sábado, 17 de marzo de 2012

EL CALIFATO FATIMÍ

En el Magreb se desarrolló el movimiento fatimí, adepto al chiísmo. Su iniciador, el enviado o mahdi
Udayd Allah, procedente de Siria, e instalado primero en Siyilmasa, se proclamaba descendiente de Alí y
Fátima, depuso a los aglabíes de Ifriqiya en el año 909 y tomó el título de califa, con lo que por primera vez
se rompía la unidad califal en el Islam. Los fatimíes extendieron su dominio al resto del Magreb en los
decenios siguientes, eliminando a los rustemíes de Tahert y a los idrisíes de Fez, e incluso dominaron parte
de las rutas saharianas, lo que les permitió intervenir en aquella fundamental fuente de aprovisionamiento de
oro y esclavos. Nada tiene de extraño que los emires omeyas ortodoxos o sunníes de Al-Andalus
reaccionaran: Abderramán III tomó también el título de califa en el año 929 y procuró alentar las
resistencias, que provenían de los sunníes norteafricanos y de algunas confederaciones de tribus bereberes,
en especial la de los Zanata, dueños de las rutas saharianas centrales desde mediados del siglo X.
Los fatimíes, sin embargo, habían vencido las revueltas principales, como la de Abu Yazid entre los
anos 943 y 947, y obtenían un nuevo éxito al hacerse con el control de Sicilia. Su califa al-Mu'izz actuaba
como vencedor, por lo tanto, cuando emprendió la conquista de Egipto entre el 969 y el 971 con el ánimo de
convertirlo en centro del mundo islámico y plataforma para el ataque final contra los abbasíes.
Entre el ejército fatimita se encontraba un sultán del Qabilat al-Khayal llamado Sharif al-Lam’a, que
había abandonado su hogar en Túnez con una pequeña compañía y un profundo deseo de unificar el mundo
islámico. Siguiendo los consejos de Sharif el general fatimí Ghawar el siciliano llevó a cabo los planes para
construir una nueva capital en honor del califa. La intención del sultán Sharif era transformar El Cairo en el
centro de la educación y la fe islámica. Pronto se iniciaron las construcciones en el interior de la ciudad,
entre las cuales se encontraba Al-Azhar, la primera universidad del mundo, así como muchos palacios,
mezquitas y baños.
Finalmente, en el año 973 el califa entró en su nueva capital y la bautizó como Al-Qahira
(“La triunfante”). Había nacido El Cairo. Finalmente el sultán Sharif extendió una invitación a todos los
Ashirra para que se unieran en la mayor ciudad del Islam, dando la bienvenida a todos los fieles y apartando
a los que pudieran contaminar su visión de fe, en especial a los Seguidores de Set. El propio Suleimán ibn
Abdullah, mullah de los creyentes Ashirra, aceptó su invitación, fijando su nueva residencia en la ciudad de
El Cairo como un honrado invitado del líder de los Banu al-Lam´a (los descendientes de Sharif).
Durante cien años, entre el 971 y el 1072, los fatimies soñaron con el triunfo de su proyecto religioso
y político a partir de Egipto y alentaron un proselitismo intenso cuyo centro era la mezquita de al-Azhar en la
nueva ciudad de El Cairo, que ellos fundaron. Consiguieron establecerse en el Yemen, intervenir como
protectores en La Meca y Medina, e incluso defender Palestina y el sur de Siria frente a los bizantinos en el
siglo XI, pero nunca poseyeron fuerza suficiente para pretender anexiones territoriales de importancia.
En 1169 el gobierno de El Cairo cayó en manos de Saladino, un guerrero kurdo, que fue invitado por
los fatimíes para repeler la invasión de los cruzados francos. Con la excusa de evitar que los cruzados
consolidaran su presencia en Egipto, el sultán Sharif se alió con los Assamitas y ordenó la destrucción del
enclave de Al-Fustat, un dominio de los Seguidores de Set. Desgraciadamente para Sharif y sus aliados, no
tuvieron en cuenta la ambición de Saladino, que tras la muerte del último califa fatimí en el año 1171,
ascendió al poder y restauró la autoridad del califa sunní de Bagdad, sustituyendo la burocracia del anterior
régimen por un sistema feudal controlada por oficiales de su confianza.
El sultán Sharif y sus aliados conservaron su influencia sobre El Cairo, aunque debieron reconocer la
autoridad de otros poderes , como el sultán Antonius, del clan Ventrue o los Hajj (una facción de los
Nosferatu musulmanes creada por el antiguo Tariq).


