reino Medio) y que se emplea para designar a cualquier extranjero, aunque la aplicación en
este momento corresponda a gentes procedentes del corredor sirio-palestino, es decir, semitas occidentales.
Pero Egipto había conocido desde mucho tiempo atrás la presencia de estas gentes en su territorio, en busca
de trabajo y contratados como soldados. Estos infiltrados por todo el país habrían facilitado, suponen algunos
autores, la penetración de sus parientes que llegaron en un momento más reciente pero lo más probable es
que su situación laboral en el país ni siquiera les permitiera una acción de tal naturaleza.
Desde el punto de vista arqueológico no se aprecian vestigios de destrucción sistemática
coincidiendo con el momento de la hipotética invasión. Sin embargo, sí se documenta en el Delta del Nilo a
partir del último tercio del siglo XVIII a.C. un incremento de los restos materiales de importación asiática, lo
que demuestra la estrecha vinculación cultural del Delta oriental con respecto al mundo cananeo palestino.
Pero lo que resulta más interesante es observar el proceso de transformación cultural de la nueva población
que asimiló ciertos estímulos egipcios, adaptó parte de su sistema social al egipcio y terminó creando una
realidad diferente, aunque no en la intensidad suficiente como para impedir a los egipcios la posterior
recuperación de sus señas de identidad. El proceso, de cualquier forma, lo percibimos tergiversado porque la
mayor parte de los testimonios disponibles transmiten una negativa imagen de los hicsos.
Según la tradición, los hicsos habrían sido bárbaros crueles e impíos, que arrasaban ciudades y
destruían templos. Pero los monumentos arqueológicos desmienten tales atribuciones, ya que los faraones de
las dinastías XV y XVI construyeron y restauraron santuarios de las divinidades nilóticas y bajo su gobierno
se alimentó la creación artística y científica, según ponen de manifiesto documentos como el Papiro Rhind,
compendio de alta matemática, o el Papiro Westcar, magistral monumento de la secuencia faraónica.
Por otra parte, la presencia de los hicsos no eliminó la continuidad de los egipcios en los principales
puestos burocráticos; ciertamente, los egipcios colaboraron sin reticencias con los nuevos gobernantes, que
no difieren demasiado del comportamiento de los dinastas cananeos contemporáneos de la región de
Palestina, aunque pronto quedaron profundamente integrados desde el punto de vista cultural. Asimismo
Egipto se vio afectado por la instalación de los hicsos y no sólo por las novedades que éstos introdujeron,
como el carro de combate, el arco doble, la coraza, etc., sino también por la demostración inequívoca de la
vulnerabilidad del territorio nilótico, hasta entonces victorioso ante cualquier veleidad conquistadora
procedente del extranjero. La ideología dominante quedó profundamente marcada por aquellos
acontecimientos.
La primera dinastía hicsa, la XV, parece estar compuesta por seis faraones, de los cuales sólo sus
nombres se conservan en los documentos. Entre ellos destaca Apofis (Auserré), cuyas relaciones con los
coetáneos faraones tebanos, sometidos a tributo, aparentemente fueron cordiales. No obstante, al final del
reinado se tiene noticia de la existencia de problemas con el sur, donde reina el faraón de la XVII dinastía,
Sekenenré, bajo el cual comienza el conflicto que había de desembocar en la liberación del norte,
precipitando, por ejemplo el levantamiento de las imposiciones tributarias hasta una zona próxima a El
Fayum, donde se establece el nuevo limite de predominio hicso. Mientras tanto, una parte del Delta parece
gobernada por una línea paralela de dinastas que permitió a Manetón atribuirles el número XVI, conocida
como los hicsos menores. Sin embargo, da la impresión de que debieron estar sometidos a la hegemonía de
Avaris y que, en consecuencia, no constituirían una auténtica dinastía.
Durante un tiempo los Pueblos del Mar dominaron todo el comercio del Mediterráneo. Numerosas
naciones estaban sometidos a ellos o les rendían tributo y llevaron a Grecia a una edad de oscuridad. El
Antediluviano Lasombra y sus descendientes estuvieron profundamente involucrados en las acciones de
estos invasores, y el propio Lasombra era adorado por los Pueblos del Mar como Laza Omri Baras, el Dios
del Río de la Oscuridad. Durante este período han aparecido numerosas referencias de dioses sombríos y
oscuros, a menudo asociados al poder y la autoridad. En Egipto los Lasombra lucharon y compartieron el
poder con los Seguidores de Set, aunque progresivamente su influencia se debilitaría con la caída de la
dinastía XVI y la llegada de Ahmosis I al poder en el 1540 a.C.
Durante esta época, y coincidiendo con la destrucción de la isla de Thera en el 1627 a.C., que
destruyó los santuarios Baali de Creta, numerosos Lasombra se dispersaron por todo el Mediterráneo, no sólo
siguiendo a los Pueblos del Mar sino también colonizando otras tierras. Tras la conquista de Egipto por los
hicsos el Antediluviano Lasombra desapareció, iniciando un viaje por tierras africanas del que regresaría
siglos más tarde acompañado de su chiquillo Montano. Al mismo tiempo varios matusalenes del clan se
establecieron en África y Asia.
GRECIA
Durante la Edad Oscura de Grecia los Lasombra también se extendieron al continente europeo.
Boukephos, chiquillo de Lasombra, e historiador de su linaje, afirma haber estado presente en la caída de
Troya en el siglo XIII a.C. y haber acompañado a la tripulación de Eneas a Italia, aunque muchos han puesto
en duda la veracidad de sus palabras.
Durante este período también fue Abrazado el Matusalén Karobos, y algunos eruditos Lasombra
afirman que la leyenda de Calipso, la ninfa que retuvo durante años al héroe Ulises, rey de Itaca, está basada
en una hechicera del clan.
En general puede decirse que la presencia de los Lasombra en Grecia fue fragmentaria, y a menudo
limitada por la presencia de otros clanes. En Esparta colaboraron activamente con los Ventrue y apoyaron a
los espartanos en su lucha contra Atenas y los vampiros que habitaban la ciudad. En otros lugares de Grecia
actuaron como oráculos o se introdujeron en los cultos politeístas, pero en general la influencia del clan en
la zona era muy reducida.
Por otra parte, el ascenso de Alejandro de Macedonia y la formación de su imperio redujeron
considerablemente las actividades piráticas en el Mediterráneo, en plena decadencia tras el progresivo
declive de los Pueblos del Mar, y los estados sucesores de Alejandro a menudo realizaron incursiones contra
los piratas.
Un chiquillo de Lasombra siguió al ejército de Alejandro y en Asia Central Abrazó a un nativo de
Antioquía, Zaratustra, quien con el tiempo se convertiría en el principal poder de su ciudad natal.

LA EXPANSIÓN ROMANA Y LA SEGUNDA DISPERSIÓN

Aunque algunos Lasombra afirman que ya se encontraban entre los pueblos ibéricos desde época
muy antigua, los primeros registros escritos sitúan a los primeros vampiros del clan en Iberia hacia el siglo
VII a.C., siguiendo la expansión cartaginesa. Entre los Lasombra cartagineses había muchos jóvenes
Guardianes que buscaban crear nuevos dominios donde pudieran gobernar abiertamente a los mortales. Estos
colonos de Cartago, acompañados de vampiros Brujah y de otros clanes, se enfrentaron a los vampiros
ibéricos, entre los que se encontraban algunos antiguos Lasombra. Generalmente fueron los vampiros
cartagineses quienes tuvieron la ventaja en el dominio de la península, pero la situación cambió con la
aparición del antiguo Zinnridi, del clan Lasombra hacia el 300 a.C. quien declaró la guerra a los Brujah y sus
aliados. Sólo su muerte a manos de la antigua Yzebel, del clan Brujah, evitó que los Lasombra consiguieran
el completo control de Iberia.
Sin embargo, el triunfo de los Brujah cartagineses fue breve. Tras la Primera Guerra Púnica (264 -
237 a.C.) los cartagineses trataron de resarcir sus pérdidas territoriales conquistando toda la península
ibérica, lo que despertó los recelos de Roma y los Vástagos que habitaban la ciudad. La Segunda Guerra
Púnica estalló en el 219 a.C. y en esta ocasión los Lasombra se aliaron con los romanos, abandonando a sus
aliados de Cartago, simplemente por razones pragmáticas, considerando que todos los indicios señalaban a
que los cartagineses no disponían del poder suficiente para derrotar a Roma.
Pero los Lasombra ya se habían establecido anteriormente en la península italiana. Según el
historiador Boukephos varios Lasombra acompañaron al héroe Eneas en su exilio de Troya, aunque su
presencia no está documentada hasta el surgimiento de la República a finales del siglo VI a.C., momento en
que los Lasombra ayudaron a derrocar a los últimos monarcas etruscos. Aunque Roma quedó firmemente
bajo el dominio Ventrue, los Lasombra se establecieron en otras ciudades itálicas.