LOS ÁNGELES NEGROS
Desde tiempo inmemorial la facción Lasombra conocida como los Angellis Ater o Ángeles Negros
siguieron el legado filosófico de su fundador, la Senda de la Noche, buscando la redención en lo más
profundo de su condena y viendo sus pecados como una forma de castigo. Aunque estos Nihilistas habían
desarrollado su movimiento dentro del Zoroastrismo y otras filosofías dualistas, fue con la aparición del
cristianismo, los Ángeles Negros codificaron la Senda de la Noche en un conjunto de normas definidas, con
ciertas variantes filosóficas. Con el auge de la Iglesia de Occidente comenzaron a tomar títulos eclesiásticos
y crearon sus propios rituales, centrados en el sacrificio, los bautismos de sangre, las comuniones impías y
otros actos similares.
Durante la Edad Media los Ángeles Negros provocaron constantemente a los Amici Noctis con sus
constantes ataques a la sociedad mortal y a las corruptas estructuras eclesiásticas
Los Ángeles Negros eran considerados herejes y adoradores del Diablo por otros vampiros, si bien es
necesario matizar que sólo una minoría de ellos se entregaban a auténticas prácticas de adoración infernal.
Durante la Edad Media una cofradía de Ángeles Negros de la ciudad de Valencia entró en contacto
con un ambicioso Baali llamado Azaneal, al que acompañaron a Oriente Medio con la intención de descubrir
la ciudad maldita de Chorazim, de donde habían surgido los primeros Baali, y que según la leyenda había
sido destruida y engullida por el Abismo invocado por un grupo de sacerdotes Lasombra. Tras una intensa
búsqueda Azaneal y sus compañeros lograron encontrar la entrada de la ciudad, pero una vez en su interior
fueron asaltados por numerosos espíritus malignos, que llevaron a los intrusos a atacarse unos a otros. Sólo
Azaneal sobrevivió, convirtiéndose en el fundador y líder de los infernalistas conocidos como Azaneali, una
línea de adoradores del diablo que dominan la oscuridad.