Ventrue, Malkavian, Lasombra y vampiros de otros clanes formaron un frente común contra
Cartago. Aunque los historiadores Ventrue han tendido a minimizar e incluso en algunas ocasiones a negar el
papel de los Lasombra en la expansión romana, no cabe duda de que el clan de los Guardianes tuvo una gran
importancia en la misma. Mientras los Ventrue preferían actuar con sutileza los Lasombra se involucraban
directamente en las campañas militares. Durante este período muchos vampiros del clan fueron Abrazados
entre las legiones romanas, y lucharon personalmente contra otros Vástagos.
Tras el final de la Segunda Guerra Púnica (202 a.C.) y la destrucción definitiva de Cartago (146 a.C.)
los Lasombra se extendieron por las nuevas provincias romanas, muy especialmente por Hispania y en el sur
de la Galia. En Hispania se convirtieron en el clan más influyente tras estabilizar su influencia y derrotar a
los vampiros cartagineses que se habían refugiado en Iberia. Paralelamente fomentaron el proceso de
romanización y muy pronto varios eminentes hispanorromanos establecieron su poder en Roma.
El crecimiento y expansión de Roma ocasionó la caída de los últimos Lasombra que se aferraban al
dominio de los piratas y saqueadores del Mediterráneo Oriental. El golpe definitivo llegó de manos del
general Pompeyo en el año 68 a.C., quien en sólo unos meses obtuvo el poder suficiente del Senado Romano
para destruir a las flotas piratas del Mediterráneo, atacando varias de sus fortalezas y destruyendo los
refugios de varios antiguos Lasombra., entre ellos Malta, donde el Antediluviano se había instalado tras sus
vagabundeos. Aunque se sentía atraído por el creciente poder de Roma, Lasombra decidió evitar la ciudad y se instaló en una oscura ciudadela en Sicilia, que se convertiría en su refugio más frecuentado entre sus
frecuentes viajes.
El éxito de Pompeyo significó la caída de la República Romana. En el año 59 a.C. Pompeyo, Julio
César y Craso dieron un golpe de estado y derrocaron la constitución romana y el poder del Senado. Craso
moriría poco después, en una expedición a Oriente, mientras que Julio César y Pompeyo se enfrentaron en
una guerra civil hasta que sólo quedó Julio César en el poder. El asesinato de César y las subsiguientes
guerras sucesorias llevaron a la decadencia y debilitamiento de las antiguas instituciones republicanas, y
cuando Octavio se proclamó Augusto Emperador de Roma en el año 30 a.C. lo hizo prácticamente sin
oposición.
Varios eminentes antiguos del clan alcanzaron gran influencia dentro del Imperio Romano, entre
ellos Montano, quien reunió una legión de élite de soldados a los que bautizó como los Cuerpos de la
Victoria. A través del tiempo los Cuerpos de la Victoria lucharían por Montano y Roma, derrotando a sus
enemigos. La fuerza de Montano y su coraje convirtieron a sus “tropas nocturnas” en una visión tenebrosa en
los campos de batalla.
Camila, el Príncipe Ventrue de Roma, trató de estabilizar el gobierno vampírico del Imperio creando
un sistema familiar sometido a un Triunvirato formado por representantes de los clanes Ventrue, Malkavian
y Lasombra. Sin embargo, los problemas no tardaron en surgir debido a que las esferas de influencia de cada
clan no estaban delimitadas, y a menudo varios Vástagos romanos se encontraban disputando por el poder en
distintos ámbitos. Desgraciadamente mientras los vampiros luchaban entre sí, las instituciones imperiales
escapaban a su control. En general los Lasombra preferían asentar su influencia en la estructura militar,
mientras dejaban a los Ventrue y otros clanes las labores administrativas. El resultado fueron una serie de
mezquinas manipulaciones y enfrentamientos
Con el ascenso del emperador Tiberio en el año 14, gran parte de las labores administrativas cayeron
en Lucio Aelio Sejano, jefe de la Guardia Pretoriana. Se le consideró el responsable del envenenamiento de
Druso en el año 23 y se apuntó a su participación en el asesinato de Agripina la Mayor. Durante la retirada
del emperador a Capri se hizo con el gobierno efectivo e incluso se cree que planeó un complot para
proclamarse emperador. La llegada de Tiberio a Roma en el año 31 acabó con las conspiraciones de Sejano,
que fue ejecutado y arrojado a las aguas del Tíber. Sin embargo, no murió, siendo rescatado y Abrazado por
una antigua Matusalén Lasombra conocida simplemente como Sibila, y que algunos eruditos consideran que
podría tratarse de Ereshkigal o tal vez la diosa de obsidiana de Catal Huyuk.