LOS KYASID
En el siglo IV, durante el reinado del emperador romano Juliano el Apóstata, un trío de antiguos
Lasombra realizaron una serie de experimentos místicos sobre su dominio de la oscuridad, que les llevaron a
crear una poción con sangre de hadas oscuras, ciertas esencias herbales y otras sustancias. El ingrediente
clave consistía en la sangre de Tchernobog, dios del Mundo Subterráneo, que les había sido proporcionada
por un mago germano. Según la leyenda, Tchernobog era uno de los nombres del propio Lasombra, adoptado
durante las campañas del emperador Trajano contra los Dacios.
Un neonato llamado Marconius se prestó voluntario para probar la poción, que en teoría debería
aumentar considerablemente su dominio de las sombras, pero el resultado no fue el esperado, tal vez debido
a la “sangre del dios.” El vampiro fue transformado casi de inmediato por la sustancia ingerida, volviéndose
más alto, escuálido y terriblemente pálido. Sus ojos se convirtieron en orbes de absoluta negrura, y su piel
adquirió un lustre casi luminoso, mientras sus rasgos adquirían una cualidad feérica.
Los demás Lasombra descubrieron el experimento y se disgustaron, no con Marconius, que no había
pasado mucho tiempo como Vástago y había sido embaucado para beber la poción corrompida, sino con sus
compañeros, dos antiguos Lasombra especialmente ambiciosos, y que trataron de eludir su responsabilidad,
pero no les sirvió de nada, porque Marconius los identificó sin vacilar. Ambos experimentadores fueron
ejecutados por orden de los Amici Noctis y en cuanto a Marconius fue exiliado de la compañía de los
Lasombra, pues había salvado su existencia gracias a su colaboración. Un antiguo llegó a comentar en
privado que habían dejado marchar a Marconius porque los señores de las hadas habían hecho saber a los
Lasombra que estaban interesados en castigar al “experimento” por sí mismos, y que no admitirían la
intromisión de los Vástagos.
Pero según los rumores, las hadas, lejos de castigar a Marconius, lo ayudaron a profundizar en sus
estudios del dominio de la oscuridad e incluso llegaron a enseñarle algunos de sus poderes mágicos.
No volvió a saberse nada de Marconius hasta que apareció en Estrasburgo a finales del siglo XII.
Muchos miembros de los Amici Noctis lo reconocieron en los asustados informes de los Ventrue sobre las
“extrañas criaturas” que los habían expulsado. Tras una breve consulta los Amici Noctis decidieron…no
actuar. Marconius estaba atacando a los Ventrue y no parecía dispuesto a molestar a los Lasombra. De
hecho, pronto los Lasombra y los descendientes de Marconius, que se hacían llamar Kyasid, comenzaron a
intercambiar enviados y los Kyasid expresaron su deseo de realizar investigaciones académicas y solicitaron
colaboración para sus estudios. Los Amici Noctis aceptaron proporcionar un razonable acceso a sus
bibliotecas, ya que los Kyasid no parecían albergar ningún resentimiento por el trato sufrido por Marconius y
el propio Marconius afirmó “haber dejado atrás la necesidad de la venganza”. Aunque fue un alivio para los
Lasombra implicados en la expulsión de Marconius, el hecho es que los Kyasid eran tan pocos que carecían
del poder necesario para hacer nada al respecto.
Durante los siglos siguientes, algunos Kyasid salieron de su fortaleza de Estrasburgo, de donde
Marconius había expulsado al resto de los Vástagos, y a menudo actuaron como bibliotecarios e
investigadores para los Lasombra, y actuando de forma enigmática. Para el resto de los Vástagos Estrasburgo
se convirtió en una ciudad maldita, y los rumores que de vez en cuando surgían de la ciudad hablaban de
violaciones rituales, festines de carne humana a la luz de la luna y adoración de demonios.
Este temor duró hasta principios del siglo XVI, cuando los Vástagos se dieron cuenta de que los
Kyasid de Estrasburgo habían desaparecido tan misteriosamente como habían venido. Después de un período
de incertidumbre, los Ventrue decidieron recuperar la ciudad y un nuevo Príncipe reclamó su dominio sobre
ella. Jamás volvió a verse un Kyasid en Estrasburgo, y el resto del linaje no pareció alarmarse ante la
desaparición de sus hermanos ni proporcionaron ninguna información al respecto.
La verdad de la desaparición de Marconius y sus allegados se encontraba en su mezcla de sangre de
vampiro y hada. Condenados al ostracismo por los demás clanes y temerosos de represalias, extendieron
rumores de prácticas depravadas mientras buscaban un refugio seguro para su linaje. Finalmente,
encontraron en Estrasburgo un Dominio feérico, es decir, una parte del Otro Mundo (o Ensueño) que les
proporcionaba un refugio seguro e impenetrable, al que sólo las Hadas y los Kyasid, gracias a sus poderes y
sangre feérica, podían acceder. A medida que transcurría el tiempo y las fuerzas del Dominio y la Razón se
imponían, muchos de los aliados feéricos de Marconius y los Kyasid desaparecieron y Marconius decidió
exiliarse del mundo terrenal. Durante varios siglos Marconius y los Kyasid transformaron el Dominio feérico
a su conveniencia, creando una imitación de la ciudad de los mortales. Secuestraron a varios hombres y
mujeres para poblar su Dominio y con el paso del tiempo concluyeron su refugio. Los mortales que
habitaban la ciudad feérica se multiplicaron y sirvieron de esclavos y sustento a los Kyasid, que se
convirtieron en reyes brujos de su Dominio.
La ciudad feérica de los Kyasid parece salida de un cuadro de El Bosco. A lo largo de los siglos su
nivel tecnológico se ha mantenido en la Edad Media, y su arquitectura es una extraña mezcla de estilo gótico
e influencias inhumanas. Sus habitantes mortales han degenerado debido a la consanguinidad y a la magia
del lugar. Las puertas del Dominio de Marconius han permanecido cerradas al mundo terrenal salvo para los
Kyasids, las Hadas y tal vez para algunos raros Malkavian y hechiceros.

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