Los Ventrue reaccionaron con furia acusando a los Lasombra de haber tratado de convertir a Sejano
en emperador, pero los Guardianes rechazaron fríamente las acusaciones. Ventrue, Lasombra y otros clanes
se enfrentaron por el poder hasta que finalmente tras la caída de Nerón en el año 68 y la breve sucesión de
cuatro emperadores en un mismo año, los Ventrue consiguieron estabilizar la situación. El Príncipe Camila
realizó reformas en el gobierno vampírico, buscando terminar con los conflictos. Los Vástagos gobernantes
se refugiaron en las sombras y el anonimato, para evitar ser reconocidos y perseguidos por otros vampiros, y
sus decisiones se tomaban en secreto. Los Vástagos del Imperio comenzaron a referirse a sus líderes como
los Incogniti pero este término no se extendería a gran escala hasta el siglo III d.C.

Temerosos del poder de las legiones y con la intención de limitar el poder de los Lasombra en el
ejército los Ventrue licenciaron a numerosos soldados, sustituyéndolos por mercenarios pagados,
concediéndoles tierras a lo largo del Imperio para evitar que fueran llamados a armas y constituyeran una
amenaza. Muchos Lasombra se sintieron agraviados y abandonaron Roma por las provincias, aunque
Montano y otros antiguos se mantendrían en la ciudad y sus aledaños.
Con la destrucción de la piratería organizada en el Mediterráneo, el clan Lasombra vivió un segundo
período de dispersión, extendiéndose por las fronteras del Imperio Romano e incluso más allá. Algunos
Lasombra especialmente aventureros viajaron al Lejano Oriente, donde muchos perecieron a manos de los
vampiros orientales. No obstante, algunos consiguieron sobrevivir, formando pequeñas comunidades aisladas
que sobrevivirían aisladas durante siglos. Muchos de estos viajeros Lasombra eran mercaderes judíos o de
Oriente Próximo.
Durante esta época por primera vez se codificó la Senda de la Noche, y al menos dos versiones de
esta oscura filosofía proceden del inicio de la era cristiana. Las Cortes de la Sangre se trasladaron desde
Babilonia al Imperio Romano, reflejando el cambio en el poder mortal y vampírico y la élite de los Lasombra
fue conocida como los Amici Noctis.
Mientras tanto en Roma, los Lasombra aguardaron su oportunidad, enfrentándose a los Ventrue en su
propio ámbito y utilizando sus mismas reglas de sutileza. A pesar de los esfuerzos de otros Vástagos, el
llamado “partido hispano”, formado por influyentes políticos y terratenientes de Hispania fue asimilando
cada vez mayores cotas de poder hasta que finalmente consiguieron que Marco Ulpio Trajano fuera
nombrado emperador en el año 98. Cuando Nerva murió, Trajano estaba en la frontera renana y allí
permaneció durante un año y medio para consolidar esta posición defensiva. Roma le abrió sus puertas en el
verano del año 99, poniendo en marcha un programa político caracterizado por la firmeza y la benevolencia.
Renovó el Senado al nombrar senadores procedentes de las provincias orientales y fue eliminando numerosas
tareas que fueron conferidas a la burocracia. Controlaba todas las iniciativas no sólo de carácter estatal sino
también provincial y favoreció la asistencia estatal entregando regulares subsidios las familias pobres. Los
senadores fueron obligados a comprar tierras en Italia con el fin de introducir nuevos capitales en la
economía agraria. Llevó a cabo un intenso programa de infraestructuras tanto para el desplazamiento de las
tropas como para el comercio, que se vio favorecido. Puentes, calzadas y canales fueron construidos.
La política exterior estuvo enfocada hacia la conquista. Los dacios liderados por Decébalo fueron su
primer objetivo, consiguiendo ocupar el territorio en el año 106, tras cinco años de duras luchas. De esta
manera, Dacia se convertía en provincia romana y la zona del mar Negro quedaba bajo su influencia. La
campaña está narrada en los relieves de la famosa Columna de Trajano que se puede contemplar en Roma.
También se conquistó el reino nabateo de Arabia noroccidental, Armenia se convertía en provincia romana y
se invadió Mesopotamia. Cuando Trajano se disponía a atacar el corazón del reino de los partos, se produjo
una grave rebelión en Mesopotamia, Palestina, Chipre, Egipto y Cirenaica. El emperador tuvo que cambiar
sus planes de conquista hacia la India y acabó con los focos de rebelión, a excepción de Palestina, que
finalizó en época de su sucesor Adriano. Un ataque de parálisis le provocó la muerte en Cilicia cuando era
transportado a Roma.

El gobierno de Trajano fue producto de tensas negociaciones entre los clanes Lasombra y Ventrue,
que finalmente llegaron a un acuerdo para compartir el poder en las instituciones imperiales. El propio
Antediluviano Lasombra surgió de la oscuridad de su ciudadela siciliana y acompañó al emperador en sus
campañas de conquista, asegurando que ningún otro Vástago entorpeciera su avance. Fue gracias a Lasombra
que a pesar de sus maldiciones y antiguas magias los antiguos Tzimisce de la Dacia no pudieron detener a las
legiones romanas y que Trajano consiguiera alcanzar la victoria final sin interferencia vampírica. El propio
Lasombra atacó personalmente los refugios de los antiguos Tzimisce, devorándolos presa de un oscuro
apetito o poniéndolos en fuga. Sus acciones no pasaron desapercibidas para los pueblos dacios y eslavos, que
vieron como sus dioses caían ante la oscuridad de Tchernobog, “el dios negro”, capaz de eclipsar la luz del
sol.
Se dice que en los últimos días de Trajano, Lasombra ofreció el Abrazo al emperador romano, pero
que éste rechazó el don, y respetuoso con los deseos del mortal, el Antediluviano lo dejó morir en paz y
regresó de nuevo a su ciudadela de Sicilia, dejando nuevamente el gobierno del clan en manos de sus
chiquillos.
EL FIN DEL IMPERIO
La colaboración entre los vampiros romanos se mantuvo con altibajos durante todo el siglo II hasta
que tras la muerte del emperador Marco Aurelio en el año 180 nuevamente comenzaron los conflictos entre
linajes. Cuando Cómodo fue asesinado y la Guardia Pretoriana comenzó a subastar el trono imperial los
Lasombra se cansaron de los juegos políticos de los Ventrue, que amenazaban con destruir todo lo que
habían construido y nuevamente muchos de ellos dieron la espalda a Roma, a pesar de las súplicas de sus
aliados. Sin embargo, Montano y un grupo de antiguos permanecieron en la ciudad.
Hacia el año 313, muchos Vástagos habían abandonado Roma a su suerte, y Montano realizó un
último intento desesperado de restaurar la grandeza del Imperio. Con el apoyo de varios Vástagos que habían
abrazado el cristianismo, ya fuera por convicción o por interés, influyó directamente sobre el emperador
Constantino para que convirtiera la doctrina de Cristo en la religión oficial del estado, en un intento de
inspirar y unificar a los romanos frente a los problemas que debilitaban la estructura del Imperio. Numerosos
Vástagos paganos reaccionaron con furia, entre ellos el antiguo Matusalén Mithras, del clan Ventrue, que
había ambicionado convertir su culto personal en la religión del Imperio.
A largo plazo ni siquiera el cristianismo constituyó una solución para Roma. El Imperio Cristiano se
dividió en dos y la nueva religión se fragmentó en varias corrientes opuestas que a menudo se enfrentaron
entre sí. Viendo el resultado de sus esfuerzos, Montano reconoció su derrota y se retiró a Sicilia junto a su
sire y sus hermanos.
Sin embargo, contra viento y marea, un selecto grupo de antiguos Lasombra, permaneció en Roma y
ni siquiera los saqueos de los años 410 y 476 los forzaron a marcharse cuando otros clanes, entre ellos los
Ventrue, decidieron abandonar la ciudad a su suerte. Los Lasombra que sobrevivieron a las calamidades y
conflictos de los últimos días del Imperio Romano de Occidente reconstruirían Roma con la ayuda de la
Iglesia. Muchos historiadores del clan señalan que fue a partir del siglo IV, pero muy especialmente en el V,
con la expansión del monacato benedictino, cuando los Guardianes unieron su destino a la Iglesia Romana.

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